"Nya! Ichi, ni, san, nya! Arigato!" Cuando yo, Slai, era pequeño, mi papi me cantaba esa canción de pana a diario. Aún no entiendo su significado, y me parece muy curioso que siempre me la haya repetido una y otra vez. Era muy raro, porque siempre que me la cantaba parecía que me estuviera dando algunas órdenes mientras lo hacía. Qué papito tan raro que tengo.
Hoy es un día especial; pues iré a la casa de mis abuelos a vivir. Ya tengo 12 años, así que viviré la vida en la granja que siempre deseé. Además, siempre quise una mascota y me darán una; mi papito y mi mamita nunca me dejaron tener una antes del día de hoy.
Acabo de comer una deliciosa comida; usualmente comemos una comida extraña, pero hoy fue una excepción. Esta comida extraña es de color verde y luminiscente. No digo que sepa raro, solo que no he visto que nadie más la coma.
Usualmente me miro al espejo; me encanta verme con mi ropa de básquetbol roja, mi piel verde y sin pelos; y mi cara cúbica y resbalosa. Así mismo es toda mi familia.
―Oe, maricón —dice mi padre con acidez y pereza.
―¿Qué pasa, papi?― le respondo.
―Que te vayas a la puta casa del hijueputa de mi padre, no quiero seguir aguantándote; caremondá hijueputa —me dice con furia.
―Pero, papi... ―a estas alturas ya estoy lagrimeando...
―Mi polla en tu lápiz ―me dice entre risas―. TROLEADO —me señala con el índice de su mano derecha para burlarse de mí.
Ya me harté de mi papito; lo quiero mucho pero no sé por qué me odiará tanto.
―Hijo, ¿Sabías que te odio porque nunca obedeciste lo que te dije cuando eras pequeño? Siempre repetía la misma canción una y otra vez, y nunca me escuchaste. Aprovecho que quieres una vida en la granja para deshacerme de ti, y de paso haré con tu madre otro hijo ―me reprocha aparentemente desahogándose―. Nya, ichi, ni, san. Nya, arigato ―canta con furia mientras me señala con el dedo índice de su mano derecha enfadado.
―¿Que qué? ―pregunto.
―So ―responde y me tira a patadas de la casa apuntándome con una escopeta para que me suba al carro de mi abuelo.
Mientras estoy en el carro de mi abuelo tengo una conversación con él acerca de qué es lo que tanto me decía mi padre; le pregunté por una traducción del idioma slime al idioma español de lo que dice mi padre, pero su cara se torna asustada al escuchar lo que pronuncio.
―¡Nieto, ¿P-Por qué mi hijo te diría algo como eso?! ―me pregunta angustiado y asustado mientras maneja.
―Abuelo, ya te dije que no lo sé ―me responde.
―Pequeño nieto, no lo entiendo... ¿Por qué mi hijo te diría algo como eso?― me pregunta de nuevo y evidentemente sigue acarreado en su manejo.
―Abuelo, que ya te dije que no lo sé ―le respondo a estas alturas con algo de rechazo.―Nietecito, ¿Y por qué mi hijo te diría una locura como esa? ―y sigue y sigue.
―Abuelo, ¡que ya te dije una y otra vez que no lo sé! ―maldito alzheimer. (Se supone que se tienen que reír)
No fue una charla muy constructiva.
Mientras sigo respondiéndole una y otra vez lo mismo a mi abuelo esperando a que deje de molestar, presencio entre los árboles de un bosque por el que pasamos una luz gris con negro y rojo que tiene demasiada intensidad.
―Abuelo, ¿Qué es esa fuerte luz? ―le pregunto, impresionado.
―Nietecito, ¿Y por qué mi hijo te diría una locura como esa? ―troleo abuelo de Slai.
Esto no me ayuda en nada; así que decido que me tiraré del carro mientras este aún siga avanzando; algo así como lo haría una estrella de acción. La diferencia es que yo soy solo un niño slime y esos tipos se inyectan esteroides hasta en la polla con tal de verse bien, y como resultado tienen un cuerpo que los amortigua.
Cuando me tire, voy a correr hacia la luz que dije. Después de todo, mi abuelo solo seguirá preguntándome una y otra vez "Nietecito, ¿Y por qué mi hijo te diría una locura como esa?", y ni siquiera se percatará de que me habré bajado; estará muy perdido en sus palabras. Bueno, seguramente luego se devuelva a buscarme, pero dudo que lo haga muy rápido.
Ejecuto mi plan maestro y abro la puerta; me paro y me tiro; pero por suerte no me dolió, todo gracias a mi cuerpo de slime. En fin... consecuencias de olvidar que mi cuerpo es de slime y pensar que es de cualquier otro material. En serio, no sé cómo es que a veces el gran Slai pasa a ser el pequeño y loquillo Slai.
Luego de esta tirada, corro unos 50 metros como todo un maestro; y me adentro al bosque en búsqueda del origen de esa luz que tanto me impresionó.
Grande es mi sorpresa cuando observo la realidad del sitio del que ha emergido esta luz...
―Sekekekekeke... moshoshoshsosho... sekekekekekeke... ―repite la persona, que está emitiendo la luz por medio de su propio cuerpo como si fuera un hombre linterna, con una voz grave en dicho sitio.
―¿Qué demonios dijiste? ―le interrogo.
―Nya... ichi... ni... san... ―dice esta persona de nuevo, y con la voz con la misma gravedad.
¡Demonios, viejo! Dice exactamente lo mismo que mi padre me cantaba; me acercaré para preguntarle.
Estoy algo lejos, pero sigo pudiendo escuchar lo que dice al mismo tiempo de verlo; pero me acerco para tener más detalle y ver si es lo que realmente pienso, y para ver si dice lo que realmente creo.
Me acerco y ahora sí detallo quién es y lo que dice.
―¿Qué popó dijiste? ―le pregunto y me quedo callado unos segundos esperando una respuesta, pero esta persona no responde y en su lugar sigue repitiendo sus ritos raros—. ¡Hola, amigo! ¡Te pregunté qué popó dijiste!―soy muy insistente.
De repente la luz que está emitiendo esta persona deja de ser emitida, y veo que su cuerpo es una versión del mío con colores invertidos; sé que el gran Slai tiene miles de admiradores, pero nunca pensé que eso pudiera llegar al nivel de que alguien copiara mi apariencia.
―¿Quién es este bicho? ―dice esta persona, supongo que refiriéndose a mí.
―Yo soy el gran Slaimex; odiado por muchos y amado por pocos ―exclamo con confianza, sin darme cuenta de que así no era el dicho―. ¡Ah, no! ¡N-No iba así!
―¿Cómo que no va así? Literalmente es la puta verdad ―cuestiona con tono burlón y algo sarcástico.
―¿Qué popó habías estado cantando antes? Ya sabes, antes de que empezara a hablarte ―le pregunto ignorando su comentario de odio y seguro de celos.
―¿De qué hablas, bicho raro? ―exclama con aquel mismo tono sarcástico y burlón.
―Es que creo dijiste "Nya, ichi, ni, san, nya, arigato", y necesito saber qué significa.
―¿Y qué te importa? ―dice entre risas que se burlan de mí intentando dejarme como un payaso―. O bueno... pensándolo bien, te lo diré si me traes una buena chica para follar.
―¡¿Q-Qué?!―
FIN DE LA PRIMERA PARTE.
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Slaimex, una muy bizarra aventura
HumorLas aventuras del loquillo del Slaimex, todo un alocado este pequeño chico.