El perfecto detalle de la muerte.

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   Bastó su propio grito para despertarse de aquel sueño, o quizá; pesadilla.

   David despertó de su tortura, mas aun así estaba extrañado. En su defensa puedo argumentar que no sabía dónde estaba, ni sabía por qué de un segundo a otro su dolor había muerto.

   De inmediato se levantó, observó que estaba en una extensión vasta de pastizal, y por algún instinto oculto y natural en su ser, caminó por un largo sendero donde no se escuchaba nada, donde no había nadie, él todavía no me veía. Durante la trayectoria logró visar que este mundo, mi hogar, y el hogar de las almas recién nacidas, era extraño. Creyó por momentos que era un sueño, pero ni los sueños más perturbadores son tan anormales como este sitio. No era un sueño, pero tampoco era el mundo tal y como lo conocía. Con total honestidad, me dan pena los humanos, tercos a justificarlo todo, y terminan perdiéndose en nada.

   Crones de eones de mi existir, y sigo sin saber dirigirme hacia ellos en el primer intento, en esta ocasión; hacia David. No existe el tiempo aquí, pero ya era hora de hablar con él...

   Interrumpiendo su sosiego, comencé a conversarle, y como me temí, él solo se asustó. Huyó, pero ¿a dónde podría irse? No hay lugar en el onirismo después de la vida que sea rincón para esconderse.

   —¡David, bienvenido! —Grité con voz suave para evitar alterarlo—. No desperdicies la paz de este lugar agitándote de esa manera. No tienes que temer. Entiendo tu miedo, pero este lugar no es para que sufras. Este lugar no es la vida; es lo que viene después. Por ende no debes asu...

   David dejó de correr, y miró con emociones altas hacia el azulado cielo, pude presentir su sentimiento.

   —No... No, no; ¡NO! ¿Yo... estoy... muerto...? —Dijo David, con el peor nudo en la garganta imaginable—.

   —Sí, David. Lo estás.

   Élseguía sin poder verme, mas yo sí lo observaba, y veía como derramaban lágrimassus ojos, y sollozando gritaba, y no paraba de gritar. David rompió con supropia tranquilidad.
He aprendido que las emociones son capaces de romper con cualquier modelo devida, con cualquier clase de tranquilidad impuesta con anterioridad por más quese luche contra ellas. ¿Los humanos son fuertes por sus emociones?, ¿o son las emociones las que son más fuertes que los humanos?

   —No, no es verdad. Maldita vida, maldito mundo, no es justo. ¿Y mamá?, ¿y papá?, ¿y mi hermano? ¿Qué sucederá con ellos? Yo necesito verlos, necesito irme, ¡ELLOS ME NECESITAN! ¡No quiero estar aquí, no debería estar aq...

   —David, n...

   —¿David qué? ¡No quiero más que vivir!

   — Yo no arrebato vidas, David —enmarqué con algo más de soberanía—, no soy el culpable de tu ida. Pero sí soy el responsable de tu próximo ascenso.

   David, por naturaleza, no comprendió mi punto, él seguía discutiéndole al viento, a una dirección errónea a la que me hallaba. Él seguía sin poder verme, estaba lejos de terminar.

   Decidí dejar que el sosiego se volviera a apoderar de él, y con la calma en las manos, comencé a hablarle de nuevo.

   —David, mozo. No es esto el infierno, no es esto el cielo. No es esto la vida, y tampoco la muerte. Esto es el ascenso.

   —¿El ascenso a qué?

   —Permíteme explicarte algo, hijo... Tú eras un ser humano, un ser que nació en la Tierra. No escogiste nacer en ese lugar, ni en ese tiempo, ni bajo esas circunstancias, pero sucedió. Y viviste lo que viviste hasta que el final apareció y sentiste en todo el cuerpo el estallido de todo un universo. Todo lo que nace duele, duele tanto como todo lo que muere.

   David, a pesar de estar tranquilo, dibujaba en su faz una sensación de debacle.

   —Yo he vivido y he soñado. Soñado en grande, he soñado tener un increíble trabajo, he soñado darles a mis padres lo que se merecen, he soñado con esforzarme y ser de los mejores, y he soñado con poder formar una familia, ¿por qué tú o la vida me quitó lo que yo más ansiaba? ¿De qué sirve soñar si terminaré con la impotencia de no haber cumplido lo que amaba? —Manifestó David, con una clara indignación e ira hacia el viento—.

   —Empatizo con tu forma de sentir, David. Yo lo vivo ylo veo todo el tiempo... Un nuevo grito, un nuevo ser ha llegado de la vida aesto y es un nuevo mundo completo y complejo por comprender.
He tratado con bebés que no pueden hablar, que no pueden decirme cómo se sienten. He tratado con ancianos que han sido dejados atrás, abandonados y tristes llegan acá, ellos se alegran de tener a alguien con quien conversar. He tratado con niños y jóvenes, ellos son los que más pesar me generan, son almas con sueños que no se cumplirán, almas que no entendieron la vida, almas que sufren por sus papás, por lo que apenas nacía.

   »Y cada persona que ha pasado acá ha llorado por su vida. No sé muy bien sobre dolor, pero si algo sé, es que el dolor es siempre por un factor en particular; no haberse despedido de los seres a los que amaban. A sus más cercanos familiares, a sus más queridos amigos, a todos aquellos que tenían un lugar en su corazón. Y eso es lo que más tristeza siembra en mí.

   Mientras hablaba, noté que David comenzó a observar una especie de nebulosa en el aire. Y en efecto, él comenzaba a mirarme. El alivio que sentí en aquel momento fue muy muy grande. David comenzaba a entender que perdió mucho, pero aún seguía presente, en otro plano, lo que sí vivió.

   —¿Y qué pasará con ellos? —Cuestionó David a mi muy leve primera presencia—. ¿Me olvidarán? ¿No los volveré a ver jamás?

   —Cuando ellos abandonen la vida vendrán aquí, y ten la seguridad de que los volverás a ver. En algún momento los volverás a ver, te lo prometo.

   —¿Y si me necesitan?, ¿a dónde iré cuando ellos me precisen?

   —Oh, David, es seguro que te necesitarán, es por ello que estás aquí y me viste a mí.

   »Verás, tú has sido un excelente ser humano, has sido amable, altruista, simpático, solidario y siempre ayudaste. Sí, ayudaste bastante en tu período de vida. Tú eres un alma brillante, y cuando tu familia te necesite, tú serás su esperanza, serás su aliento en el peor de los remolinos.

   »A mí vendrán las almas que se quedarán en la Tierra para proteger lo que les queda allí. Jamás te olvidarán David, tú estarás para cada uno de ellos hasta que los vuelvas a ver.

   —Pero ¿cómo? Yo no sigo vivo, soy, allí, un cuerpo decayendo en descomposición.

   —Murió el cuerpo que fue tuyo, mueren tus células, mueren tus tejidos. Pero tú estás aquí, David. La muerte es el fin de ese lugar, es la última etapa de la vida, pero no es tu última presencia.

   »Existirás aun después de la vida y de la muerte, porque muere el saco que usabas, pero no el contenido, ya que el contenido es inmortal; inmaterial. El contenido es el alma y el alma o es pura o es impura, y según el alma, así será su trascendencia en su existencia. Las almas puras brillan y están tan lejanas a ustedes, que las confunden con las estrellas.

   Y fue en ese instante, en ese preciso momento de nuestro encuentro, que David me pudo ver con total claridad y se vio expresada una sonrisa en su semblante. Por fin había entendido la muerte, al fin podría ir conmigo hacia su nuevo lugar.

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