Capítulo 44

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Miriam, por fin, ¿Dónde estás?— habla Efrén, que no tardó ni un tono en atenderla.

Él lleva una hora esperando una señal de Miriam, por eso no tarda nada en atenderla, haciendo que su preocupación disminuya.

—Efrén, ven a buscarme rápido por favor.— le pide entre hipidos Miriam, haciendo que todo lo que se había relajado su hermano al ver su llamada, se esfume y su preocupación sea el triple.

¿Qué pasa, Miriam? me estás asustando, ¿Dónde estás? — le pregunta rápido el chico, cómo respirar no fuese algo vital para vivir.

—Con Pablo en un restaurante, te explico todo luego, pero por favor ven rápido. Te paso la ubicación por mensaje. — le dice como puede Miriam esperando que él la entienda.

Vale, ya voy, no tardo. —dice algo descolocado al escuchar el nombre Pablo salir de la boca de Miriam.

—Gracias. — le agradece y corta la llamada y le envía el mensaje con la ubicación a su hermano.

—Cómo le haya hecho algo ese hijo de puta lo mato, Efrén, te juro que lo mato. —dice Mimi parada frente al chico, la cual escuchó toda la conversación ya que Efrén había puesto en altavoz.

Sin esperar más, camina en dirección a puerta seguida de Efrén, el cual agarra las llaves del coche, y salen ambos en busca de Miriam.





                                     ***





—¿Estás bien? has tardado mucho en volver. — pregunta el gallego una vez ve a Miriam acercarse a la mesa.

—Sí, todo bien, solo estoy un poco cansada. — contesta la gallega intentando aparentar que no esta nerviosa mientras se sienta en su silla. 

— Si quieres pago y nos vamos a mi piso. — eso fue más una afirmación que una pregunta, ya que levanta la mano llamando al camarero para pedir la cuenta sin esperar la respuesta de la gallega.

Miriam no quiere irse del restaurante, allí se siente segura al estar en un sitio público, por ende Pablo no puede hacer nada que ella no quiera, ya que llamaría la atención de los demás clientes. Quiere quedarse allí hasta que llegue su hermano y la saque de esa pesadilla en la cual se ha metido y no puede, ni sabe, cómo salir.

Siempre ha intentado evitar estar con Pablo a solas ya que le da miedo como puede reaccionar el chico y que puede hacer con ella.

 — Nos vamos, ya he pagado.

— Pero Pablo no hace falta que nos vayamos, nos podemos quedar un poco más, todavía es pronto.

— Mejor nos vamos a mi casa vamos a estar en intimidad que hace mucho que no estamos así y lo echo de menos .— y por segunda vez Miriam no puede discutir la decisión ya tomada por Pablo.

El chico arranca el coche y sale del parking del restaurante. Miriam desde que se ha levantado de la silla no ha abierto boca, tampoco es que pueda formular una palabra coherente que la ayude a salir de la situación, por eso se mete en su mente pensado en su única acción bien hecha.

"Menos mal que le envié a Efrén la Ubicación en tiempo real "

Gracias al presentimiento que tuvo le envió esa ubicación durante ocho horas a su hermano, entonces él sabe dónde está en cada momento. Así que Efrén podrá saber que se están desplazando a otro lado y ya no están en el restaurante. 





                                     ***




— Efrén, Miriam se está moviendo. — le comunica Mimi al mayor al ver en la pantalla del móvil del chico que el icono que muestra donde está la chica se mueve. 

—¡¿Cómo?! — exclama el gallego sin apartar la mirada de la carretera, quedándole menos de diez minutos para llegar al restaurante. 

— Pues eso, que ya no está en el restaurante. 

—Joder, es que lo mato como le ponga un dedo encima a mi hermana.

Durante veinte minutos Efrén conduce y Mimi le va guiando la dirección, las direcciones que tiene que ir tomando.

— Están en este bloque de pisos pero no sabemos que piso es. — dice la rubia intentando ocultar sus nervios, pero fallando en el intento. 

— Tengo una idea, sígueme el rollo. — dice seguro bajándose del coche, dirigiéndose al bloque de piso.

Justo en ese momento un anciano iba saliendo con su nieto y el perro del pequeño.

— Perdone señor ¿Me podría decir el piso de su vecino Pablo García?

—¿Pablo García? ¿Pablo? Lo siento joven, no sé quién es.— responde el mayor de los allí presentes después de buscar ese nombre en su mente.

— Un hombre así de veinticinco años, alto, gallego como yo...— decir de donde es dio la clave para que tanto el señor como su nieto supieran quien era ese tal Pablo.

— ¡Ese es hombre malo que pegó a mi perrito, lo odio es tonto! — y sí, días antes se habían encontrado el pequeño, su abuelo y Pablo en el ascensor y segundos antes de que las puertas se abrieran para que pudieran salir el canino se hizo pis en los zapatos del gallego, cabreando a éste, que reaccionó dándole una patada al perro.

—Joselito no se habla así. — le regaña el abuelo a su nieto— Vive en la planta tres, piso C.

— Muchas gracias, de verdad. — dicen saliendo corriendo escaleras arriba Mimi delante y el gallego detrás. 

Efrén, faltando el último tramo, adelanta a la andaluza. Cuando llegan al rellano del tercero se dan cuenta que la puerta esta abierta, que de lejos no te darías cuenta, pero si estas cerca sí.

El chico entra dando un fuerte empujón a la puerta dejando a esta abierta de par en par. Efrén no aprecia que en el suelo al lado de la puerta está el bolso y la chaqueta de su hermana pequeña, ya que va centrado en encontrar a su hermana.

 —¡¡Eres un hijo de puta!!— dice nada más llegar al salón, encontrándose allí a su hermana tirada en el sofá asustada y a Pablo de pie delante del sofá sin camiseta.

El hermano mayor de los Rodríguez se lanza, sin pensárselo, encima del gallego, justo en ese momento entra Mimi en el salón y ve a Miriam temblando de miedo y respirando aceleradamente.

Las rubias conectan sus ojos, ninguna de las dos se imaginaba que la primera vez que se verían desde que lo dejaron fuera así, en esta situación. Sin duda en su imaginación era mucho más agradable y bonita.

La granadina no pierde un segundo, se acerca a Miriam y la abraza, logrando instantáneamente que la gallega entre sus brazos se calme, se sienta segura, como aquella vez en el aeropuerto. 

Para Miriam volver a sentir los brazos de Mimi, su respiración, su aroma, su cuerpo entero cerca le hizo saber lo mucho que la extrañaba y lo mucho que la quiere volver a tener en su vida, en su día a día.

Tu Música Nos SalvóDonde viven las historias. Descúbrelo ahora