CAPITULO 2

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Pasaron 2 semanas desde que aquel minino entro a aquella casa, aparentemente ambos se acostumbraron rápido a su nueva vida.

[Tu nombre] consiguió un empleo de cajera de supermercado, la paga no era demasiada pero le bastaba por ahora para satisfacer sus necesidades, así que temer porque una mañana el refrigerador estuviera vacío no era un problema.

Y sobre el minino, el desgraciado empezaba a vivir como un rey, aunque [Tu nombre] a lo largo de los días descubrió que al pequeño no le gustaba la comida para gato. Sin importar si eran aquellos sobres y/o latas de elevado costo.

Nuestra protagonista supuso que talvez estaba enfermo, ya que la idea de que seguramente estaba acostumbrado a lo que se encontraba en la basura y a la comida humana no era una opción. Debido a que en una ocasión el bigotudo se atrevió a probar lo que se encontraba en su tazon.

Termino vomitando poco después, un suspiro se escapó de los labios de la chica. Estaba aún acoplandose a sus gastos, así que llevar al gato al veterinario tardaría un poco, independientemente empezó a ahorrar para poder llegar a hacer eso.

Viendo lo positivo de estas últimas 2 semanas, el minino aprovechaba las 8 horas de ausencia de su amiga (Por alguna razón, se resignaba a llamarle dueña) para sacar su verdadera forma a la luz.

La que era de un chico de tez morena, alto y por ahora muy delgado con una alocada cabellera negra junto a unos hipnotizantes ojos color miel. Cabe recalcar que estaba desnudo y le sobresalían las características orejas y cola de un gato.

Se estiró un poco y rápidamente se dirigió a la habitación de la chica, sabía que no había problema con que estuviera desnudo, ya que aparte de estar solo y las ventanas se encontrabas tapadas por las cortinas.

Le habían enseñado a estar mínimo con una prenda encima una vez que sacará dicha forma. Así que, una vez que encontró una camisa, hizo un gesto de disgusto, su amiga tenía camisas más grandes de lo que parecía ser su talla, sin embargo lo que vendrían siendo pantalones y shorts eran muy pequeños.

No pensó demasiado en eso y tomo dicha camisa entre sus manos, acerco su rostro a dicha prenda y podía percibir el aroma de su amiga. Suspiro, en ocasiones a lo largo del día la echaba de menos.

Aún si prendía el televisor, la casa se sentía vacía sin ella. Frotó con suavidad su cabellera en la camisa para después ponérsela. Para empezar con su rutina, rondar la casa, ver televisión y limpiar un poco.

Le gustaba ver el gesto de su amiga, cada vez que se sorprendía por encontrar más limpia la casa de lo que la había dejado, aunque en ocasiones el minino se encontraba con un mugrero majestuoso para al final no recibir ni un gracias. Bufo recordando aquello, sus orejas gatunas se dirigieron levemente hacia atrás.

Aún así, se alzó en hombros y no se detuvo al limpiar después de todo tampoco es como si se quedará de brazos cruzados o como si supiera hacer otra cosa.

Había terminado con la sala cuando escucho el sonido de un motor afuera, la curiosidad mató al gato muchos pueden decir, aún así con cautela se dirigió a una de las ventanas que daban hacia el patio delantero.

Sujeto la cortina y se asomó un poco, era aquel auto negro. Frunció su ceño, no era la primera vez a lo largo de la semana que se encontraba frente a la casa, como sí estuviera esperando.

Cualquier cosa que ellos estuvieran buscando y/o esperando no le daban buena espina. Aún faltaban dos horas para que llegara su amiga, así que el resto del día solo se quedó allí y observo.

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¡Ah, Es un Tío! [Chico gato y Tú]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora