Capitulo dieciséis

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Me quedo un rato sin decir palabra alguna, y para acabar con este momento incomodo opino sobre lo dicho

-entonces ¿más que una amistad?-tartamudeo un poco

-sí, algo mas

-pues...

-¡claro que no!, no es cierto-dice a carcajadas, lo acompaño con las risas y lo golpeo con las palmas de mi mano en su pecho

-¿y lo de maniaco…?-pregunto con los brazos cruzados, muy seria para ser yo

-no tampoco…

-eres un tonto-empezamos  a reírnos y en menos de lo esperado llegamos a la fogata. Hay un  grupo de personas allí tocando unos grandes timbales a ritmos desiguales, dándole vida a la chica que baila cerca del fuego, Elliott tira de mi mano para que me una a ellos, él toma un tambor y empieza a palpar sus manos en él, mientras toca levanta sus cejas, lo que me saca una sonrisa, deja el timbal a un lado y me lleva a la “pista de baile”, nos tomamos la mano y la movemos en el aire a un ritmo desigual , estira su mano para que dé una vuelta, me recibe en su pecho

-bailas bien-le suelto

-esto no es bailar- ambos nos chocamos nuestras cabezas y nos echamos a reír.

Luego de un rato creo que ya lo he animado un poco, no podía soportar verlo así, sé que no soy la chica que ayuda a los demás, y sé que soy la chica que odia a la mayoría de personas, pero la soledad no es algo que quisiese desearle a nadie, ya que te sientes impotente y rechazado, ¿porque no brindar la  mano al solitario? Entramos a la fiesta y nadie nota nuestra llegada, Elliott cambia en un instante, afuera era un chico súper divertido y aquí no sé qué le sucede

-¿qué pasa?- lo digo cerca su oído ya que el bullicio incrementa

-nada

-¿nada?, entonces a donde se fue tu sonrisa

- a un lugar donde nadie la pueda estropearla-niego con la cabeza y mamá se para en un taburete para recibir atención de todos, con una copa de vino en su mano y suelta

- ante todo quiero agradecerles por su asistencia, con tu permiso hija quiero leer este poema-esboza una sonrisa, saca una pequeña hoja y empieza a leer

-Madison el nombre que elegí para darle título a mi más preciada obra, tu hermosa sonrisa alegra mis días, me hace seguir luchando, me da más fuerzas para seguir adelante y superar los retos que día a día me da la vida, más de un millón de veces hemos discutido, problemas hemos tenido, mas sin embargo somos  madre e hija esa relación que nunca se derrumbara, feliz cumpleaños hija-se baja del taburete y corriendo me dirijo a ella,  la rodeo con mis brazos con fuerza

-no tenías que hacerlo mamá

-¿qué? el pequeño poema-sonríe

-no hablo de esto-paseo mis ojos por todo el lugar para que sepa de que hablo

-si no tenía que hacer eso, tampoco tuve que haber hecho esto-se recoge el cabello para un lado y deja a la vista un pequeño pedazo de cabello color turquesa 

-¡es un chiste!-lo tomo para darle un vistazo

-quiero entenderte- sonríe.

Ya todos se fueron solo quedamos mamá y yo, y Matt, es un silencio incomodo, Matt mete sus manos en los bolsillos traseros de sus jeans, noto la incomodidad de ambos así que rompo el silencio

-que fiesta…-aprieto mis labios y mi madre dice de manos cruzadas

-los dejare solos-desarma sus brazos y se va, me lanzo en los brazos de Matt y el me abraza

IRROMPIBLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora