Alpes

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Se ha agotado el tiempo y debo recordar mi historia, treinta días tengo para ello, ¿Cómo podrían ser suficientes treinta días para recordar toda una vida?; la vida y la muerte son un chiste, mis recuerdos han quedado perdidos pero la gracia es que mi alma también; ¿Dónde podría encontrarla?, si nunca fui a muchos lugares.

Ahora solo vago en el limbo tratando de encontrar mi historia, ¿Por qué es necesaria?, Si ya ha quedado atrás; sigo viviendo en una constante agonía, a pesar de haber acabado con lo que se supone que era mi problema, ¿Por qué debo recordar algo que mi mente no quiere ver?, las penas que me pesan me acompañan incluso hasta en la otra vida, vago entre fragmentos rotos de mi memoria con una mente desértica tratando de encontrar respuestas.

Al menos, ahora puedo estar en lugares en los que jamás pensé que estaría; solo quiero disfrutar treinta días más; para ser franca no quiero recordar nada, tengo miedo a lo que me podría encontrar en los callejones de mis recuerdos, no creo que haya algo que valga la pena en esas polvorientas imágenes o en aquellos libros viejos que se encontraban en la estantería de esa oscura habitación llena de humedad y lágrimas.

Nunca había sentido tanta paz y jamás imaginé que sería en la cuna de la muerte, ya lo he dejado todo atrás, bueno, no es que realmente tuviera mucho que dejar, pues, estaba sola en un mundo que no fue hecho para mí, un mundo en el que me costaba sobrevivir.

Sin embargo, me arriesgué y me liberé de tanto dolor, pero le he tocado la moral a Dios, decidí jugar su juego a mi manera y ahora tengo que pagar mi penitencia, ha sido muy claro al respecto, pero muy injusto al juzgar a alguien que solo quería escapar del matadero que el mismo creó, no lastimé a nadie, solo fui egoísta conmigo misma, nunca fui escuchada, ni tomada en cuenta, pero él me señala como su peor creación, entiendo que este hombre ofendido le tema a la valentía de un cobarde, porque son aquellos que empuñan la espada y sacrifican sus almas para lograr su victoria deseada, hasta yo me sorprendo de lo que son capaces de hacer estos sufridos.

Había leído una nota en el refrigerador antes de partir, recuerdo que fue la última que leí, no estoy segura del por qué pero se ha quedado conmigo sin importar el tiempo transcurrido, y del hecho de que solo puedo recordar un par de horas atrás de mi muerte, la nota tenía su letra y sus palabras, esas dulces y desesperadas oraciones que parecían ser un leve grito de auxilio aún resuenan en mi cabeza, justo como en nuestra última llamada.

"Apunta hacia luna para llegar a la montaña"; sueños grandes, grandes resultados, aunque no llegues a donde querías estar, al menos habrás avanzado tanto y te encontrarás más cerca de él; ese refrán se convirtió en mi única esperanza, incluso hasta en mi último suspiro.


NO LA OLVIDESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora