I (Introducción)

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Desperté y me dolía la cara. No sentía la pierna derecha.

Oh, ya no tenía pierna derecha.

Recorrí la situación con la mirada. Suturas, cortes, vendajes. Una vieja bata de hospital y un televisor encendido, aunque no tenía volumen.

Las paredes pintadas de un celeste claro, la luz me cegaba un poco.

No entendía cómo, ni cuando, ni por qué...

Comencé a desesperarme observando las máquinas, los doctores que iban y venían corriendo con pacientes en camillas móviles.

-¿Trevor Green?

-¿En dónde diablos estoy?- Ataqué a la enfermera.

-Trevor, estás en el hospital sanatorio de Ohio.

La observé mientras caminaba hacia mi dirección y me cambiaba la bolsa de suero.

El sonido de un auto coleando me invadió. Me paralizé. Trataba de recordar, pero no podía. Me pasé las manos por el cabello intentando reconstruír mi llegada al lugar.

-Señor Green-. Volvió a llamar la enfermera.

-Yo... Yo... ¿Por qué no tengo una pierna?

- Estaba destruída, y tuvimos que amputarla. Es un milagro que siga viviendo.

Estaba temblando. Miraba para todos lados, buscando respuestas que no obtenía.

-Mamá...

Miré hacia la mujer de color tratando de hallar esperanzas. Ella no me respondía. Me contuve llorar.

-Mamá... Y papá...

Su mirada apenada me confesó todo. Pero seguía sin entender.

-La tía... ¿Kate? ¿Virginia?

-Lo siento mucho, Señor Green. No han podido sobrevivir.

En ese momento, me bajó la presión. Acababa de morir toda mi familia. ¿Con quién me iba a quedar? Muchas preguntas me invadían, pero una retumbaba más que las otras.

-¿Sobrevivir a qué?- Pregunté, con lágrimas en mis ojos.

La enfermera caminó hasta la puerta y se apoyó en el marco de esta, suspirando.

-¿No lo recuerda?

Negué con la cabeza. Las lágrimas brotaban aún más.

-Usted y su familia chocaron de frente con un camión. Sus padres murieron en el acto, su hermana Virginia también. Su tía y su otra hermana fueron llevadas hasta aquí, pero no llegaron con vida. Agradezca que tiene un par de rasguños, porque su pierna atravesó el vidrio del coche y casi muere desangrado.

Mi respiración entrecortada hacía que me dolieran ciertos cortes. Esperé a que la enfermera se retire para poder sollozar. Eran sollozos silenciosos, pero depresivos.

¿Qué sería de mí ahora?

Me dolía llorar.

No sabía cómo pudimos chocar de frente con un camión, volvíamos a casa después de las vacaciones.

Trataba de recordar cuando la primera imagen vino a mi mente.

Kate y Virginia estaban jugando a quién encontraba más coches blancos en la ruta.

Estábamos en la ruta.

Luego, me invadieron los recuerdos. Cuando acompañé a papá a la sala de partos para recibir a mi hermana. Y tres años después, a la otra. La primera vez que las sostuve en brazos. La primera vez que las oí hablar. Sus primeros pasos, la felicidad de mi tía...

El llanto se hacía más fuerte. Me estaba desconcentrando, necesitaba recordar.

Recuerdo que estaba contemplando el paisaje, mientras escuchaba a mamá y a papá discutir por algo. Mamá estaba en el asiento trasero, y papá en el de co-piloto. Me dolía la cabeza, estaba irritado.

Y todo lo demás llegó solo.

Estaba irritado, les grité que pararan de discutir. Me enojé, y el coche aceleró.

Viajábamos realmente rápido. Virginia estaba asustada y Kate estaba dormida. La tía no opinaba, aunque podía ver por el espejo que estaba algo molesta. En cuanto a mis padres, seguían discutiendo.

El coche aceleraba cada vez más.

Virginia pidió llorando a mamá y a papá que paren de discutir, porque todo terminaría mal.

El coche iba a doscientos kilómetros por hora.

Pasamos un auto que nos cerró el espacio entre nuestro vehículo y el camión.

El camión se estrelló contra nuestro coche.

Pude recordar todo.

Pude recordar, que la persona que manejaba a doscientos kilómetros por hora... era yo.

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