Él era un simple ingeniero mecánico, con dos masters en informática y un doctorado en robótica, pero siempre estaba solo. Solo a tal punto que a veces olvidaba como utilizar la gramática correctamente. Pero todo eso, fue antes de mi llegada. No recuerdo mucho de mi vida anterior a él, solo mi nombre.
Al parecer tuve un accidente y él me rescató. Siempre lo amé en silencio. No necesitaba que fuese o no correspondido, porque siempre he creído que lo mejor del amor, es darlo y así le entregué cada día de mi vida a aquel que me rescató, hasta hoy.
Hoy he decidido ser egoísta, solo a unas horas de su muerte me he dado cuenta de que le negué la posibilidad de saber si le amaba, como me la negué a mí misma. Hoy he decidido pedirle que me ame en sus últimos momentos, que muera con el sabor de mis labios en los suyos, pero la respuesta no fue la esperada…
Pensé que sería por nuestra marcada diferencia de edad, pero esa según él, no es la razón. Sin quedarme nada en esta vida corrí, voy a lanzarme de aquel maravilloso puente sin río en el que debí morir hace años en aquel accidente y lo hice…
Abrí mis ojos, era imposible, el rompecabezas estaba incompleto, necesitaba más para resolver mis dudas. Al ponerme de pie, mis dos preguntas, ¿por qué no podía amarme? Y ¿por qué había sobrevivido estaban a punto de responderse por sí solas.
Tres tornillos cayeron a mis pies, y recién ahí las piezas faltantes de la historia comenzaron a encajar en mi mente.
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Historias Cortas
De TodoPequeñas historias, de sólo un capítulo o menos. Una especie de mini cuentos.