Las gotas en la ventana.

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Alguna vez besaron a alguien pensando que siempre estaría. Quizá solo fue el primer beso, talvez solo seria ese y el único. Esta vez sentía los labios arder, pensaba que en cualquier momento tocaría la puerta el doctor La Torre, también sabia que posiblemente nunca pasara otra vez.

Narra Álvaro Rojas.

Hace poco salí de la ducha, escuchaba como las gotas empiezan a golpear el las veredas, los gatos se guardan. El día estaba como me sentía.

-Doctor...Felipe...Fernando...por favor, que alguien venga... -La lluvia entonces se dio, eran gotas mas pronunciadas en la ventana.

Fui por un suéter, esperar ahora era seria lo único que podría hacer.

...

...

Narra Fernando La Torre.

He empezado a caminar con Felipe, ha empezado a llover. Él no ha querido entrar a ningún sitio en particular, tan solo desea caminar bajo el mismo paraguas.

Quedamos hasta ala orilla del malecón, sostuve mi mano a la baranda, con la otra el paraguas sintiendo la soledad reflejada en Felipe.

-Que desea esta noche doctor Mackenzie? -Las gotas insistentes con más intensidad caer con fuerza por doquier, se dificultaba ya empezar a escucharnos.

-Solo caminar, veo que hasta eso se me niega. Amo la lluvia, pero ahora desearía ver la luna llena. -Su minada se enlazaba a un recuerdo en particular, no sabría que decirle si en esta vida ambos fuimos parte de ese tercero que no está presente.

-Estamos caminando, bueno pausamos el ritmo por que podemos resbalar. -Puse mi mano encima de la de Felipe.

-Ve que fue algo sencillo, así me siento ahora. Queriendo un instante, pero parece imposible.

-Dígame lo que quiere que lo complazco. -Cerré el paraguas, las gotas caer de pronto lo sorprendieron, sonreí al verlo asombrado por lo espontaneo.

-No!... -Pero él no busco abrir el paraguas, la felicidad alumbro su rostro. Sin luna lucia feliz, precisamente quería la lluvia pues viviendo la tristeza sabes que puedes volver a ser feliz. Él lo acabó de entender.

-Quiere ir, ¿verdad? -Tome la mano de Felipe hasta ir bajo el techo de un comedor.

Y usted, acaso no lo desea con esta intensidad. Fernando, siento que se me saldrá el corazón por Álvaro. Siento como me llama y sé que también lo llama con el pensamiento a usted. -Bajó la mirada, había un conflicto en nuestras mentes y corazones. Y las dos aclamaban el nombre del jefe de enfermería.

-Le mentiría ahora si dijese que no. ¿Y usted? -Note las ansias por mi respuesta.

-Deseo, mas no se si será lo correcto. -Abrí el paraguas, tomé la mano de Felipe.

-Tiene las manos heladas. Sentí como apretó su mano a la mía para en lazarlas.

-Las suyas están calientes. Los contrastes de la vida doctor. -Fuimos hasta el carro.

El silencio no debía porque darse, sin embargo, sucedió.

Llegamos hasta la entrada de la casa de Álvaro, lo vi y él a su vez nos observó llegar juntos. Sin embargo, no estaba tan seguro de lo que podría pasar.

Aun buscaba una relación y cada que embargo, cedo a esto me alejo más de tenerla.

...

...

Narra Felipe Mackenzie.

Fernando veía hacia la ventana de la casa.

Puse mi mano encima de su muslo para lograr ver que era lo que detuvo su atención.

Era Álvaro, inmóvil a la mirada de ambos que chocaron.

Supe que no bajaría si Fernando no lo hacía, esta vez decir que deseo hacer las cosas en serio iban en otro contexto. Quería ir sin lastimar a nadie, bueno si es que eso tendría sentido alguno en este trio amoroso donde estamos perdiendo por partes iguales.

-Si usted desea podemos retirarnos. Deseo esto tanto como usted, pero a la vez quiero algo sano sin mas daños a futuro. -Hable directo, pero en tono suave.

Su respiración se tranquilizó.

-Antes, las veces que paso fue por que fui invitado y solo lo hice por no perder nada. Ahora soy yo quien tiene la decisión. Que noble se presento el cinismo de ser amante. -Vi como no estaba seguro si apagar el carro y subir o arrancar para marcharnos.

-Vámonos entonces. Podemos ir donde usted desee. Donde sea. -Tome la mano de Fernando notando como él volteo a verme.

Su atención se fijó al timón.

-Puedo irme a mi casa y si usted quiere suba. -Su respirar fue agitado, él solo quería estar tranquilo y venir fue un error.

-Arranque, solo marchémonos. -Nuevamente me puse el cinturón al percibir como por costumbre arranco.

Ahora solo deseamos un día de paz. El día parece que seguirá así por unas horas más.

-Gracias Felipe. -Él sujeto fuerte el timón.

-Tranquilo, reconozco que quiero, pero ahora lo que mas necesito Álvaro no me lo puede dar pues es quien me provoca la ansiedad.

Llegamos hasta su casa.

Lo abracé, sin encender las luces estuve recostado encima de su pecho hasta saber que este momento que pudo ser lo que nos arrebato el aire ahora este gesto nos lo devuelve.

Amor, hoy olvidarás a tu ex.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora