01. El hombre que no teme

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Las ventanas abiertas golpeaban con fuerza las paredes y la lluvia mojaba el piso de aquella habitación, provocando que su débil cuerpo temblara de frío y ardor al sentir aquellas gotas que resbalar sobre sus heridas, atravesando las profundas cortaduras en su pálida espalda.

Cuando la lluvia cesó, las nubes fueron revelando unos cuantos rayos de luz que caían sobre su cabeza, quitándole un poco el frío que sacudía su cuerpo, su único abrigo, la tibia sangre que recorría su piel. Sus ojos pesaban y su respiración era lenta y pausada, sintiendo que otro desmayo se hacía presente. En su mente, borrosos recuerdos florecían y no hubo tiempo para detener sus lágrimas, eran espesas y fluían como la sangre bajo su sombra.

De la nada, un golpe lo asustó provocando que se moviera y que sus heridas se abrieran un poco, un quejido de dolor amenazaba salir de sus labios, pero se contuvo al ver a la persona frente a él. Era la puerta la que fue azotada con fuerza, y en aquel marco, de pie y con ojos agudos sobre la escena que protagonizaba, estaba su madre.

—M-madre.

—Estoy a un paso de acabar con tu vida y tú, me sigues llamando así. —Una risa sorna salió de su boca—. Eres un niño realmente idiota.

Sus delgadas extremidades no pudieron cubrir la fuerte golpiza dirigida a su estómago, botando sangre y dandole un mareo que lo dejó caer nuevamente en el suelo.

Dolor.

Era todo lo que sentía, y no solo físico, la rabia que apretaba su pecho lo hacía sentir más vivo que nunca. Maldito el bastardo que lo metió en esto.

Hace unos días atrás, su hermano mayor le hizo prometer que no diría ni una palabra sobre lo que acabada de ver, rogándole para que guardara el secreto. Sin poder negarse, le juró silencio.

Pero lo que nunca se imaginó, fue que en una de esas noches, mientras su borracho hermano se encontraba fuera de casa, la sirvienta de este lo acusaría con su madre, insistiendo en que revisara su baúl personal de joyas. Se habían robado sus piedras lujosas, y todo apuntaba a que el responsable había sido él.

Las palabras no bastaron para aclarar lo sucedido, los golpes llegaron antes y el dolor en sus huesos fue mayor que sus suplicas para detener el castigo. Se encontraba aislado en un vieja choza en el momento en que los sirvientes, con alegria y ruido, anunciaban la llegaba a casa de su hermano mayor, Yang Do-hyun, después de estar varios días desaparecido.

Describiéndolo un poco, Do-hyun era alto y delgado, no tenía una cara muy destacable, exceptuando aquella sonrisa con hoyuelos que compartían, por otra parte, su personalidad resaltaba entre muchos, siendo coqueto y seguro de si mismo. Era el hijo deseado de muchas mujeres, el suspiro de jovencitas soñadoras y el orgullo de su propio padre. Tenía una vida muy envidiable a ojos ajenos.

A excepción de su total adición por las apuestas y prostitutas.

Yang Jeongin solo pudo apretar la mandíbula con fuerza, dejando caer sus ojos en la mujer —Eres un atrevido hijo de puta, y todavía te atreves a mirarme, ¡No te basta con haberme robado! —Unas ganas de reír se apoderaron de él y sin razón alguna una lenta y calmada sonrisa apareció en su rostro, acompañada con las pocas lágrimas que le quedaban. —¿Qué se supone que haces?, ¿Es acaso, otra de tus artimañas?

—Quiero morir. —Con poca fuerza, se logró limpiar la humedad que caía sobre la sangre seca en sus mejillas. —Acaba con esto, madre. —Sus ojos solo mostraban un hueco donde antes había luz, esos que alguna vez miraron con admiración y cariño aquella mujer. —¿Q-Qué debo hacer para que e-esto acabe?. —Su cabello sucio y enredado le nublaba la vista, pero no evitó que notara como su madre tensaba sus manos, apretando su costosa falda azul; como el color del cielo que terminó por despejarse.

—Estarás aquí hasta que se acabe tu castigo, no te has portado bien. A tu padre no le gustará verte en algunos días. —Y mencionando lo último, se retiró de aquel envejecido lugar, húmedo y polvoriento por el abandono. Así como Jeongin, quien con un suspiro se obligó a dormir bajo los débiles rayos de sol.

La tranquilidad no duró mucho, dos días después de aquella visita, unos pasos acercándose lo hicieron estremecer, pero para su sorpresa, quien entraba en el sitio era su hermana, Yang Eun-ha. El carácter despreocupado la hizo caminar con pasos lentos y pesados, hincándose frente a él.

Sus hoyuelos hicieron presencia al hablar —Gracias por no delatarlo, hermanito. No queríamos que esto llegara tan lejos. —una lágrima amenazaba con desbordarse —Pero ya conoces a madre, ella a veces suele ser un poco... impulsiva.

—Entiendo.

—Te lo compensaremos, le diré a Do-hyun que te prepare un lindo regalo. —Sus brillantes ojos reflejaban la luz, iluminando su rostro blanquecino y sus largo cabello. Era la tercera Yang, después de lo que fue el trágico nacimiento de Jeongin, Eun-ha fue como un rayo de esperanza en el linaje.
Creciendo como una hermosa flor entre la maleza y siendo el pase de oro para subir de estatus, era la joven más deseada de todo Busan.

—Gracias por tus palabras, pero desearía estar solo. —Apoyándose con cuidado sobre su codo, miró sus heridas con una mueca; esta vez tardarían unos días en sanar.

—¿No quieres mi ayuda? —Su mirada le provocó náuseas a Jeongin —Quiero estar contigo, hermanito. Ya te dije que mamá no estuvo bien, pero no es mi problema.

Lo más probable y no lo dudaba, es que aquel plan de robar las joyas e incriminarlo, haya sido idea de ella, con Do-hyun de cómplice.

Las manos de Eun-ha se apoyaron con fuerza en su pierna, sacándole un grito de dolor. Y un brillo en sus ojos poseída algo más que inocencia.

Odio.

—¡Oh, Lo siento!, fui torpe.

Jeongin no entendía el comportamiento de su hermana hacia el, ya que desde pequeños habían sido educados por separado e incluso vivían en patios diferentes. La sensación de que algo andaba mal, comenzó cuando tuvo su primera interacción con ella.

Mientras retenía el llanto por el dolor causado, sintió pequeños escalofríos al sentir una mano acariciar su cabello. —Espero verte pronto. —Dicho esto, abandonó la escena tan tranquila como su llegada.

—Espero que no. —Soltando largo un suspiro, se acurrucó contra si mismo para poder entrar en calor.


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El próximo capítulo tendrá un poco más contexto sobre su relación familiar 🦦

¿Les gustó el inicio?, algo tétrico para recordar 🦦

Los herederos  (Hyunin)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora