II

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<POV Narrador>

La noche había pasado, el peliblanco se había hospedado en un bar llamado "La señora de la fertilidad".

Siendo ya de día, decide levantarse para recorrer la ciudad, ya que a finales de la tarde tendría que ir a la mansión de la familia Loki.

Con una sonrisa llena de emoción recorre la ciudad, viendo los locales y algunos dioses trabajando. Un ejemplo fue que se encontró con una de las hermanas de su abuelo, Demeter, la cual trabaja en una florería. Bell hablaba con la diosa, contándole que era uno de los pocos sobrevivientes de la antigua familia Zeus y de paso compró flores para su asesora.

Con una sonrisa en la cara, y viendo que se acercaba el medio día, decide comprar dos almuerzos en un restaurante cercano. Después de haberlos pagado, con rapidez pero sin correr va directo al gremio, donde entra gritando.

–¡¡EINA-CHAN, TE TRAJE EL ALMUERZO.!!– Gritó aún con la gabardina, lo que atrajo la atención de los trabajadores y los pocos aventureros que habían. –¡¿Qué ven, acaso no le puedo traer un regalo a mi asesora?!.– Preguntó el chico al notar la mirada de los presentes.

Las personas que estaban en el gremio se cuestionaban como es que alguien con tal apariencia podía ser tan infantil. Pues su gabardina negra que le llegaba hasta los tobillos, el pantalón negro y las botas negras le daban un toque atemorizante, más si a eso le sumamos que no se puede ver nada de su cara.

Eina por su parte estaba avergonzada con un gran tinte rosado en sus mejillas, algo que dejó a sus compañeras sorprendidas, la siempre seria Eina estaba sonrojada.

La semi elfo trata de calmar sus nervios, pero es inútil ya que no sale ni una sola palabra de su boca, sin más opciones hace una seña para que Bell la siga.

Ya dentro de la sala privada, el albino deja los dos almuerzos y el ramo de flores en la mesa, mientras procede a quitarse la gabardina.

–Te traje un almuerzo y un ramo de flores, no sabia cuáles eran tus favoritas así que traje un par por cada tipo.– Habló con tranquilidad mientras le daba una sonrisa a su asesora.

~No tenías que hacerlo, tampoco tenías que entrar gritando.~ Fueron sus palabras susuradas, que Bell escuchó.

–Quizás, pero quería sorprenderte.

El peliblanco no quitaba la sonrisa que había en su rostro, lo que hacía que la elfa no pudiese abandonar su sonrojo y su cabeza se mantuviera un poquito baja.

El peliblanco no quitaba la sonrisa que había en su rostro, lo que hacía que la elfa no pudiese abandonar su sonrojo y su cabeza se mantuviera un poquito baja

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–Si no te gusta no lo vuelvo a hacer.– Dijo el chico algo desanimado, a lo que la elfo se apresura en aclarar la situación.

–No es que no me guste, pero llamaste mucho la atención.– El chico cae en cuenta de lo que había hecho.

–Perdón, estaba emocionado y no lo pensé bien, a la próxima seré más cuidadoso en no llamar tanto la atención.– El amazona recupero su sonrisa deslumbrante al saber que su asesora no se había enojado.

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