única parte

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Louis se arregló su uniforme azul pálido unas cuatro veces más mientras se observaba en el espejo. Quería lucir bien. Y no es que el uniforme no le quedara, era él el problema. Estaba sumamente nervioso, porque desde hoy tendría que reemplazar a una de las jefas de área en el hospital donde lo derivaron para practicar la carrera que estudiaba. Llevaba ahí unas tres semanas trabajando; simplemente siendo apoyo, o un adorno prestando atención a lo que todos los con más experiencia hacían, claro, pero jamás se esperó que un lunes a las ocho de la mañana le pidieran reemplazar a una de las enfermeras a cargo.

No podía negarse, aunque por dentro estuviera muriendo de miedo. Era una gran oportunidad que no podía desaprovechar. Y justamente por eso ahora estaba tan inquieto alisando la tela de su uniforme tantas veces que sus manos ya ardían por la fricción.

Inhaló y exhaló lentamente para mantener la compostura.

Pasó sus manos por su cabello tratando de peinarlo un poco, cosa que no le dio mucho resultado. Aunque de todas formas, esperaba que nadie le prestara la suficiente atención a su aspecto.

—Louis, cariño —tocaron la puerta del baño con dos suaves toques haciendo que soltara un suspiro. Era Luan; la mujer a la que debía reemplazar desde ahora hasta que su práctica acabara—, ¿puedo hablar un momento contigo antes de irme?

—Sí, sí —respondió rápido mientras abría el paso del agua—. Enseguida salgo.

Se miró una última vez en el espejo y mojó su cara con agua fría.

Al salir se topó con Luan. Una mujer alta, de cabello cobrizo, una muy simpática sonrisa y una panza de embarazo de unos seis meses.

Ella era la sub-jefa de las enfermeras de esta área, trabajaba con su madre un par de años antes de que dejara de trabajar aquí. Una mujer de unos treinta años, muy amable con todo el mundo y con una facilidad de tratar con pacientes un tanto más complicados que el resto.

—¿De qué quieres hablar?

—Bueno... —comenzó haciéndole un ademán de Louis de que caminaran— quizá esto te suene extraño, y lo es un poco si puedo serte sincera —rio por lo bajo.

Louis arrugó las cejas ligeramente y sonrió.

—Hay... un chico.

—¿Un chico? —repitió Louis confuso.

—Sí, él... viene cada tantas semanas con hematomas, y heridas adornando su piel tatuada, a veces graves, a veces no. Pero siempre viene, o ha venido unas cinco veces al menos —comenzó a contarle.

—¿Y eso que tiene que ver conmigo?

—Verás, este chico es... bastante peculiar.

—¿En qué sentido?

—Se niega a que alguien que no sea yo lo atienda... Lo sé, es extraño, ¿no? —dijo viendo la expresión de Louis— Pero no me molesta y terminé acostumbrándome.

—Suena a que está loco.

—Es un muchacho complicado —admitió y guardó silencio.

—Luan...

—¿Sí?

—¿Qué es lo que querías pedirme? —decidió preguntar para ir al grano. La intriga se estaba esparciendo por su estómago, y quería saber de qué se trataba.

Ella jugueteó con sus manos sobre su estómago un poco nerviosa. Nunca la había visto así, por lo que debía ser algo importante.

—¿Podrías encargarte de él en mi ausencia? —preguntó deteniendo su andar.

sometimes at the midnight (o.s) ;l.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora