Las malas compañías Parte 2

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Ese día, llegué a mi casa, mis padres estaban discutiendo, en cuanto me vieron, no bajaron la guardia ninguno de los dos, por el contrario me mandaron a mi cuarto, a base de gritos, lo que le rompió el corazón.
-Ya llevaban semanas con problemas, pero nunca había visto una pelea, asumía la problemática por el hecho de ver a mi madre triste, a mi padre con una actitud distante, y yo, yo pensaba que las cosas eran pasajeras y podían cambiar-; en cierta forma no quería creer, siempre habíamos sido tan unidos, mi padre aunque duro, siempre tenía sesgos de cariño hacia mí y hacia mi hermana, que ahora seguramente estaba por llegar de la preparatoria, ojalá y no alcanzará a ver nada de lo que pasaba.
Me metí a mi cuarto, me puse los audífonos y empecé a escuchar mi grupo favorito, cantando a ritmo de "si te llamo no contestas, si te busco nunca estas..." Mi mente empezó a divagar, empezó a soñar, se fue a otra parte, de pronto me sentí en las nubes, fuera de mi realidad; esta realidad, me gustaba más, donde no había problemas, donde la vida era más fácil, en donde yo podía ir a donde quisiera, comer lo que quisiera, romper la reglas del mundo, como en esa película donde el cerebro de la gente estaba conectada a una gran computadora, donde no sabían hasta donde era real lo que veían, y hasta donde era una sueño; a lo mejor, descubría la forma de romper las reglas en el mundo real, y no solo en mi sueño, a lo mejor yo era la elegida, tenía que probar, tenía que experimentar.

La tarde transcurrió tan lenta, mi playlist del celular, dio vuelta no se cuantas veces (realmente no tengo muchas canciones) pero aun, ese tiempo pareció eterno. No podía conciliar el sueño, quería dormir, tenía sueño, simplemente no podía, ya iban mas de 2000 borregos cuando me sumergí en profundo sueño.

Fué entonces como tuve ese sueño, uno de los que llaman lúcido, soñaba que Paulina me invitaba a salirme de la escuela, yo corría frenética hacia ella, cuando nos encontrábamos, salíamos disparadas como unas locas, de un salto nos volamos la barda, antes de caer empecé a flotar, era tan divertido, volaba y veía la secundaria desde las alturas, parecían todos hormiguitas, nunca me he subido a un avión, pero me imagino que debe verse así de hermoso; ahora entiendo el planear de las Águilas, majestuoso, rondando en las alturas, teniendo esa hermosa perspectiva de la naturaleza, del mundo.

Apenas comenzaba el decenso cuando la música de mi celular sonó fortísimo. Ya eran las 5:30 de la mañana, ¡tenía que alistarme ya para la escuela!

Medio dormida me dirigí al tocador, mientras recordaba ese sueño, que después de todo había sido hermoso aunque un poco loco, de pronto me sentí como cuando aquel elefante gris, que por sus grandes orejas volaba, había soñado con elefantes de colores, y todo psicodélico, muy loco en verdad; qué ridícula me sentía, ¡vaya carcajada que solté en ese momento!, que bueno que nadie me escuchó porque seguramente me preguntarían el motivo de mi estruendosa risa, y seguro que yo no iba a responder, no quería, de verdad no estaba dispuesta a dar explicaciones, solo sé que sentía un frenesí que recorría mi cuerpo, y unas ganas de romper las reglas por primera vez, este día podía ser mi gran día.

Salí a la calle, realmente la escuela me quedaba a 15 minutos caminando y a 4 en el transporte colectivo, decidí que no quería caminar, hice la parada al primer microbús que pasó y subí. A las 6:45 era un triunfo encontrar asientos disponibles, muchos de los chavos de la escuela iban ahí todos apretados, algunos asientos de dos, se convertían en tres, y para mi suerte yo era una de las últimas en abordar, porque los de más abajo de mi casa vivían realmente cerca, muy cerca de la secundaria.

Estaba resignada a viajar esos 4 minutos parada, súbitamente escuché mi nombre, era una voz conocida, muy conocida, sonó tan bella como música de Mozart, muy suave, etérea, por el rabillo del ojo, observé quien me hablaba; era Roberto, sentí que la piel se me ponía de gallina, se congelaba mi sangre.

Como suspendida en el aire caminé hacia el, se paró y me cedió el asiento, antes de este gran capítulo me dió un beso en la mejilla, sentí un líquido correr por mis venas y no era sangre, no se que era; yo esbocé una sonrisa, tome mi mochila hacia el frente y me senté.

Esos 4 minutos fueron majestuosos platicando con Roberto; a el le encantaba el fútbol, aunque yo no sabia nada de eso, trataba de comprender, y pensé que tenía que tomar un curso intensivo en YouTube para no quedarme muda cuando el me platicaba de jugadores, de su equipo favorito, de jugadas, y todo eso que les gusta a los niños, a mi no me gustaba de ninguna manera estar sin habla, mientras escuchaba el monologo futbolero de mi ahora, gran amor.

Era hora de bajarnos, estábamos frente a la escuela, Roberto descendió primero y me extendió la mano para ayudarme a bajar; me pareció ver a cupido volando desde lo alto del Olimpo, apuntándome con su arco, trazando la flecha justo hacia mi corazón...

Continuará

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⏰ Última actualización: Mar 19, 2015 ⏰

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