El abrazo

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Los viernes Harry tomaba unas cervezas con sus compañeros de la Oficina de Aurores. Le invitaba a menudo, argumentando que algunas parejas les acompañaban, pero Draco siempre rehusaba.

—No es nada personal, Harry —bromeaba para suavizar la negativa—. Es solo que no me encontraría a gusto entre aurores. Tradición familiar, supongo.

—Draco, yo soy auror —porfiaba Harry.

Harry cedía y salía solo. Draco se acostaba temprano. Se hacía el dormido cuando Harry se deslizaba dentro de la cama y, cariñosamente, le abrazaba por detrás estrechándolo contra su pecho, acariciando su abdomen con mimo y dándole un beso en la nuca.

Los siete tesoros de DracoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora