— inténtalo de nuevo — suspiro viendo el fracaso de la pequeña.
Asintiendo la cabeza, puso la flecha en la cuerda tensándola al instante.
— *yo puedo* — pensó después de soltar la flecha.
El hombre y la pequeña miraron como la flecha salió disparada hacia el tronco que lo usaba de práctica.
Antes de poder ver si le dio en el blanco, los padres de la pequeña se la llevaron apresurad-amente.
Kikyo jamás supo porque sus padres hacían eso, pero siempre se la llevaban sin decir palabra alguna.
— entra y no salgas si? — empujándola la metió dentro de la pequeña casa, en un cuarto que estaba oculto a los ojos de los demás.
— no hagas ruido — dijo su padre después de cerrar la pequeña puerta.
— *sigo sin saber porque hacen eso* — pensó mientras se acomoda como puede en ese lugar.
Afuera del pequeño cuarto, estaban los dos adultos algo nerviosos.
— Rin — la joven alzó la mirada cuando escucho su nombre.
— señor sesshomaru — con una sonrisa se acercó al dayoukai.
— Como has estado? — pregunto mientras frotaba su cabeza azabache.
— bien..
El exterminador y el dayoukai se miraban de forma retadora, queriendo matarse sólo con la mirada, un momento algo incómodo para los tres.
— no gusta pasar señor sesshomaru? — pregunto rompiendo aquel incómodo silencio.
Rin pensó que no iba a aceptar su oferta, como siempre lo había hecho pero grande fue su sorpresa al ver como asintió la cabeza. Entrando así los tres.
— gusta un té? — pregunto. Él dayoukai sólo asintió la cabeza.
Detrás de la puerta, estaba kikyo apegada a la puerta tratando de escuchar la conversación, pero era inútil.
Poniendo un te un frente del dayoukai se sentó a lado del azabache. Cuando Rin intentó romper el intenso ambiente, la cortina se había movido entrando alguien más.
— señor inuyasha, tanto tiempo — él albino sólo acarició la cabeza de la joven.
— Como has crecido Rin — dijo con una sonrisa.
— inuyasha — una voz entró seguido de cinco personas más.
— shippo, señor miroku, señora sango...
— Hola Rin, tanto tiempo... — saludó sango, empezando una plática.
Inuyasha miró al frente y noto a su medio hermano mirándolo.
— sesshomaru? — los de atrás dejaron de hablar, para poner atención a los hermanos inus.
El ya mencionando, se levantó de donde estaba para caminar en dirección al hanyou. Quedando a unos centímetros de distancia. Había pasado años desde la última vez que se habían visto, o mejor dicho... desde aquel incidente no se habían hablado o visto.
— sesshomaru yo...
Un fuerte golpe y un grito ahogado se escucho por todo el lugar, gritó que nadie tomó atención. Levantándose de donde estaba, se limpió la sangre que salía de su boca.
— tsk, maldito — incorporándose, sacó su espada y la chocó con la de su hermano — no fue mi culpa ok? — medio gritó apretando la empuñadura de su espada — hice lo que pude...
— aún así no la salvaste — habló el mayor con un poco de ira mezclada.
— ¡¡hasta cuando vamos a seguir así?!! ¡¿Hasta cuando... dime?! — cuando iba a de volver el ataque, el báculo de miroku se interpuso en los dos albinos.
— deberían arreglar sus asuntos en otra parte — mirando a los dos, uno le gruño y él otro le ignoró.
— hump, este no es asunto tuyo, esto es entre él y yo — señalando al dayoukai, que guardaba su espada.
— por favor señor inuyasha... No peleen aquí — dijo Rin un poco asustada.
— está bien — dijo con un suspiro.
Todos entraron ya que empezaba a llover.
Los adultos se ponían al día, mientras que los pequeños jugaban con el zorro, y el hijo menor, se fue para otro lado sin que nadie se de cuenta.
Detrás de la pared, trato de ver mejor lo que pasaba, pero no quería que la descubra, así que fue saliendo poco a poco hasta ver como un albino golpeaba a alguien que soltó un grito de la impresión tapándose su boca con su mano para que nadie la escuche, con un poco de miedo se volvió a ocultar.
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¿destino o casualidad?
Romancesesshomaru e inuyasha no podían creer lo que sus ojos veían