Cada manada del Sur.

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Ryoga y yo nos dirigimos a la cabaña comunal, él quería tomar algo caliente mientras que hablamos de lo que quiero saber de la mesa de oro. Al menos esto me puede distraer mientas que Sesshomaru esta siendo atendido por los médicos, sé que puedo llegar a una crisis y no es adecuado para el embarazo, así con todas mis fuerzas, negué caminar por donde se fueron con mi esposo y seguí al chico de cabello negro.

La cabaña es grande, cuenta con asador y un pequeño espacio adornado de sillas, mesas y colchonetas para disfrutar una comida o simple charla bajo el gran cielo, la naturaleza siempre presente. Sin embargo, Ryoga y yo nos dirigimos de inmediato dentro de la cabaña, tratando de refugiarnos del frio.

-¿Te molesta que tome un poco de café antes de nuestra plática?—Me pregunta el chico con una sonrisa apenada, su mano señala la cafetera. —, ha sido un viaje cansado.

-Claro, perdona que ocupe tu momento de descanso para hablar. —Toco mi vientre por costumbre, ellos me salvaron de una desgracia y solo estoy abrumándolos más.

Ryoga sonrió, se disculpó para trotar a la cocina de la cabaña y prepararse un café.

Me senté en el sillón marrón de la sala, mi cuerpo está débil y le exigí demasiado. Observe al chico de la otra manada, parecía tan tranquilo, como si todos los días enfrentara peligros que pueden llegar a la muerte, y es cuando me di cuenta que la vida de los Ookamis es difícil, siempre escondiéndose y sobreviviendo a los cazadores.

-La mesa de oro... —Pronuncie con un nudo en la garganta, de inmediato la atención del chico regreso conmigo, esos ojos verdes me hipnotizan por unos segundos. —, ellos quieren matarme.

-Sí, quieren matar al híbrido que crece dentro de ti. —Ryoga deja la taza con café a su costado en un mueble. —Los Taisho son peligrosos, incluso un mitad lobo. No les conviene que venga al mundo.

Mis manos empezaron a temblar, sabíamos lo que significaba tener a nuestro bebé, pero nunca pensamos que el peligro se encontraba tan cerca.... Y fuera tan poderoso. Pensé que derrotando a Naraku todo terminaría pero no fue así, simplemente ellos nunca nos dejaran en paz.

Mi acompañante se acerca a mí, toma asiento alado y tome mis manos, mi temblor poco a poco disminuye.

-No dejaremos que los asesinen, cada manada del sur seremos sus protectores. —Cruzamos miradas, su sinceridad se refleja en sus ojos color verde. Todo de él me transmite tranquilidad.

Le sonreí.

Es cierto que cada lobo quiere proteger a los Tiasho; a su linaje, lo comprendo pero verlo, escucharlo se siente aun tan irreal. Saber que mi hijo es tan importante para estas personas me abruma, pero no negare la honestidad de estos lobos.

-Gracias. —Le dije sincera. —, incluso antes de nacer mi hijo tiene aliados tan fuertes como ustedes, muchas gracias.

El de cabello negro ríe con vergüenza, viéndolo bien sin peligros alrededor, se ve joven, tal vez unos años más que Inuyasha pero sigue siendo tan chico. Mi corazón dolió a recordar a mi niño, se supone que ellos debían venir a la aldea junto con los otros compañeros de Ryoga.

-Inuyasha...

-¡Oh, el lobo pequeño! Llegaran en unos minutos. —Mira su reloj de la muñeca. —, tenemos aún tiempo para contarte sobre la mesa de oro.

Asiento con la cabeza, es información importante si quiero avanzar en este camino junto con Sesshomaru.

-Ellos son la élite de los cazadores, al parecer hay un jurado de ancianos que los eligen cada tiempo. —Empieza Ryoga, su voz es seria. — Ellos son entrenados para ser lo mejor de lo mejor, pero incluso siendo así, casi no participan en las cazas de los lobos. Solo son necesarios cuando se acerca una guerra.

¡¿Guerra?!

No sé qué decir, todos mis sentidos se ponen en alerta, si solo aparecen en casos tan extremos como esos ¿por qué rayos están aquí?

-Sesshomaru Sama empezó una guerra cuando mato a Naraku. —Ryoga me mira, su semblante es sombrío. —, él inicio todo cuando te protegió... En el instante que su alma te eligió, sello la guerra.

-Pero-

-Señorita Higurashi, su apellido vale más de lo que cree. Sesshomaru mato a uno de ustedes y ahora espera un bebé de la última descendiente del linaje Higurashi. —Todo me da vueltas ahora mismo. — La mesa de oro espero todos estos años porque se preparaban para la guerra contra los Taisho.

¿Todo es mi culpa? ¿Por qué lo detuve esa vez? ¿Por qué lo salve ese día?

"-Oh. —Me detuve en segundos y mire al lobo que yacía en el suelo. Su pata trasera estaba lastimada y no podía moverse con facilidad. —Esto se ve feo.

El lobo de color gris y de gran tamaño, me observo y gruño. Trague saliva pero no di un paso hacia atrás, no lo dejaría en aquella condición.

-Bien, te ayudare. —Saque mi celular, pero de nuevo rugió y lo solté asustada. —O puedo ayudarte con lo que Miroku me ha ensañado."

Ryoga se apresuró a tomarme de las manos de nuevo, ni siquiera lo voltee a ver, solo quiero procesar toda la información que me ha brindado. Sesshomaru mato a ese hombre para protegernos, nuestro amigo Bankotsu también sacrifico su vida para que tuviéramos paz pero ahora todo se convirtió en cenizas.

-Señora Taisho, no se asuste, somos fieles a ustedes e iremos la guerra. —Dijo con seguridad, sin embargo todo me parece tan irreal. Sus manos no se apartaron de las mías y trataba de que me tranquilizara, no tuvo el efecto que trataba de realizar.

Mi cabeza dolió, los mareos llegaron de nuevo y todo parecía dar vueltas. Me aferre al chico a mi lado pero no pude más y todo se volvió negro.

AHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH

LLevo no de cuantos años aqui tratando de avanzar, perdón :c

aunque creo que solo dos... JAJAJ

Pero ya pude escribir la trama principal de este libro, no creo que dure tanto como OOkami :) tons no se preocupen jajaja no tendran una historia larga y tediosa, gracias por tanto amor y panciencia a esta segunda parte <3 

Kogarashi  木枯らしDonde viven las historias. Descúbrelo ahora