Primer día de instituto, abrí los ojos aún desorientada y el frío del suelo se me coló en los pies haciendo que me recorriera un escalofrío desde ese mismo punto hasta la cabeza, la voz de mi madre gritándome otra vez era insoportable para mis tímpanos, cuando me incline y conseguí ponerme de pie mi madre abrió la puerta de un azotandola contra la pared.
- Mastema.
La voz de mi madre por las mañanas era un zumbido horrible que recorría mi cabeza.
- Ya te he dicho que no me llames así - mi voz ronca de buena mañana solo me daba un tono aún más frío -
- Soy tu madre, te llamaré como quiera, ahora vístete que vas a llegar tarde - otra vez azotó la puerta cerrandola -
Suspiré echando todas las fuerzas que guardaba para el día con ese aliento, me vestí entre gruñidos, pero lo peor de por las mañanas a parte de tener que levantarme de la cama era ir a un agujero lleno de adolescentes hormonales y sus lenguas largas soltando cualquier cosa que pasará por sus cabezas a cada minuto que hablaban, aunque no hacía falta que te dijeran nada, solo con sus miradas podías deducir si les caías bien o no, o si estaban siendo unos falsos contigo y luego irían a criticarte a tus espaldas con su grupo, claro que te acabarías enterando porque si pasaba algo en el instituto a los minutos todos ya lo sabían y lo pondrían por las redes sociales.
Al llegar al baño ajuste un poco mi camisa ancha negra y mis cadenas en el cuello, me puse los pendientes y me cure el piercing que tenía en la lengua horizontal, mire mi pelo y solo le di forma con mis manos, no podía evitar que los rizos pelirrojos cobrasen vida propia, mire mis lentillas y decidí no ponermelas, total en el instituto ya creían que era un monstruo, tener heterocromia no era muy agradable, más la mía que se notaba a distancia, un ojo azul y otro verde, encima de un color claro, a veces me pregunto que he tenido que hacer en otra vida para merecer esto...
[...]
Aproveche en el autobús que me llevaba al instituto y me puse los cascos para evitar los ladridos de la gente que estaba a mi alrededor, apoye mi cabeza en el asiento y mire las casas del vecindario en el que vivía.
Odiaba Seattle quería salir de aquí, después del verano en Miami con mi padre había descubierto lo que quería hacer, música, ya tenía un grupo de rock con unos amigos, pero quería hacerlo profesional, quería tener la sensación de estar delante de miles de personas cantando y viéndolos volverse locos por el grupo, por la música que estaban escuchando y cuando el concierto ya estuviera acabando en la última canción lanzarme al público y que me llevasen de un lado a otro entre lo alto de la multitud.
El claxon del autobús me saco de mi sueño que me negaba un poco a dejar en esos instantes, ya habíamos llegado y la entrada del Landend High School nos daba la bienvenida al infierno.[...]
La señorita Claire, divorciada a sus treinta y pocos sería mi tutora este año, había tenido suerte, ella era una de las más comprensivas en el instituto si hablamos de profesores, al menos el señor Michael no estaba este año, se había jubilado y yo daba las gracias a eso, odiaba sus clases con su bigote ridículo, lo movía con el labio superior como si fuera un juego que le divertía, y sus camisetas con estampados de animales aún más ridículas, además ya no tendría que escuchar sus gritos cuando no estuviera prestando atención en clase.
- Chicos callad un momento, tengo una noticia que daros - se escucharon los tacones de Claire andando hacia la puerta -
Todos se callaron en ese momento, presos de la intriga al ver a la profesora abria la puerta y dejaba pasar a una chica con una chaqueta gris y unos pantalones vaqueros, su pelo era negro como la noche, y eso que solo la vi por el reflejo de la ventana, al no poder verle la cara me giré mostrando una mueca de indiferencia como siempre.

ESTÁS LEYENDO
𝐁𝐚𝐛𝐲, 𝐭𝐡𝐞 𝐡𝐞𝐥𝐥 𝐢𝐬 𝐢𝐧 𝐲𝐨𝐮𝐫 𝐞𝐲𝐞𝐬
Romance⚠️palabrotas ⚠️violencia ⚠️drogas Por favor no copies ni hagáis adaptaciones sin mi permiso, gracias.