Germán posa la mirada en la ventana enfrente de su cama, estudia con detenimiento la calle poco transitada, no había clareado del todo. Aún hay tiempo. Se relaja de hombros y vuelve a caer rendido. Mirando al techo, cuelga una lámpara amarilla de Olga, actual compañera de piso.
Se conocían de vista desde el instituto pero nunca compartieron palabra. No hasta el verano pasado que Germán se pasó de la raya con el vodka y entre arcadas, mareos y risas nació una nueva amistad.Pasaban los minutos, debería empezar a vestirme. Ahora qué me pongo. ¡Cómo le gustaría volver a ser pequeño! Sus nuevas responsabilidades están presentes por más que evite pensarlo. Además esos pantalones y polos, carísimos por cierto, no se van a doblar solos. El establecimiento donde ha conseguido trabajo está a dos paradas de autobús, debe darse prisa.
Mientras termina de vestirse le regala una última mirada a la ventana, no hay mucho que ver, una señal de stop y la pared de los vecinos. Germán se queda embobado contemplando un trocito de cielo rosado por el amanecer, quizás es algo que lleva inculcado desde pequeño, eso de mirar al cielo, aunque ahora le guste más mirar al frente, a la calle, al suelo. Imaginándose historietas absurdas que le provocan cosquilleos, el escenario sería esa travesía y los actores él de la mano de algún guaperas.
-¿No quieres la última en tu casa?
-Lo siento tengo que madrugar, yo te llamo.
- Antes dame un beso.
Abandona el cuarto, Olga ya estaba despierta, colocan tazones para los cereales.
En lo que estas dos señoritas desayunan podemos indagar un poco más en cómo se conocieron:
Sábado, 20 de Agosto, casa de Matías:
Germán fue a darle una visita a un viejo amigo, Matías. Resultaba ser el anfitrión de una fiesta que a Germán le vino por sorpresa. Matías había terminado los exámenes hacía una semana y sus compañeros aprovecharon que sus padres no estaban para usar su cochera como verbena e invitar a cualquiera que le apeteciera pasar un buen rato, basta con que traigáis hielos y seven up.
Los padres de Matías iban de camino al norte por motivos que no estaban claros, no dieron muchos detalles.Al principio Matías tenía a Germán bajo su brazo dándole palmaditas en el pecho al ritmo de la música, con la cabeza bien alta y sus labios aupados, disfrutaba del ambiente sintiéndose el señor de la noche. Había pasado mucho tiempo desde que no veía a su amigo, Germán se encontraba aún viviendo con su madre y buscando trabajo por todos lados. Para una vez que pudo acudir estaba muy ilusionado, un poco eufórico. De vez en cuando le gritaba a la oreja, la música alta y los comentarios subidos de tono de Matías liberaban la tensión mediante la risa y disminuían la incomodidad de Germán, nuevo en esto de las fiestas.
Continuaron juntos sin separarse el uno del otro. Fluían las conversaciones entre ellos, nada había cambiado, excepto la forma de pensar de Matías. Estaba creciendo y cada vez se interesaba más por el mundo del sexo. Aún era virgen y todo le ponía... nervioso. Se maravillaba por el buen culo que moldeaban los vaqueros de Chloe o la falda de tubo plateada de Sofía, esto no le hacía tanta gracia a Germán. Más bien no lo entendía. Le hubiera gustado comentar otras cosas, como lo bien que le quedaban las camisas entalladas a Lucas, un antiguo compañero de clase de inglés. Estaba un poco lejos a la izquierda, bebiendo y charlando, entre la multitud. El estampado de tigres de sus pantalones le sonaba, la prenda era muy parecida a una que él tenía. Moreno de piel, las manchas blancas y negras del pantalón, a juego con la camisa le encantaron. Pidió gracias a Dios por no ponérsela ese día, estaba entre sus elecciones. Quería comentárselo a Matías y así hablar un poco mas no eran comunes entre ellos las conversaciones sobre moda masculina. Decidió evadirse y dejar que Matías siguiera a lo suyo, este se fue con sus compañeros de clase. Estaba tan metido en su cabeza que ni notó su ausencia. La gente empezó a bailar.
Se puso a recordar los días de invierno donde tenían que prepararse los "speaking's" junto a Lucas, menudo tigre.
Entre tantas memorias sus miradas se cruzaron y acto seguido el felino se acercó.
A Germán se le encogió el corazón. ¿Para qué?
Despistado. Se encontraba apoyado en la mesa donde se servían las bebidas. Lucas solo quería coger otra lata de cerveza.
Más tarde, harto de estar de pie, Matías llevaba como quince minutos sin aparecer. Decidió marcharse, estaba bastante mareado, despidió a su amigo vía mensaje.
Entonces fue cuando apareció Olga. Ambos iban solos paralelos por la acera, acordaron en darse compañía durante la caldeada noche hasta que llegasen a su vecindario, se transmitían seguridad. Por el camino fueron contándose intimidades. Germán se soltó a causa del alcohol. Intimaron muy bien. Hablaron de infinidad de cosas de las que ahora no se acuerdan. El silencio de la madrugada actuó de cómplice y al llegar a la casa de Olga se dijeron al menos diez veces lo bien que habían conectado y lo mucho que se querían así como las veces que iban a volver a verse.
Mala suerte para Germán que le vomitó encima del vestido negro con lentejuelas cuando se dieron el que seguro no iba a ser el último abrazo de la noche. Pero que gracias a los tropezones que le salieron disparados de la boca definitivamente lo fue. Increíble el sigilo con el que ella entró, cerró la puerta y respirando por la boca lanzó el trapo asqueroso a la cesta de la colada. Muerto de vergüenza se dirigió hasta su casa. Ambos llegaron tarde. Ambos tuvieron resaca ¿Primera vez que Germán se ponía así de borracho? ¡Ojalá!
Al menos crearon un mítico recuerdo. Ahora, en el presente, mientras pasea por los pasillos de la tienda le gusta reproducir esos momentos, hacen la jornada más llevadera.
Cualquier día lo van a fichar de psicópata por reírse solo en las esquinas de los probadores.
Volvamos a la cocina, ocho y media de la mañana. Ahora con la panza llena se despiden y apresurados parten hacia sus respectivos destinos: Olga colocase correctamente su cinturón y Germán decide amarrarse su colgante de llaves a la muñeca.
Dispuestos a comerse el día.
ESTÁS LEYENDO
Pórtate bien
RomanceMientras Germán intenta amueblar su cabeza por los problemas que anda teniendo en el "paraíso", un domingo por la tarde Matías, que le apetece mover un poco las cenizas de fuegos pasados, hace que dos corazones que llevan apagados mucho tiempo se re...