Capitulo 13

202 21 8
                                    

Es como el sentir del desamor, aquella realidad golpeada por la marejada de emociones que han de fluir, ni la misma muerte a de conocer dicho sentimiento, dicho dolor, un dolor que quema el alma, el dolor que fulmina toda vida dentro de un cuerpo que funciona por la vida del mismo cerebro, no mas que eso, escorpio y acuario signos contrarios, signos que chocaban con frecuencia, las cosas no eran las mismas, la partid de Camus fue suficiente para acabar con aquella felicidad del caballero de escorpio.

-Milo, ¿no saldrás hoy? -preguntaba Aioria como siempre lo hacia, odiaba ver a su amigo en aquella situación, rara vez Milo salía de su casa como antes que no pasaba mucho tiempo en ella, sino en con los mas problemáticos del santuario -Milo necesitas salir.

-Sabes cual es mi respuesta Aioria -contesto fríamente -no me presiones, porque no quiero salir con nadie.

-Milo esto es intolerable ya y lo sabes -contesto Aioria de golpe -ya es mucho, te has estado lamentando todo el día aqui y eso ya no puede ser.

-Aioria retírate por favor -pidió el joven -no te quiero aqui y mucho menos a que me vengas a gritar como si tuvieras ese derecho.

-Lo hago por tu bien maldita sea -contesto Aioria apretando los puños -tu no sabes cuanto daño te estas haciendo tu solo, Camus se fue ¿y? ¿crees que le importaba? 

-Vete antes de que te entierre las agujas escarlatas -respondió Milo ya con agresividad -vete por favor -Aioria solo pudo suspirar y obedecer a retirarse de ahí, le preocupaba Milo, estaba angustiado por el, no sabia como animarlo, no sabia si Milo valoraba todo el esfuerzo que ellos hacían por el.

El odio y la culpa en uno solo, un combo de sentimientos negativos, combos dañados y perjudicados por los dos, Camus lo sabia, sabia que eso iba a ser así, y que su nueva vida en su pais le llevaría tiempo, estaba muy bien con unos parientes lejanos, una prima lejana y la hija de esta con la que no perdió contacto, Monserrat, una joven de cabello rojo y mirada dulce como la miel en el miso café, era la acompañante de Camus, y era la única que sabia todo lo que el estaba pasando.

-Prepare un poco de café para los dos -hablo Monserrat colocando dos tazas de café -las preparo como me enseño la abuela.

-Vaya sabe bien -dijo Camus dando un sorbo -esta muy rico ¿le echaste miel? 

-Si -respondió ella tomando un poco -me gusta echarle porque queda mas dulce y sabroso, antes le echaba jalea de fresa.

-Sabe bien la verdad -contesto Camus para luego obsérvala -¿Porque decidiste ayudarme? después de tanto tiempo sin vernos.

-No quiero que estés solo, además mi hija y yo necesitábamos compañía -contesto ella con una sonrisa -Lucie es una niña muy dulce.

-Es hermosa, a tan solo 6 años y es toda una princesa -contesto Camus -yo pensé que odiaba a los niños, pero al verla a ella fue diferente.

-Muchos dicen lo mismo, mi hija es muy diferente a otros niños -respondió la joven -me alegro saber que pueda arrancarte  una sonrisa.

-Si créeme ya se había olvidado como sonreír -respondió Camus suspirando para luego ver fuera de la ventana, solo pudo imaginar como hubiera sido todo si las cosas con Milo se hubieran resuelto, y a pesar todo aunque sonreía al ver a su pequeña sobrina, la tristeza del desamor le agobiaba sin poder parar. 




Traicion AmargaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora