El despertador sonó y con ello se despertaron todos los nervios. ¡Hoy era el día! Salí de la cama y fui hacia el baño para tomar un baño caliente y relajarme. De repente, todas mis ganas de ir desaparecieron, ¿y si no es cómo yo espero? Tendría que aguantarlo mes a mes. ¿Y si no hago amigos? Joder, sería la marginada del grupo. ¿Y si no soy capaz de hacer bien todas las actividades que propongan los monitores? Sería el hazmerreír de todo el mundo.
Estaba absuelta en todos mis pensamientos, que no me percaté de que el agua salía a borbotones de la bañera y mi padre estaba golpeando la puerta.
- ¿¡Ayla!? ¿¡Estás bien!? ¡¡Abre!!
- ¡Sí! Estoy bien papá, solo me distraje un poco.
- Bueno, pues limpia el baño y cuando puedas baja a desayunar. ¡Hoy es un gran día!
Oí como bajó por las escaleras y me puse a recoger y limpiar todo lo que había liado en el baño. Un poco más y creo una piscina. Mientras quitaba el agua con la fregona me acordé de que mi madre me dejó una carta pequeña fundamental para cuando iba a probar experiencias nuevas. Cogí la caja violácea y saqué la cartita, en ella ponía:
Mi niña, mi Ayla, eres valiente y con gran fuerza de superación, ¿qué es esta experiencia para ti? Una oportunidad de superarte a ti misma, yo sé que puedes, yo confío en ti pequeña.
Sonreí cabizbaja, nunca había echado tanto de menos a nadie, ¿por qué tenía que ser ella? Toda niña necesita a su madre con ella, sea para lo que sea, a su padre también por supuesto, pero no es lo mismo. Es esa herida que no se cierra y cada vez escuece más. Que olvidas y recuerdas, un círculo vicioso del que no sales por mucho que quieras. Es la mayor parte de tu vida, ya que ella te la dio y de repente un cabrón borracho se la arranca en la carretera y es duro, muy duro superar eso.
Dejé de nuevo la carta en la caja y lo metí al cajón, me lavé la cara porque pequeñas lagrimillas se habían escapado y bajé a la cocina, a este paso llegaría tarde el primer día.
- Buenos días papá. –Le besé la mejilla- Lo siento por tardar tanto, estaba leyendo la carta de mamá.
- No pasa nada cariño, -me tendió un plato con tortitas y sirope- para que empieces bien el día.
- Ay que te como. –Le hice el signo del corazón y empecé a desayunar.
Dos horas después ya me estaba llevando al campamento, ¡joder que nervios! Podía divisar todos los adolescentes de más o menos mi edad por allí, de todo tipo, de todos los estilos, ojalá tuviese suerte y entre ellos hubiese amigos de verdad.
Bajamos del coche y viene una monitora a recibirnos, pelirroja y ojos azules, joven, no aparenta más de treinta años, y con una simpática sonrisa. Nos informa de que tenemos que ir a la cabaña trece que es ahí donde me han asignado mis compañeros y demás. El sitio donde viviré los próximos tres meses es un bosque, montañas y lagos a los lados, y una altísima tilorina, que ganas tenía de tirarme por ahí y sentir el viento en la cara con la adrenalina a flor de piel.
Entré a la cabaña y allí había seis personas, tres chicas y tres chicos, cada uno en un rincón de la habitación sin hablar. Bien empezamos, pues.
- Hola, ¿vosotros sois mis compañeros? Me llamo Ayla.
- ¡Sí! Somos nosotros. –Me abrazó una de las tres chicas, era delgada y tenía el pelo larguísimo y moreno, sus ojos castaños tenían una mirada profunda, de esas que llegan a transmitirte todo tipo de sentimientos. – Encantada, yo soy Renata.
- Yo soy Marek, -me saludó el chico más alto, y a mi gusto el más guapo, los labios gorditos, unos ojos azules como el mar y un porte tan elegante- encantado.
- ¡Yo Halina! –Chilló la chica rubia, parecía una ardilla con esas gafas que llevaba, pero realmente guapa- Encantada también.
- Me llamo Igor, -me tendió la mano un moreno fuerte, me intimidaba- y soy gay, encantado.
- Y yo el último chico, me llamo Łukasz –Me dio un beso en la mejilla- Encantado.
- Encantada Ayla, me llamo Urszula. –Terminó presentándose la última de las chicas, con pecas por los mofletes y muy roja.
- ¡Lo mismo digo chicos! –exclamé- Bueno, ¿y ahora?
- Hay que ir al comedor, -explicó Marek- y contarnos gustos y lo que suelen decir los monitores para que seamos amigos, ya sabes, el coñazo de turno.
- ¿Y tú qué sabrás? –Repliqué ante su bordería.
- Más que tú que llegas tarde el primer día.
- A lo mejor me temía que había gente igual de estúpida que tú. –Mis pensamientos sobre que era el más guapo cambiaron, este chico es un flipado.
- Que subidita vienes.
- ¡Bueno chicos, ya está bien! No queremos malos rollos el primer día, relajaos que seguro que eso son los nervios y vamos para el comedor. –Calmó la disputa Halina.
Madre mía, si el primer día ya empezaba así con uno de mis compañeros no me quería imaginar en tres meses…
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El campamento de verano.
Teen FictionRenata, fiel y observadora. Ayla, amable y sincera. Urszula, cariñosa y tímida. Halina, enamoradiza y valiente. Łukasz, humilde y maniático. Igor, Introvertido y soñador. Marek, borde e inteligente. ¿Qué pasará si por casualidad se encuentran en u...