parte 4

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— Papi, vamos a jugar fútbol al parque.— Max se colgaba del brazo de Louis, quien estaba lavando los platos, encaprichado por querer salir.

Al parecer el día no estaba a su favor por lo que decidieron jugar en el patio trasero de la casa. Un lugar muy amplio y lindo para las comodidades del niño, con un árbol mediano y algunas flores.

— Ten cuidado, no vas a querer tirar la pelota muy lejos.

Fueron unas palabras que Max tomó sin importancia  para que al primer intento el balón se vaya a la casa del vecino y caiga directo al patio de este.

— Max lo primero que te digo...

— Perdón papi. — juntó las manitos y sonrió entre línea.

— Iré a buscarla, ve a la sala y busca una película, voy a traer el balón.

Las intenciones de Louis era ir a traer el balón, volver y pasar toda una tarde de domingo con su lindo hijo viendo películas infantiles como era de costumbre. Pero el timbre de la casa sonó antes de que diera un solo paso.

— Creo que a tu hijo se le cayó el balón en mi casa.

Harry parado frente a la puerta, con la pelota en la mano. Max la recibió y subió a su habitación por orden de su padre.

— ¿Podemos hablar? — Harry metió las manos a los bolsillos del pantalón. Suspiró y trató de acercarse más a la puerta.

— Es que no sé de que quieres hablar, entre nosotros no hay nada más que decir.

— Dame una oportunidad, una sola y vas a ver que...

— Nada, basta. — aquellos ojos añiles brillaban por las lágrimas que querían salir.

— Te prometo que si después de esto no me quieres volver a ver, me voy para siempre.

— Estoy harto de salir lastimado siempre, por una vez quiero dejar de sentirme así. Vate ya, por favor.

— Louis...

La puerta se cerró en las narices del rizado y contra la madera de algarrobo quedaron pegadas las lágrimas de dolor y frustración.

Mi Pequeño Amor (l.s)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora