Capítulo 4

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Editado 22/12/2023



Todos abrazaban a sus familias aterrados.

-Solo un milagro nos podrá salvar ahora- dijo José.

Sara abraza a Anaia y a su madre, ambas cierran los ojos rezando por un milagro, a pesar de que sabían de que no lo merecían.

Los hebreos rezaban, otros se despedían de sus familias esperando su fin cuando unas nubes negras comienzan a acercarse, liberando rayos que golpeaban el suelo.

-Que la pequeña no mire-dijo Raquel a Sara

Sara asiente y cubre a Anaia con una manta.

Todos miraban sorprendidos y asustados lo que ocurría, cuando ya estaban por llegar los soldados los rayos caen frente a ellos, impidiendo el paso. 

-Increíble- susurro Sara sorprendida

-El poder de Dios cayo sobre ellos- dijo José con una sonrisa.

-Gracias señor, gracias- susurro Raquel con una sonrisa-, gracias

Las siquenitas no podían creer lo que estaban viendo.

Los soldados comienzan a retroceder para evitar que un rayo les caiga encima, al ver que no podían avanzar y por miedo a morir comienzan a alejarse.

-Dios mío, están huyendo- susurro Judá sorprendido.

Los hebreos miran sorprendidos de como los soldados se alejaban, al ver que ya no los iban a atacar comienzan a abrazarse, llorar de alegría y dar gracias a Dios por ayudarlos.

Las siquenitas lloran de tristeza y furia al saber que su ciudad , sus maridos y familias no serian vengados, pero aun así estaban sorprendidas de lo que acaba de pasar.

Raquel abraza con fuerza a sus dos hijos, agradeciendo a Dios de que los haya protegido.

Jacob estaba sorprendido de que Dios los haya ayudado después de la masacre que sus hijos mayores hicieron a Siquem, pero estaba agradecido que salvara a su pueblo y a su familia. Se acerca a la horilla del precipicio, se arrodilla y alzando sus manos da gracias, sus esposas, hijos y pueblo se arrodillan tras de él y también dan gracias.

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Después de ser casi atacados y agradecer a Dios, los hebreos se van lo mas rápido que pudieron, hasta llegar a un lugar entre Betel y Belén donde armaron el campamento.

Jacob estaba con sus hijos y esposas observando a la pequeña Anaia que jugaban con una muñeca de trapo que antes le perteneció a Sara, tenían que decidir que hacer con esa pequeña ya que no podían dejarla sola.

-Pobre pequeña- dijo Bila al verla y mira molesto a sus hijos-, ustedes tienen la culpa de que no tenga mas familia.

Los hijos mayores de Jacob no dicen nada, algunos bajan la mirada, otros la desvían y los demás, incluyendo Simeón observan a la pequeña.

-Podemos dejarla con alguna familia de Betel o de Belén- dijo Rubén.

-¡Claro que no!- dijo Jacob-, ustedes destruyeron su familia junto con muchas otras, ahora nosotros debemos cuidar a esta niña.

-No podemos hacernos cargo de una mocosa padre, no es nada nuestro- dijo Simeón.

-¡Cállate!- grito Sara viéndolo mal.

Jacob se acerca severamente a Simeón al igual que Lea.

-Debiste de haber pensado en eso antes de atacar Siquem- dijo Lea molesta-, no podemos dejar a esta pequeña sola.

Sara de Egipto (José de Egipto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora