Parte 1- Pérdidas

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¿Quien diría que una de las estrellas más importantes de México, Aristóteles Córcega era un amante de las tareas del hogar? La imagen era una belleza, el Córcega moviéndose de un lado a otro en la cocina mientras preparaba el almuerzo.

A Ari le gustaba ser un amo de casa cuando no era un músico, o al menos lo intentaba, lo había intentado una y otra vez e incluso le había pedido a Eduardo que lo asesorara hasta que el arroz se le dejara de quemar. Con el tiempo Aristóteles había aprendido a mantener de la casa de pie, y no es que Temo no hiciera nada, claro que no, su marido era extremadamente ordenado, sin embargo pasaba más tiempo en el trabajo que en la casa y cuando Aristóteles no estaba de giras o encerrado en el estudio, al pasar demasiado tiempo solo en casa terminaba por ahogarse en el desastre que el mismo provocaba, por lo que tuvo que aprender a ser un adulto ordenado y funcional.

La vida de Aristóteles era la de un adulto de 32 años, que compartía hogar con su esposo, Cuauhtémoc López y su hija, Amapola López Córcega, ¡Una hija! De siete "añotes" (como solía decir Temo) que habían adoptado hace dos, cuando en ese entonces la pequeña Amapola tenía cuatro.

El matrimonio López Córcega había sido asesorado por el primo de Ari con el tema de la adopción, cuando en una plática con Julieta y Juan Pablo a Temo se le salió decir que estaban pensando en adoptar un hijo, cuando a su marido se le "salió" decirlo fue un poco incómodo para Ari, debido a que en ese momento el cantante tenía 29 años y su carrera estaba en uno de sus mejores puntos y no era porque no quisiera quisiera tener hijos, más bien no se sentía listo para ser padre, no sabía que tan capaz sería de balancear su matrimonio, su paternidad y su carrera.
Sin embargo, después de hablarlo horas con su esposo, el Córcega termino proponiendo una ida al centro de adopción y en lo solo era una primera visita el matrimonio terminaron encontrando al segundo amor de sus vidas; una niña de apenas tres años de nombre "Amapola", cuando Temo la vió jugar su corazón quedó totalmente flechado y cuando Ari escuchó su risa algo nació en el, y es que hasta la llegada de Polita al matrimonio parecía el destino, no le habían cambiado el nombre de la niña para que fuera el mismo que el de la difunta madre de Ari; la asesora les había dicho que la pequeña llegó al orfanato cargada por un adolescente, les dijo el nombre mientras lloraba y pedía que la cuidaran y se fue sin querer dar explicación.

El aprender a ser padres claro que había sido complicado al principio, sin embargo la pareja había olvidado sus miedos, juntos, como un equipo, como pareja. Poco a poco habían construido una rutina digna de una familia funcional, aunque había sido difícil para la pareja encontrar un punto de balance, como cualquier persona tenían defectos, con Temo solía dejarse absorber por su trabajo y Aristóteles de vez en cuando pasaba largos periodos fueran de casa debido a los conciertos y cuando estaba llegaba a tener pequeños bloqueos creativos, pero de una manera u otra, le llagada de su hija hacia que aquellos periodos fueran menos difíciles.

Una vez Ari terminó de preparar el espagueti con verduras y pollo junto con una jarra de agua de Jamaica se tiró al sofá con ese típico cansancio producto de sus mil vueltas en la cocina; siendo las 2:40 ahora solo tenía que esperar la llegada de su hija y de su esposo para empezar a comer, la niña solía llegar de la primaria entre 2:30-3:00 en el transporte escolar debido al tráfico de la CDMX y su esposo regularmente llegaba a las 4:00 (aunque muchas veces se llevara el trabajo a casa) y si se atrasaba demás le marcaba a Aristóteles para que comenzarán el almuerzo sin el.
El adulto se entretuvo recostado en su celular dejando que los minutos pasasen y cuando se dió cuenta ya eran las 3:15 frunció los labios, su nena ya se había retrasado quince minutos más de lo normal.

-Es el tráfico.-Se dijo a sí mismo, pero su espíritu de papá preocupado empezaba a despertar, decidió hacerse el sordo pero no pudo ignorarse a si mismo cuando pasaron cinco minutos más. El rizado se levantó del sofá, camino en círculos en la sala con el celular en la mano y le bastaron dos vueltas para marcar al transporte escolar, primer pitido, nadie contestaba, segundo, aún nada, al tercero Aristóteles se empezó a alterar y con el cuarto terminó en el buzón de voz. Decidió volverlo a intentar, solo que en vez de marcar específicamente al autobús marcó el número de la compañía sin éxito, ya que el número estaba ocupando.

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⏰ Última actualización: Jul 27, 2021 ⏰

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