IV

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Atravesó en un abrir de ojos el destello de luz que produjo la espada de su señor, en cuanto abrió los ojos el paisaje del palacio Hua cambio por una montaña verde que conocía muy bien, la brisa primaveral le dio de golpe en la cara, camino por el sendero del bosque buscando aquel lugar en el que tantas veces antes habia interrumpido para visitar a un traidor.

La capa de piel que rodeaba su espalda se arrastraba sobre la hierba verde, sus ojos de un azul muy profundo veían ese pico que fue destruido por su señor y sin embargo ahora estaba en toda su gloria, a lo lejos podía oír los gritos de los jóvenes entrenando arduamente.

Cuando llego a su destino, los discipulos de túnicas cian lo miraban con recelo y algo de temor pero aun así nadie se cuestiono su presencia, lo miraban y luego se iban a hacer sus deberes. En el pico An Ding todo estaba igual que antes, incluso el viejo durazno seguía dando frutos, el mismo habia quemado a cenizas ese lugar con todos esos niños dentro, sus gritos de suplica y agonía habían sido su trofeo de guerra al destruir la secta Can Qiong, primero habia asesinado al traidor de su líder y luego a los discipulos.

En medio de sus ensoñaciones una tierna figura golpeo su hombro, volteo a ver quien interrumpía sus recuerdos y vio a una chiquilla, sus carnes aun eran tiernas, tenia los ojos grandes y la boca pequeña, su cabello negro combinaba con la piel blanca, las redondeces de su cuerpo solo delataban su inocencia - Nuestro Shizun, esta ocupado en estos momentos, puede pasar a verlo ya lo anunciaron - su voz incluso era suave, por un momento se pregunto si debía llevarla con su señor como una esposa mas, asintió ante lo dicho y continuo su camino.

La estancia era de madera y las paredes pintadas de blanco, en el suelo habia un dibujo que tenia algo que ver con el feng shui*, habia también estantes con distintos objetos y un escritorio y ahí sentado el líder del pico, comiendo algo rodeado de montañas de papeleo, leía algo luego lo sellaba y apilaba, volvía a tomar otro documento y mismo procedimiento, la cabellera castaña de ese hombre aun seguía recogida en un moño, este hombre levanto la mirada de los documentos sobre la mesa y volvio a ver esos ojos color marrón como la tierra, sus mejillas gordas y esa boca que solo sabia implorar piedad y ahora le sonreía con ternura.

- ¡DAWANG! ¿Qué haces aquí no te esperaba? - se levanto del asiento para ir a su encuentro, sacudiéndose el polvo de la roba color celeste que portaba - Creí que estarías todo el tiempo hasta la boda en tu reino, sabes que aun no podemos vernos - sonrió y al instante se le formaron unos hoyuelos que nunca habia visto- estoy muy cansado, tengo mucho trabajo y no se si terminare a tiempo.

-Luo BingHe y el hermano Liu no dejan de pelear y destruir cosas, los discipulos de Bai Zhan siempre piden camas y sabanas nuevas, no se que hacen para destruirlas además que siempre hostigan a mis discipulos para que les cumplan sus demandas, y todos los demás - suspiro cansado recostándose en el pecho del señor del norte que se tenso ante el toque del mortal - lo siento Dawang, no puedo atenderte - levanto el rostro para sonreírle a su prometido, de puso en puntas para poder besarlo, se quedó completamente quieto ignorando el desagrado que sentía, sin embargo el resplandor de una gema azul en el cuello de Shang QingHua llamo su atención, con asombro vio que era una reliquia familiar, Shang QingHua nunca supo porque fue empujado con brusquedad al suelo.

El señor del pico An Ding se quejo del dolor en el suelo, al levantarse miro con furia a su prometido pasando por su lado ignorándolo - Dawang, será mejor que te vayas tengo que trabajar, te veré en la boda cuando mis hermanos me lleven - después de decir esto se sentó y continuo trabajando ignorando por completo al demonio delante suyo quien ofendido quiso golpear hasta la muerte a ese insolente sin embargo tuvo que calmarse, su misión era encontrar al niño, quizá después podría cobrar esta ofensa hacia su persona.

SEGUNDA OPORTUNIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora