Un cuento mientras se espera

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Ahora estaban metidos en un aprieto bastante grande, uno del que difícilmente saldrían sin ayuda.

Polilla y mariposa se encontraban enjaulados en territorio mantis, separados de sus compañeros de viaje y rodeados de guerreros habilidosos que custodiaban el sitio previniendo cualquier posible escape. La situación era delicada, el típico hermetismo de las mantis les impedía averiguar sus intenciones con ellos, pero conociendo a esta tribu, no se esperaban nada bueno.

Curiosamente aún con lo precario de la situación, tanto Dareth como Bocadillo estaban bastante tranquilos, quizás luego de todo lo que habían tenido que pasar sus nervios estaban demasiado destrozados como para angustiarse, aún así la espera era tortuosa. La polilla había trazado al menos tres posibles planes de escape, pero todos ellos tenían como requisito que alguna mantis se acercara a la jaula y todas mantenían una distancia prudente, situación que no cambiaría hasta que iniciara un nuevo día y les llevaran algo de comida, por lo que de momento solo les quedaba esperar.

Pero esperar era una tortura en sí misma, encerrados sin nada que hacer solo podían pensar en todos los posibles finales trágicos que les aguardaban, cosa nada agradable, necesitaban algo con qué distraerse, fue entonces que a la mariposa se le ocurrió que quizás una buena historia sería la mejor forma de pasar el tiempo, a él le encataba escuchar historias y a Bocadillo contarlas.

—Bocadillo.

—¿Qué pasa Dareth?

—Pues... Estaba recordando que el otro día me contaste como conociste a tu maestro, pero no alcanzaste a hablar de cómo te pusieron tu nombre.

—Ah sí, esa es una historia... Bueno, no es la gran cosa realmente.....

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El día que el maestro decidió acogerme y hacerme parte del circo, convocó una reunión para presentarme ante todos, habían muchos insectos que llevaban una túnica y una máscara, parecían más como si fueran miembros de un culto demoniaco que artistas de circo, pero también habían otros que llevaban ropas más... Acordes a lo que se esperaría de un lugar como ese. 

A decir verdad yo solo era una pequeña cría incapaz de hablar, habían muchas cosas que no entendía y otras cuantas cuyo significado desconocía, vagamente sabía lo que era un circo y no tenía muy claros los detalles de como era la vida en uno, así que no podía darme cuenta de todas las irregularidades que habían en el sitio.

La cosa es que cuando estuvieron todos reunidos, el maestro me agarró y me levantó en brazos para mostrarme ante todos , yo simplemente entré en pánico y me puse a llorar.

—Mestro... No creo que hacer eso sea bueno para larva —Brumm apareció en mi defensa—. La está asustando.

—¿Asustando? Mi bella Scarlet jamás sufrió de semejantes incordios.

—No todos son como la bella Scarlet.

—Mpfh, bueno, ya que tu sabiduría sobre larvas supera con creces la mía, toma la responsabilidad de custodiar a este bocadillo.

Y entonces me dejó caer, con lo blandas que son las larvas obviamente no me iba a pasar nada, pero si me dolería un poco, por fortuna Brumm me salvó de la caía y me agarró en sus brazos, mientras tanto Grimm empezó a hablar a todos de mi presencia y a darles instrucciones de que no debían comerme. Este comportamiento tan... Frio fue la primera señal que tuve para comprender qué tipo de persona era Grimm, alguien egocéntrico que no le gusta que lo critiquen y que nunca demuestra afecto a nadie que no sea Scarlet, aunque esto último no era tan cierto, tenía una que otra persona a la que apreciaba, pero sus muestras de cariño hacia otros eran sutiles... MUY sutiles.

Memorias de un BocadilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora