El cuento de una pena de amor

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Habían descansado ocultos entre la vegetación, en un pequeño refugio construido con tal habilidad que resultaba tan cómodo como discreto, pero para Dareth el lugar estaba lejos de ser de su gusto.

Quizás era por su tamaño considerable, o porque estaba demasiado habituado a las comodidades de la ciudad, que dormir en tierras salvajes sobre una cama de musgo le resultaba problemático. Vio con envidia como su compañero blanco se dormía casi al instante sin que los ruidos del exterior, ni la textura de las plantas le molestaran en lo más mínimo y fue por esto que pasó tanto tiempo antes de lograr conciliar el sueño.

Por haberse dormido tarde, obviamente despertó tarde y para su sorpresa (y quizás algo de miedo), Bocadillo ya no estaba en el refugio.

Se levantó y de inmediato se dispuso a buscarlo, sin darse cuenta había desarrollado cierta actitud protectora hacia el pequeño, era tan frágil y débil, cualquier cosa podría matarlo. 

Buscó desesperado en los alrededores y no tardó en encontrarlo, en realidad no se había alejado mucho y estaba en un rincón entre la hierba conversando con... ¿Un tronco? O quizás no era un tronco, había algo especial en ese bulto cubierto de musgo, tenía una forma muy característica, bastante semejante a un insecto ¿¡Acaso estaba hablando con un cadáver!?

—Bo-Bo ¿Bocadillo? ¿Qué haces?

—¡Ah! —El insecto se sobresaltó y se volteó hacia su amigo con nerviosismo— Na-nada. Solo admiraba el paisaje.

—¿El paisaje o el cadáver?

—E-e-esto... El cadáver es parte del paisaje.

—¿Mmmm? —Dareth ladeó la cabeza buscando otro enfoque para la situación—. Bueno... Tiene lógica, supongo... Pero es espeluznante el interés que tienes en ese muerto.

—No es el cuerpo lo que me interesa, es aquello que está oculto a la vista... 

Guardó silencio repentinamente, seguro que Dareth pensaría que estaba loco por hablar de cosas invisibles, a decir verdad era algo que alguna vez le había ocurrido.

—¿Eres de esas personas que pueden ver fantasmas? —La polilla brincó de la sorpresa.

—¿A ti no te parece raro?

—Claro que me parece raro, pero el mundo está lleno de cosas raras. Las personas que ven fantasmas no son muy comunes, pero alguna vez en mi tiempo como guardia de la ciudad conocí a uno o dos bichos con esas habilidades.

—¿De verdad? —dijo con ilusión.

A Dareth le parecía extraño que Bocadillo se emocionara tanto por algo tan pequeño, pero la polilla tenía sus razones, rara vez encontraba a alguien tan comprensivo que fuera capaz de creer que veía cosas que nadie podía, en verdad era una suerte para él haber conocido a esta mariposa, era un gran amigo y le creía, quizás incluso... podría hablar con él de esas cosas que no podía hablar con nadie.

El pequeño blanco emprendió el vuelo y revoloteó alegremente alrededor del bicho más grande que lo miraba divertido, Bocadillo tenía gracia hasta para volar, no tenía el aleteo torpe y frenético de una polilla, había una cierta elegancia en sus movimientos, hasta le provocaba ganas de volar un rato, aunque ese lugar tan repleto de espinas y de bichos peligrosos no era muy apropiado, de hecho ahora mismo Bocadillo en su vuelo despreocupado no se daba cuenta de que se precipitaba hacia un trepamusgo.

—¡Bocadillo cuidado!

La polilla se dio cuenta a último minuto de la presencia de la criatura, pero antes de chocar con ella, hizo aparecer un destello de luz en su mano que cegó a todos por un momento, incluso a Dareth. Cuando él logró recuperar la visión, encontró a la polilla a salvo en el suelo, sin ningún daño y al trepamusgo aún algo aturdido en un muro.

Memorias de un BocadilloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora