capítulo 13

126 16 0
                                    

Michael:
-Mamá, ya llegué. -avisé. Mi voz sonaba más ronca de lo habitual dado que había llorado alrededor de una hora y media en aquel callejón que apestaba a orina. Dejé mis llaves sobre la mesa y me quite mi gorro de lana.

-En la cocina, bebé. -al escuchar su serena voz automáticamente me relaje un poco. Caminé pausadamente hasta donde se hallaba. Parecía que mis pies pesaban toneladas, y eso era realmente molesto.

-pensé que estarías por más tiempo afuera, cariño- Se volteó hacía mi con una sonrisa. Al verme soltó la cuchara de madera con la que estaba preparando caramelo en la olla. Genial, había visto los huevos que tenía por ojos de tanto llorar como marica.

-Bebé, ¿que ha pasado?- me preguntó preocupada acercándose a mi, ahuecó mis mejillas en sus manos y me observó con una expresión afligida.

-Estoy bien, ma- intenté sonreír para afirmar mi mentira, pero en vez de sonrisa le dediqué una patética mueca.

-Es por esa chica ¿verdad? ¿Peyton?- Realmente no sabía como lo hacía, pero siempre pegaba en el clavo.

-sí, mamá. Es por Pey.- mi voz se rompió un poco al pronunciar su nombre e inevitablemente mis ojos se empañaron. Me sentía como la mierda, parecía una actriz de Hollywood de tantas lágrimas que echaba. Mi madre apagó la cocina y me tomó de la mano, como cuándo tenía cinco años y me daban miedo los toboganes, estaba algo crecidito para eso pero era reconfortante. Se sentó en el sofá y la imité. Esperó pacientemente a que dejará de jugar con mis dedos y la mirara, pero como no abrí mi boca en un largo rato decidió que ella debía llevar las riendas en esto, al parecer.

-¿qué fue lo que pasó, Mikey?- me preguntó suavemente mientras acariciaba mi cabello. Solté un largo y tembloroso suspiro.

-Soy un imbécil, ma. Ella me dijo que me quería, y yo también lo hago, tanto que me asusta. ¿Y sabes que hice?-negó con la cabeza mientras escuchaba cada una de mis palabras atentamente- la cagué, ma, eso hice. Le dije que no podía quererla porque tenía miedo de hacerlo más de lo que ya lo hacía. Le dije que no quería amarla. Se cabreo, me llamó cobarde, y se fue. Y lo peor de todo es que tiene razón.- siguió observandome, en vano intenté deshacerme de el nudo que se hallaba en mi garganta.

-Lloró, mamá. Y ella nunca llora.- mi voz volvió a fallar, las lágrimas brotaban de mis ojos y yo no hacia nada por detenerlas. Mi madre me abrazó y de nuevo me sentí como un niño, le agradecí a quién sea que me hubiese dado la madre que tenía. Frotó mi espalda en un gesto tranquilizador.

-¿sabes que pienso?- me preguntó. Negué con la cabeza, no era capaz de hablar. Intenté secar las lágrimas de mi rostro. Daban comezón las condenadas.

-Cariño, se que tienes miedo de sufrir. Te conozco y sé como piensas, pero debes darte la oportunidad de quererla, la quieres, ¿no es verdad?

-demasiado para mi gusto.- le dije sobando mi nariz. Río suavemente y acarició mi mejilla.

-Entonces si la quieres lucha por ella, mi amor.

-Mamá, no están fácil, ella debe odiarme ahora mismo, la lastimé y me aborrezco por eso. Lo mejor va a ser mantenerme alejado de ella.- había tomado una decisión. No iba a interferir en la vida de Peyton, aunque dolía estar lejos de ella, no lo haría.

-Es tu decisión hijo, pero recuerda, no dejes que el miedo domine tu vida. Hay que arriesgarse de vez en cuando, aunque eso nos exponga al dolor.- besó mi mejilla y sé levantó del sofá.

-Tu padre vendrá a cenar.- Me dijo de repente, analizando mi posible reacción. En otro momento me hubiera cabreado y gritado a los cuatro vientos que no quería que ese bastardo pusiera un pie en mi casa, pero ahora, todo había cambiado. Había madurado, creo, y comprendí que la felicidad de mi mamá estaba antes que mis resentimientos. Si ella era feliz, yo intentaría serlo.

¿Qué onda, rarita?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora