Un hombre joven de aproximadamente veinte años se tambaleaba con una mirada firme mientras se dirigía hacia un magnífico palacio.
Detrás de él se escuchaban lamentos y sollozos espeluznantes, mientras una niebla verdosa se veía en todas partes, cada cierto momento alguien caía luego de haberlo inhalado para no levantarse nunca más.
Algunos hombres vestidos de guardias intentaban atacarlo, pero antes de acercarse, el joven movía su mano derecha o izquierda y arrojaba con precisión una pequeña aguja cubierta de un líquido transparente, cuando se incrustaba en la piel, la persona se caía y convulsionaba, momentos después, no había movimiento, claramente, muertos.
El joven se acercaba cada vez más al palacio, mientras más guardias intentaban detenerlo.
En algún momento, el joven se quedó sin agujas y, lentamente, desenvainó de su cintura un sable negro, con movimientos crueles realizaba cortes a quien quiera que intentaba detenerlo, continuó lo más firme que pudo mientras acumulaba más y más cortes en su cuerpo.
Finalmente llegó a la parte más protegida del Palacio Imperial, la Sala del Trono Imperial, en esa parte se encontraba el resto de la Familia Imperial con pañuelos en la nariz y boca, con la cual lograron sobrevivir a la niebla venenosa, protegidos por un fuerte cerco de Guardias de las Sombras.
Cuando el joven vio a los Guardias de las Sombras un destello inusual brillo en sus ojos, pero rápidamente desapareció.
Los miro con una mirada indiferente y habló.
"¿Quién realizará el primer movimiento, ustedes o yo?" Preguntó fríamente.
Los Guardias de las Sombras cruzaron miradas y uno de ellos dió un paso adelante, se quitó la máscara que cubría su rostro, revelando a un hombre de mediana edad con cicatrices grandes y pequeñas en cada parte de su rostro.
"Senior Wei, permítame hacer el primer movimiento"
Acto seguido tomo su sable con una mirada firme y con movimiento decisivo se cortó el cuello, antes de morir, le dijo lentamente al joven al que hace más de diez años ayudó a entrenar cuando era un niño.
"Espero... Que... Clan Wei... Perdonar..." Su voz se hizo cada vez más y más pequeña hasta que finalmente desapareció.
"Cumplieron con su deber hasta ahora, inclusive sabiendo el resultado, ¿Por qué razón no los perdonarian?" Le contesto Wei Lan con una mirada fría e indiferente.
Una vez término de hablar, el resto de los Guardias de las Sombras hicieron el mismo movimiento, cortándose el cuello sin mostrar algún rastro de vacilación.
La mirada de Wei Lan no pudo evitar mostrar un poco de tristeza, después de todo, fue su familia, el Clan Wei, quienes entrenaron a los Guardias de las Sombras desde generaciones pasadas, siempre estuvieron orgullosos de crear un grupo fuerte y capaz de proteger a la Familia Imperial cuando ellos no estaban cerca, pero nunca imaginaron que la dichosa Familia Imperial, a la que tanto cuidaron, adoraron y sobre todo, le eran leales, serían la razón de su casi completa aniquilación.
Cuando todos los Guardias de las Sombras murieron, dirigió su mirada a la Familia Imperial, la cual estaba en estado de shock debido a las acciones de su última esperanza.
"Saludos a su Majestad Imperial, yo, Wei Lan, último miembro del Clan Wei, se disculpa por su repentina visita" Dijo con una mirada fría y burlona.
El Emperador, un hombre de aproximadamente cincuenta años salió de su estupor y le dirigió una feroz mirada, movimiento los labios para decir algo.
Pero ante de que pudiera hablar...
"¡Mounstro, eres un maldito mounstro! ¡Ser repugnante! ¡Recibirás tu castigo! ¡Los cielos no permitirán que exista un ser como tú!" Grito desesperada la Emperatriz, sus ojos mostraban locura y miedo mientras sostenía a un niño en sus brazos.
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Nueva Era: Apocalipsis
RandomEl Clan Wei fue diezmado por las sospechas e intrigas del Emperador. Wei Lan, el último sobreviviente de la familia Wei logro escapar y juro venganza contra todos. Más de una década después, logro su cometido, sin importar que dió su vida a cambio...