El hermano de Laura trabaja en seguridad y nos pasó los planos. Él estaba a favor de nuestra escapada hacia la superficie y nos ayudó a llegar al ascensor que subía a fuera, allí nos pudimos esconder entre la comida y las provisiones (las cuales eran para los integrantes del RME). Nuestra salida fue un éxito y nuestro plan era volver siete días después. Lo primero que hicimos fue buscar refugio e intentar alejarnos lo máximo de la colonia. El clima era previsible, nos equipamos con ropa ligera y cómoda. Laura se movía muy bien con el machete, yo sin embargo, tenía una habilidad prodigiosa para usar la ballesta así que cogimos estas armas prestadas del gimnasio.
Mi primera impresión al salir fue muy buena, sentí el sol y el aire en mi cara. El olor era cálido y acogedor. Laura parecía igual de asombrada que yo, después de todo era lo que más deseábamos. No tuvimos mucho tiempo de disfrutar estas nuevas sensaciones pues debíamos encontrar un lugar seguro para pasar la noche. Hacía mucho calor y sentía como mi equipaje pesaba más y más con el tiempo. A lo lejos Laura avistó un edificio abandonado y decidimos dirigirnos allí para descansar. Encontrar agua fue lo que de verdad supusimos que sería un reto. Pese a llevar mucha agua sabíamos que en algún momento se tendría que acabar. Al llegar a lo que sería nuestro escondite, nos dimos cuenta de que era un pequeño motel con una gasolinera. Según nos contaron en la colonia, los transportes que se utilizaban entonces eran “automóviles” aunque después de andar varios kilómetros no vimos ninguno. Cerca de nuestro escondite había un montón de cadáveres apilados y nos acercamos para poder verlos mejor.
Los cadáveres parecían tener 70 años, lo cual cuadraba pero… A juzgar por la forma en la que estaban colocados parecía como si alguien los hubiera movido. Laura y yo nos alejamos de allí en cuanto nos dimos cuenta de esta evidencia. ¿Podría ser que hubiera alguna persona sin infectar viva? Decidimos no quedarnos a averiguarlo así que partimos de inmediato. Laura estaba muy cansada y como ya era casi la hora de cenar, pensé en traerle algo de comer. Cogí mi ballesta y me dirigí al lugar donde antes había visto un grupo de ciervos. Me acerqué sigilosamente y di en el blanco. Antes de que el animal sufriera más, le rajé el cuello con una pequeña navaja. El ciervo pesaba bastante así que decidí cortarlo y guardar las piezas de carne en una bolsa. Cuando llegué Laura ya se había dormido pero la desperté para cenar juntas. En la colonia estuvimos practicando el estar despiertas y alerta durante toda la noche. Para ello nos inventamos un juego que consistía en intentar adivinar el objeto o animal haciendo solamente 10 preguntas. No era muy entretenido pero allí abajo no nos formaban para pasárselo bien. Antes de que fuera de día me pregunté cómo estarían viviendo nuestra desaparición en la colonia.
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BUSCADORES DE SOMBRAS
AventuraUna vacuna fallida, los pocos supervivientes vivían bajo tierra hasta que...