Do you like me?

𝗨𝗻𝗼. 𝗢𝗿𝗶𝗴𝗲𝗻𝗲𝘀 𝗽𝗮𝗿𝘁𝗲 𝟭.

Estaba acurrucada en mi cómoda cama, con la sábana enredada entre mi cuerpo y en una postura que definitivamente no era con la que se había acostado anoche.

Siempre tenía la costumbre de dormirse abrazada a algo, y ese algo era su almohada.

Me revolvía incómoda porque ya se empezaban a notar los rayos del sol en la ventana, iluminando mi habitación.

Y justo cuando iba a volver a intentar conciliar el sueño, sonó el maldito despertador.

El despertador que le había puesto su madre anoche para el nuevo día de clase.

No era que le disgustase el instituto, pero era un nuevo instituto, sin conocer a nadie, prácticamente sería la nueva.

— ¡Aurélie, sube la cortina y baja ya a desayunar, que tovadía tienes que vestirte y se te va a hacer tarde!

Esa de ahí, que gritaba como una histérica, era mi madre, Emma Bianchi, una italiana que se mudó a Francia cuando era adolescente y encontró al amor de su vida aquí en París.
Creando una familia, creándome a mí.

Parece un cliché de cualquier libro realmente.

A regañadientes bajé las escaleras luego de salir del baño toda aseada y vestida.
Una camiseta negra sin mangas y de cuello alto pegada que hacía resaltar parte de mi cuerpo a juego con unos pantalones cargo beige.
No era lo más arreglado del mundo, pero sí cómodo, y la comodidad es lo primero.

— Apúrate, va a ser tu primer día y no quiero que llegues tarde Lie.

— Mamá anoche me hiciste hacer la maleta, dejar la ropa preparada, ponerme tres alarmas por si no me terminaba de despertar con la primera. ¿Crees que voy a llegar tarde? —Me llevé una cucharada de cereales con leche a la boca luego de soltar tremendo diálogo.

— Pero que exagerada eres. —Rodó los ojos y miró el reloj.— En diez minutos te quiero ver dirigiéndote al François Dupont.

A los minutos de eso, terminé de tomarme el desayuno y dejé el plato en el fregadero.

— Ya terminé, subo a coger la maleta y salgo.

Le dí una última ojeada a la habitación para corroborar que todo estaba perfecto y salí con el móvil en mano y unos auriculares negros.

— Suerte en el primer día cariño, luego nos cuentas como te ha ido.

Y despidiéndome cortamente de mi madre puse rumbo a mi instituto.