Judie, una chica huérfana, que desdichadamente perdió a sus padres siendo solo una pequeña. Vivió con su tía la cual la obligaba a trabajar en su negocio como método de pago por su estancia.
Algo pasa al cumplir los dieciocho años pues su vida da un...
Veo como todo pasa lentamente y ¿Lo peor de todo? No puedo hacer nada salvo observar cómo sucede.
Estoy sentada reviviendo todo justo al lado de mi pequeña yo de catorce años.
Mi padre y mi madre, están charlando y riendo felices, como siempre una familia unida solo que algo cambia y es que yo le hablo a mi papá lo cual no distingo con claridad, pero el voltea aún así con una sonrisa dispuesto a responder pero, ya es tarde.
Una luz ilumina todo para que luego reine la oscuridad; completa y absoluta oscuridad.
Despierto sudada y agitada con la sensación de que mí corazón se saldrá para ir a correr un maratón.
Todos los años, luego del accidente, he tenido el mismo recuerdo una y otra vez previo a mi cumpleaños.
Si tan solo no hubiera hablado no estaría...
— Feliz cumpleaños a ti...— el típico cántico de feliz cumpleaños recitado por mi tía interrumpe abruptamente mis pensamientos.
Y aquí es cuando me pregunto: ¿Alguna vez descansaré de ella?
— ¿Tía? ¿Qué hace aquí?— lanzo la pregunta curioso y desganada.
Mi tía Olga: es dueña de una cafetería, la cual está casi en ruinas, por que digamos que su estado de ánimo no es el mejor cuando se trata de los adolescentes — o personas en general—. Se volvió mi tutora legal ya que mi padre no tiene hermanos y mi madre solo la tenía a ella.
— ¿Quien más podría ser? Si estoy en mí casa — ¿Cuantos minutos faltaban para que ella mencionara tal cosa? Siempre menciona que soy una arrimada, no importa el momento, ni el lugar siempre lo señala.
— Si tía, lo sé — respondo con pesadez.
— Vamos, apaga las velas si cae cera en el no podré comerlo — ruedo los ojos mientras yo me fijo en la hora, hoy hay instituto y no quiero llegar tarde.
— Sabe es media noche ¿Cierto?— digo señalando lo obvio, está parcialmente oscuro de no ser por las ocho velas que se encuentras incrustadas en el pastel.
— Pues con más razón, es de noche y todos duermen así que apagalas ya, que quiero dormir.
Si tanto le molesta ¿Para qué lo hizo? Nadie lo pidió.
Las apago y todo vuelve a la normalidad asiendo que solo vea los ojos y dientes blancos de mi tía.
Y dirás ¿Que tan posible es esto? Bueno, cuando tú cuarto no posee una sola ventana, sin que de luz exterior pues... ¡Todo es posible!
— Y la sorpresa no termina ahí, quiero que todas tus cosas estén empacadas y listas en la mañana— culmina y se va tan rápido como llego.
Esta mujer es una bipolar sin diagnóstico.
ಠ_ಠ
El ruido incesante de la alarma hace que comience el día de la peor manera. Busco el botón de apagado y para mí mala suerte — vaya novedad — voy de cara contra el suelo.
— ¡Hey! Judie, que te vuelvas vieja no significa que puedas hacer todo lo que quieras. Aquí quiero dormí— patea desde el otro lado de la habitación.
Las paredes son realmente delgadas.
Si te lo preguntabas si, solo somos ella y yo, no tiene esposo, ni hijos por lo que solo yo estoy lidiando con aquella señora de humor cambiante y grosera.
Siguiendo con mi vida e ignorando la poca amabilidad de la mañana me dispongo a ducharme, pero dejo la cara de último. Es reto a parte.
Llegó al lavamanos y miro mi espejo, casi veía como se rompía a verme pues Miranda, Samantha, Liliana, Fiona y Carlos se hacen presentes.
Es hora de confesar que tengo acné, pero no del acné de esos comerciales de asepxia, no —como quisiera que fuera así —. Es acné del que si se tiene de verdad, rojos y sobresalientes que no se ocultan con facilidad.
Muchas veces trate de extraerlos pero, sin la ayuda profesional o tratamientos caros, solo hago que mi cara se inflame y se ponga roja.
A esas personas que hacen la referencia a la típica frase “tengo la cara como un tomate” en serio no saben de lo que hablan si me ven en ese estado.
Terminó y me visto sencilla, unos tenis comunes, unos jeans desgastados y un abrigo gris muy grande, hecho un vistazo a mi cara y me resigno pues solo tengo que vivir con ellas. Son parte de mi literal y figurativamente hablando.
— ¡Baja rápido niña!— grita desde abajo.
Oh por Dios, está mujer grita y creo que se escucha hasta el otro continente.
Desciendo rápido de las escaleras mientras me preparo para cualquier comentario hiriente sobre mi atuendo.
— Te ves bien— dice de inmediato al verme
Espera ¿Qué?
— ¿Qué?— pregunto confundida.
— ¿De qué estúpida? ¿Primera vez que recibes un cumplido? — cuestiona aburrida.
Pues si, pero ese no es el punto.
Le doy una mirada y sigue igual, con nada fuera de lugar y todo normal. Juraría que es demasiado bueno para ser verdad.
— Sabía que tenía que hacer algo — hace una pausa para luego decir: — Debes irte. De la casa.
— Eres mayor de edad, puedes cuidarte sola. Ergo, adiós— responde con simpleza.
Maldita sea, sabía que tanta caridad no era buena.
— Ya eres mayor de edad. Eres fuerte y estoy segura que seras muy valiente para enfrentar el mundo.
>> Tal vez pienses que soy un ogro malvado pero, aunque te cueste creerlo, solo te cuidaba y preparaba. Esta ciudad no acepta a los débiles. Ahora, vete, se hace tarde.
Valla, esas fueron las mejores palabras que me haya dicho jamás.
Nunca pensé que fuera capaz de ser tan fluida para hablar, pues por lo generan solo escucho unas cuantas oraciones o gruñidos de su parte.
Me limito a asentir, temo porque su amabilidad se valla en cuanto abra la boca.
(・o・)
F por la Judie
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