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Había pasado el fin de semana más desesperante imaginando todos los posibles escenarios. Consciente de que en el peor de los casos perdería su trabajo y su carrera terminaría siendo humillada como si fuera una vulgar prostituta. Una vergüenza que acabaría con el orgullo y la confianza de sus padres y conocidos.

Ese lunes su ansiedad se disparó y continuaba en aumento conforme ingresaba por las puertas de ese gran edificio de oficinas. Era tanto su estrés que incluso cada minuto que pasaba mientras esperaba por el ascensor, se sentía sumamente interminable. No dejaba de maldecir su suerte entre dientes al presentir lo peor.

Así, con una actitud defensiva, ingresó a las oficinas, sorprendida de sentir todo en absoluta y extraña normalidad. Respiró profundo y caminó un poco mas tranquila mientras saludaba amablemente a unos y con una sonrisa forzada a otros de sus compañeros por mera cortesía. Quería pensar que nada pudo haber dicho Tae, sin embargo, sabía que tarde o temprano se enfrentaría a él y sólo así podría confirmar si en realidad la reconoció esa noche en el bar. En caso contrario, sólo era cuestión de tiempo y mala suerte para que descubriera su identidad.

Amy reconocía que al final de todo y tras su angustiante dilema, sólo quedaba resignarse y aceptar cualquier desenlace con cada paso que daba. Hasta que por fin lo vió. Intentó disimular su sorpresa al encontrarlo de frente a ella cuándo él salía de la oficina de la Directora.

Su caminar seguía firme, con una fingida determinación hacía resonar inevitablemente sus estilizados zapatos de tacón rojos, produciendo un leve y molestoso ruido con cada pisada que daba.

—Buenos días —dijo Amy por educación.

Su gesto generó un poco de alivio que la hizo sonreír inmediatamente.  Verlo actuar cómo era su costumbre, apático, muy grosero y desinteresado, respondía a medias su inquietud cuándo él sin devolver su saludo, arqueaba las cejas y rodaba los ojos al evitarla en su camino.

Por primera vez agradecía tanto ver esa desagradable forma de ser en él, su actitud hacia ella no parecía haber cambiado en lo absoluto y eso indicaba que quizás no había sido descubierta.

Como siempre, las miradas y gestos entre ambos chocaban con desprecio, tanto que para los demás empleados no era ningún secreto la pésima relación laboral que éstos dejaban ver.

Amy y Tae rechazaban cualquier trabajo en equipo que los forzara a entablar conversación, sin importarles nada, ni siquiera hacerles pasar momentos muy incomodos a los demas. Tanto era su aversión que incluso sus compañeros de trabajo apostaban por posibles teorías del odio mutuo que se profesaban, desde creer que eran ex amantes despechados, hasta afirmar con más certeza, que se trataban de celos por parte de ella cuándo a él se le han asignado mejores zonas de trabajo. Tae disponía de más beneficios y mejores prestaciones laborales gracias a su íntima y dudosa "amistad" con la Licda. Kang. actual directora del departamento.

Esa mujer mostraba de forma tan obvia su preferencia hacia Tae, haciéndolo llamar su "mano derecha" o "su persona de confianza". Cuándo por otro lado, sus empleados dirían que era más bien es su "perrito faldero" o su "colágeno", ya que acostumbraba a pasar mucho tiempo encerrados en su oficina a pesar de los rumores alrededor de ambos.

Parecía que a la Licenciada Kang no le molestaba dicho rumor. Ella era una mujer que rondaba los 50 años de edad, bien conservada físicamente y con una piel excepcional. De aspecto prolijo y actitud aparentemente gentil. Escondía tras sus finos modales el afán de presumir siempre sus gustos mas excesivos. Ostentosidad que se debía a estar casada con un extranjero con solvencia financiera.

Kang era muy formal, pero en su trato hacia Tae se mostraba muy obvia, acrecentando el rumor entre los empleados; los cuales ni siquiera sabían que el susodicho pasaba más días de los necesarios en la oficina. Por regla general, sólo debían presentarse los días lunes para realizar reuniones, elaborar informes pendientes y planificar la agenda semanal; sin mencionar un sín fin de tareas administrativas necesarias y realmente tediosas.

Poison +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora