Amplificar una Fábula

2 0 0
                                    

La cigarra y la hormiga (Amplificando)

El feliz verano

Era verano, y la cigarra era un bicho de un cuerpo ancho, ojos grandes y alas transparentes. Su coloración va del marrón oscuro, verde, negro y gris. Algunas variantes muestran en su esqueleto pequeñas manchas que se alternan con puntos brillantes y mates. Miden entre 15 y 65 milímetros de largo. Ella era de lo más feliz: disfrutaba del sol que brillaba alto en el cielo, de las flores que perfumaban el aire, del calorcito sobre su cara... la cigarra no hacía más que cantar todo el día, le encantaban las canciones, en especial de artistas pop y se sabía muchísimas, y así mostraba que tan contenta estaba. Se pasaba el día sobre una roca o sobre una rama, cantando a los cuatro vientos, sin preocuparse de nada más que de disfrutar del sol que calentaba su cuerpo.

En cambio, su vecina y amiga, la hormiga, un insecto de tamaño pequeño, oscilando entre 2 y 25 milímetros y variando en coloración desde el negro al marrón, rojo o amarillo. Su cuerpo está compuesto de una cabeza (con antenas y quelíceros), un mesosoma (tórax y primer segmento abdominal) y metasoma o gáster (abdomen final). Ella trabajaba de sol a sol. La cigarra la veía pasar cientos de veces, cargando alimentos que recogía en el prado y llevándolos hasta su hogar. A la cigarra le parecía que su amiga no sabía disfrutar de la vida:

- ¡Amiga mía! ¿No te cansas de tanto trabajar? Relájate un rato, ven conmigo a cantar y disfrutar del sol. - le decía la cigarra a la hormiga.

- ¡El verano terminará y con él también se acabarán los alimentos! En lugar de holgazanear todo el día sobre una rama tendrías que recoger provisiones para el invierno - le respondía la hormiga, sin dejar de transportar semillas y hojas.

La cigarra se reía de esta amiga tan seria, y seguía cantando sin hacerle caso. ¡Ya habría tiempo para pensar en el invierno! Ella creía que no debíamos preocuparnos por situaciones que aún no se presentaban y que las personas que eran así, se frustraban sin sentido.

Por otra parte, la hormiga pensaba en cómo era posible que la cigarra tuviera esa actitud y no pensara en su vida futura, sobre todo porque todos los insectos estaban trabajando para la llegada del invierno y evitar pasar malos ratos y necesidades. La hormiga siempre recordaba que su madre le había enseñado la importancia de trabajar lo necesario para después poder disfrutar de los frutos que da el trabajo.

Llega el invierno...

Esta estación del año se caracteriza por días más cortos, noches más largas y temperaturas más bajas a medida que nos alejamos de la línea ecuatorial.

Los días pasaron, y una mañana al despertarse, la cigarra sintió frío y vio a su alrededor que el invierno había llegado. Los árboles ya no tenían hojas, y la tierra estaba cubierta de nieve. La cigarra comenzó a vagar, muerta de hambre, tratando de encontrar algún alimento. Temblaba de frío, y no se veía ni una sola hojita verde, ni una sola semilla en todo el campo. La cigarra por más que buscaba la forma de refugiarse y conseguir alimento no pudo, todo estaba vacío y el frío le hacía perder fuerza.

Cansada y hambrienta, vio la casa de su vecina la hormiga y se acercó para pedirle ayuda.

-Querida amiga hormiga, ¿me darías algo de comer? Tengo frío y hambre, y en el campo ya no queda nada de comida. Tú tienes mucha, te he visto recogerla durante todo el verano. Además, tu casa es cálida y cómoda, y yo no tengo donde vivir.

La hormiga la miró con pena y le respondió:

-Y tú, amiga cigarra, mientras yo trabajaba de sol a sol, ¿qué hacías? ¿Qué hacías mientras yo cargaba semillas y preparaba mi casa?

-Yo... yo cantaba bajo el sol - le respondió la cigarra.

- ¿Cantabas bajo el sol? Pues entonces, si en el verano cantabas, ahora durante el invierno te tocará bailar.

Y diciendo esto, cerró la puerta en la cara de la cigarra, que no tuvo más remedio que aprender la lección.

La moraleja de «La cigarra y la hormiga»

La moraleja de esta fábula es bastante evidente, ¿no os parece? Para poder disfrutar, primero hay que trabajar. Es decir que hay que ser previsores, pensar en el futuro y trabajar duro cuando es necesario, para poder luego estar tranquilos.



FÁBULA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora