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Jeon terminaba de atender a su último paciente en aquella lluviosa tarde, acababa de limpiar y guardar los instrumentos que había utilizado mientras tarareaba perdido en sus pensamientos cuando la puerta de su consultorio se abrió dando paso a Jeon Somi, su hermana menor y asistente.

–Hay alguien aquí que desea verte.– exclamó la muchacha mirándolo con una sonrisa ladina.

Desde luego que Jungkook podía empezar a hacerse una idea de quien se trataba, a decir verdad esto ocurría cada vez con mayor frecuencia y en realidad no le molestaba en absoluto.

–Puedes dejarlo pasar.– respondió animadamente haciendo un leve gesto con la mano, Somi asintió retirándose de la puerta y dejando a la vista una rubia cabellera que hizo a Jungkook sonreír de inmediato.

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La primera vez que había visto a Park Jimin, este entraba a la clínica con una expresión de profunda preocupación en su rostro y su hermanito en brazos. Al parecer al pequeño Jihyun estaba matándolo el dolor de muelas.

Luego de intercambiar rápidas palabras y de que Somi anotara los datos de los recién llegados, Jungkook había logrado calmar al pequeño y tratar con éxito la causa de su dolor.

En aquel momento el menor no lo sabía, pero Jimin había quedado encantado con la manera tan suave y amigable con la que había ayudado a su hermano, haciendo que toda su preocupación desapareciera en cuestión de segundos. Eso sin mencionar lo increíblemente apuesto que le había parecido el doctor Jeon, con aquellos grandes ojos y la forma en la que mordía sus labios cuando estaba concentrado.

Desde ese día Jungkook había visto a Jimin aparecer seguido por su consultorio, ya que el mayor buscaba cualquier mínima excusa por más simple e innecesaria que fuera para cruzar palabra con él o verlo trabajar.

Al principio se le hacía extraño que Jimin se interesara tanto por lo que hacía, tomando en cuenta el hecho de que Jungkook era bastante malo para captar las indirectas de coqueteo que el rubio trataba de darle, pero con el pasar de los días ambos se habían hecho cada vez más cercanos, por lo que la presencia de Jimin se había vuelto parte de su rutina.

Incluso hubo una ocasión en la que Jimin había acudido a él para hacerse una limpieza dental, soportando todos esos aparatos ruidosos y puntiagudos que el mayor aborrecía solo porque era Jungkook quién se la haría. Al final, Jeon había aceptado darle uno de aquellos dulces que guardaba para los niños solo por la ternura que le causaba verlo sonreír tan exagerado y orgulloso de su dentadura.

De eso hacía casi ya un mes, pero siempre, en sus momentos de descanso -cuando Jungkook no tenía ninguna cita o algún paciente que atender- gastaba su tiempo junto al rubio, hablando de temas banales, pero que estando junto a él parecían lo más interesante del universo.

Jungkook era incapaz de negar o reprimir lo que el risueño y inquieto Jimin le hacía sentir.

Con el pasar de los días se había dado cuenta de la manera única en la que los ojos de ambos brillaban cuando se encontraban, de todos aquellos suspiros y sonrisas furtivas que intentaban pasar desapercibidas sin lograrlo, y sin duda estaba seguro de que quería tenerlo a su lado.

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Jimin entraba al consultorio como de costumbre, después de ser anunciado por Somi, con su cabello desordenado por el viento que corría afuera y sus lindas mejillas algo sonrojadas, Jungkook no había dejado de sonreír desde que lo vio asomarse por la puerta de entrada.

–¡Jiminie hyung! ¿Que te trae por aquí?– preguntó el menor con un tono solemne, claramente sonando divertido.

–Jungkook-ah, sabes que odio interrumpirte pero tengo muy mala memoria y olvidé la marca de pasta dental que me recomendaste la última vez, necesitaba preguntarte.

Jungkook falló al intentar detener la risa que escapaba de sus labios al escuchar la excusa que su hyung tenía para verlo hoy, luego de pocos segundos terminó contagiándo al rubio quién estalló en carcajadas a su lado haciendo que sus ojos formaran dos pequeñas líneas en su rostro.

–Hyung, ¿Te parece si hablamos de la pasta dental mientras tomamos algo? A decir verdad estábamos a punto de cerrar.– preguntó un tímido Jungkook una vez que las risas cesaron.

–¿Acaso está invitándome a salir doctor Jeon?– respondió Jimin de forma coqueta alzando ligeramente sus cejas.

–Si, problamente lo esté haciendo, Jimin-ssi.–respondió quitándose la bata de su uniforme para después tomar su abrigo de la perchera.

–Me gusta que me llames así– dijo sonriente el mayor, mostrando su dientecito chueco apenas notorio, ese que Jungkook adoraba tanto.

El corazón de este dio un vuelco cuando Jimin entrelazó su pequeña mano con la suya, comenzado a guiarlo hacia la salida animadamente. –En ese caso será mejor que nos apresuremos, la tarde es jóven pero el tiempo se me pasa volando cuando estoy contigo.

Jungkook soltó un suspiro, totalmente encandilado por las palabras del mayor, quien en ese momento de despedía de Somi. La chica sonrió guiñándole un ojo a su hermano, dándole a entender que ella se encargaría de cerrar y dejar todo en órden para que Jeon disfrutara su cita con el chico que lo tenía babeando desde hace rato.

Cuando ambos salieron a la calle los rayos de sol volvían a asomarse entre las nubes, como si se alegraran de que por fin esos dos se hubieran atrevido a dar el primer paso.

Ambos chicos caminaban tomados de la mano, dándose calor mutuamente en la fría tarde, y Jungkook no pudo resistirse a dejar un pequeño beso en la comisura de los labios de Jimin, quién rió con nerviosismo por su acción, acelerando su corazón como solo él sabía hacerlo.

El doctor Jeon amaba su trabajo, amaba poder ayudar a los demás, y cuando se sentía cansado o sin ánimo la sonrisa del rubio acompañada de su melodiosa voz era todo lo que necesitaba.

Park Jimin siempre sería su paciente favorito.

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Si alguien lee esto, muchas gracias y perdón si hay alguna falta.

¡Nos vemos!

«Toothpaste» | Kookmin One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora