Capítulo 1.

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¡Ni una sola cosa había salido bien ese día!

Frustrado, desordenó su cabello castaño oscuro con sus dedos y pateó la primera piedra que encontró en su camino.

Estaba harto, incluso lo más mínimo le parecía fastidioso y no era capaz de pensar con claridad. Creyó que sentarse a fumar en su sitio favorito del parque que pertenecía a su vecindario sería lo único que podría regalarle algo de calma antes de tener que regresar a su casa, pero debió adivinar que el destino querría impedirle hasta un placer así de simple en esa ocasión.

Ver a un jovencito pecoso de lacio cabello rubio claro con rayitos color rosa pálido sentado en "su banca" por poco lo hace gritar. No explotó en ira al instante sólo porque la apariencia un tanto delicada de aquel chico le bastó para suponer que deshacerse de él sería sencillo, pero estuvo cerca.

Mientras comenzaba a preguntarse si levantarse de su cama esa mañana fue un error, avanzó con pasos seguros hacia el contrario, mostrando un ceño fruncido, y le ordenó que se fuera de ahí. Su mal humor era evidente.

—Estás en mi lugar. Lárgate —pronunció con un tono de voz bastante serio.

—¿Disculpa?

—¡Que te quites! —Bufó, resistiendo de alguna manera las fuertes ganas de empujarlo y reclamar "su lugar" aunque fuera con cierta agresividad. Su paciencia era casi inexistente después de un día terrible.

Pensó que intimidar a aquel chico de aspecto frágil no le tomaría más de diez segundos, pero se equivocó. Tomó aire por la nariz y lo dejó salir por la boca. Tenía que dejar de preguntarse si el día podía ser peor, pues a la vida parecía gustarle tomárselo como un reto.

El rubio no se movió ni un centímetro. Mirando al castaño frente a él con confusión, metió su mano derecha al bolsillo de sus jeans y sacó una paleta de caramelo, la cual después desenvolvió con lentitud para finalmente llevarla a su boca. Recién había llegado a esa ciudad, se sentía agotado a causa de la mudanza y, aunque su estado de ánimo tampoco era el mejor en esos momentos, sabía que quedaría como un estúpido si dejaba que sus sentimientos negativos hablaran por él.

—Te ves muy frustrado —comentó tras probar el dulce—. No sé qué te sucedió, pero sí sé que no tengo la culpa, así que si tuviste un mal día, tú eres el que debería largarse. No tienes por qué desquitarte conmigo. Y no, no pienso moverme.

—Oh, por favor... ¡¿Quién demonios crees que eres?!

—Lee Felix —contestó el pecoso con simpleza—. Diría que conocerte me da gusto o algo así, pero no soy un mentiroso —agregó—. ¿Y tú? ¿Cómo te llamas? —Deseó saber antes de volver a poner la paleta entre sus labios por unos segundos—. ¿Quién es el dueño de esta banca? Sí me da curiosidad, eh —bromeó.

—Vaya, ¿crees que te queda bien el papel de chico sarcástico? Sólo estás siendo ridículo.

—Todo está bien, no podría ser más ridículo que tú —rio bajito—. ¿Me dirás cuál es tu nombre? ¿Sí o no?

—Soy Bang Chan... O Chris... Me da igual —se encogió de hombros, soltando un suspiro y decidiendo hacer un esfuerzo por calmar su enfado un poco—. ¿Puedes dejarme solo, por favor? Estás en mi lugar y ha sido un día horrible y en serio, en serio necesito un poco de tiempo para mí. Quiero despejar mi mente, quiero un cigarro, sólo quiero...

—Bueno, hay suficiente espacio en la banca para dos o tres personas —lo interrumpió Felix—. Puede que no me hayas escuchado bien la primera vez, Chris, pero no pienso moverme. Me importa poco si piensas que este lugar es solamente tuyo. No eres el único que la está pasando mal y que quiere pasar un rato a solas —hizo una breve pausa—. Soy nuevo en el vecindario, pero llegué a esta banca primero, así que sólo tienes dos opciones. Puedes sentarte aquí y cerrar la boca o puedes irte.

—Como sea.

Se dio por vencido y tomó asiento junto al rubio con mechitas rosas. Desde cierta distancia, Felix se veía como la típica persona tímida, pero agradable, que derramaba inocencia y que se sonrojaba por casi cualquier cosa.

—¿Quieres una paleta? Siempre cargo dos o tres de más.

¡Encima traía dulces! Y estaba siendo amable con él a pesar de todo. Debía ser una verdadera trampa.

—No, gracias —respondió sin interés mientras sacaba su cajetilla de cigarros y su encendedor—. Yo estoy bien con esto.

—Oye... No dije nada antes, pero la verdad es que el humo de cigarro me molesta —confesó antes de que el castaño pudiera usar el encendedor.

—Pues tienes dos opciones. Puedes quedarte aquí y cerrar la boca o puedes irte.

—O puedes respetar el hecho de que yo llegué antes que tú y dejar tu cigarro para más tarde —sonrió de lado—. O puedes irte, claro.

—Felix... Dijiste que eres nuevo en este vecindario, ¿verdad?

El rubio asintió, jugando un poco con la paleta de caramelo bajo su lengua.

—Sí, ¿por qué?

—Te vendría bien aprender un par de cosas para que no te metas en problemas —se aseguró de hacer que sus palabras se escucharan como una advertencia y no tanto como si estuviera ofreciéndole ayuda o dando un consejo.

—Pues... En realidad, quiero pasar desapercibido.

—Uy, sí —se burló Chris, por fin encendiendo su cigarro, haciendo caso omiso a lo que el rubio había mencionado acerca del humo—. Por supuesto que sí.

—¿Por qué te ríes? —Preguntó, alzando una ceja.

—"Quiero pasar desapercibido", dijo el mocoso que se pone colores extraños en el cabello. ¡Es gracioso!

Felix, sólo levemente sonrojado, se aprovechó de que llevaba puesto un gorro cálido de color blanco y se cubrió un poco mejor las mechas rosas que adornaban su cabello.

Continuará.

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¡Hola! He aquí un nuevo fanfic que tendrá capítulos cortos, jaja.

No tan inocente [ChanLix]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora