2. Mano

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—¡Respeta a tus mayores!— la voz de su senpai se escuchó lo suficientemente fuerte como para que Shoko dejara de lado la revista que tenía sobre su regazo y alzara la mirada para ver de dónde provenía la voz de Utahime.

Ella no entendía que era lo que estaban hablando, pero no necesitaba mucho para saber que Gojo tenía que estar molestando a la joven Miko, lo hacía desde que estaban en primer año e incluso tras casi una década no cedía en sus intentos inmaduros de llamar la atención de Utahime.

Ambos eran unos tontos, más su viejo amigo que la senpai de ella, pero ella simplemente no podía dejar de pensar en lo obvios que eran ambos cuando se trataban de sus sentimientos el uno por el otro, Gojo parecía simplemente no entender que los trucos de adolescentes de él no habían servido jamás y Utahime era testaruda como para aceptar lo que sentía por el ruidoso hechicero, aunque durante una noche en el karaoke y con algunos tragos de por medio se lo había confesado sin problemas confiando en al amistad que tenían.

—¡Seré un buen Kōhai !.

No entendía muy bien que estaba sucediendo, pero Utahime solamente se mantenía inclinada levemente hacia atrás, tratando de mantener distancia entre ella y Gojo, quien estaba inclinado hacia el frente, demasiado cerca de ella aunque algo que solía hacer por la diferencia de alturas, al menos era algo que ella siempre había notado que siempre se acercaba a Utahime mientras él al resto los miraba hacia abajo.

Shoko sonrió al verlos interactuar, imposible no recordar los años que permanecieron atrás y que eran mucho más tranquilos a los que sucedieron tras aquella época, casi como si nada de lo malo sucedió en sus vidas, como si para ellos no existieran más nadie.

Ella llevó su taza de café a sus labios, todavía observando a sus viejos amigos hablar algo que no podía distinguir, pero que pareció entusiasmar al hombre de cabello blanco que sonrió de una forma que estaba segura que sin la venda sobre sus ojos ella sería capaz de ver el brillo en los ojos de él y Utahime se sonrió antes de asentir, una mueca en sus labios y un sonrojo en su rostro que se intensificó cuando ella se dio la vuelta para alejarse de él, pero entonces él tomó su mano.

Shoko casi se ahogó cuando vio a Gojo jalar de la mano de Utahime, lo suficiente para besar el dorso de su mano y provocar que la profesora de la escuela de Kioto exclamara el apellido de él, abochornada y nerviosa por la acción y Shoko tuvo que golpear su propio pecho cuando sintió que el café se había ido el camino incorrecto.

Ahora ella sí estaba sorprendida por lo audaz que podía ser Gojo.

Observó con atención como él habló unas palabras más antes de retirarse, Utahime alejándose rápidamente también, pero Shoko bajó la mirada cuando ella notó que Utahime caminaba hacia ella, fingiendo leer la revista que ella había olvidado.

Conocía lo suficiente a su amiga para saber que no debería insistir en que hablara, que solamente necesita darle un poco de tiempo para que ella organizara sus pensamientos para poder entonces hablar más... tranquila.

—¿Todo bien, senpai?— Shoko preguntó, sonriéndole a ella amablemente con una inocencia fingida, intentando que Utahime no sospechara que había presenciado todo aquello y fijando su mirada levemente en como Utahime sostenía con fuerza la mano que Gojo había besado.

—Si ... supongo— Shoko arqueó una ceja, tomando su taza nuevamente mirando a Utahime sentarse frente a ella, en la banca al otro lado de la mesa que imponía distancia entre ambas.

—¿Supone?— ella cuestionó antes de tomar un poco de su café, mirándola atenta para ver su reacción.

—Acabo de aceptar una cita con Gojo.

Shoko sintió que moriría ahogada cuando se ahogó con el resto del café, teniendo que soltar la revista e intentando recomponerse rápidamente para asegurarse de que lo que había escuchado no era un error, confirmar que aquello era real y no un sueño.

Gouta: Una canción púrpuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora