Jessica Walker era una chica de 17 años. Vivía con su madre Gabriella, su hermano Adam y su pequeña hermana Lucy, a quien cuidaba todos los días luego del instituto.
Su estatura era normal, ni muy alta, ni muy baja. Cabello liso, negro, y ojos grises. Sus hobbies preferidos eran andar en skate y tocar la guitarra. Componía canciones y cantaba, aunque esto último nadie lo sabía. Jess era la típica chica que vestía de negro, piercings, tattoos, música de género Rock y pocos amigos. Pocos, pero confiaba demasiado en ellos.
En sus planes no estaba cambiar, a ella le gustaba ser tal cual era. Pero... ¿Qué pasaría al encontrar a un chico del polo opesto?