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Día 31 de Diciembre del 2018

Cuando era niño, mi papá solía contarme que los cuentos de hadas no tenían finales felices, que los cuentos en realidad tenían los finales más tristes, pero la gente solía cambiarlos a felices para que al menos, durante los 10 minutos que leían, podían soñar con creer que sus vidas tendrían algún final feliz.
Mi padre siempre supo que la vida era un infierno y nadie tenía un final feliz.

— ¡Señor, Kim! Esta es la tercera vez que lo veo aquí en una semana.

El señor Song entraba a la sala de interrogación, con su tan característico café en la mano mientras trataba de no tirar algunos de los papeles que sostenía en la mano contraria, ¿acaso jamás se cansaba de tomar café como si fuera agua? Jamás lo entendería. Aquel líquido café era amargo, demasiado para mi gusto. Ni siquiera su color le daban una apariencia llamativa.

— Lo se, lo se, pero le prometo que es porque lo extrañe — Sonreí con fingida inocencia.

Todo el mundo odiaba estar en la estación de policía, bueno, no todo el mundo, yo era la excepción. Era divertido escuchar a los ebrios hablar con las paredes como si fueran personas, como los policías jugaban apostar sobre cual de los ebrios caería primero ante su falta de estabilidad al caminar, pero sobre todo, que al menos tenía un lugar donde dormir en esta temporada. En estas fechas, estar en una celda provisional con un par de ebrios era mejor que estar en "mi hogar", si es que eso podría llamarse de esa manera.

— Señor Kim, sabe que no podemos dejarlo aquí, especialmente este día. Estamos preparando todo para las llamadas de las familias quejándose de sus vecinos ebrios o de sus propios familiares. No hay espacio, vaya a casa, y propóngase ser un buen ciudadano, no dar problemas, apenas tienes 17 años, tienes una vida por delante, sácale provecho a tu juventud.

— Con todo respeto, Oficial Song, si quisiera escuchar esas palabras, me esperaría a la trabajadora social. Ya sabe que la señora Alexa ama tirarme todo un libro de palabras motivadoras.

Observe como los ojos de señor Song se volvían dos lineas mientras daba un sorbo a su café, algo que indicaba que mi comentario le había dado gracia.

La señora Alexa era la trabajadora social que el gobierno me había brindado desde que tengo uso de razón. Era una mujer de aproximadamente 65 años que trabajaba desde hace años en el área de servicio de protección infantil. En un principio, trabajó duro para poder sacar la tutela de mis padres pero lastimosamente, había fracaso y solo le quedaba brindarme lo que podría decirse como un apoyo moral.

— Señor Kim, por favor... — Advirtió

— Bien, de acuerdo, me voy. — Me rendí, levándome de la silla para dirigirme a la salida. Tal vez hoy debería dejarlo descansar de mi.

— Feliz Año Nuevo — Escuche su grito una vez que salí de la sala.

No respondí, ¿por que desear un feliz Año Nuevo? Todos los años era lo mismo, la misma mierda, el mismo infierno.

[...]

Los rayos de Sol poco a poco iban desapareciendo, la ciudad nocturna iba haciendo acto de presencia con las luces que se encendían y empezaban a alumbrar las calles, y que, para esta fechas, las decoraciones hacían brillar con mayor esplendor la ciudad, un hermoso paisaje.

— Hogar... — Susurre, observando el edificio que estaba al frente mío.

Era viejo, las paredes llenas de moho, el olor a basura me daban ganar de vomitar, no había luces como el de las calles, todo era de colores apagados, nada de vida. Era todo menos un hogar.

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⏰ Última actualización: Apr 12, 2022 ⏰

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