Capítulo 2: De camino

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Aquella noche, durmieron en una posada para viajeros. Entraron montados a caballo en Quinta. Las Tropas Estacionarias observaba desde lo alto del puesto de mando, aunque más relajados. Los ataques de Titanes habían disminuido bastante en comparación con el principio del año. En aquel momento estaban en el año 798.

La gente se sorprendió al ver a unos críos con un escuadrón de la Legión de Reconocimiento. Algunos observaban a los soldados con miradas esperanzadas, unos pocos incapaces de esconder la emoción que sentían al verlos. Otros los miraban con desprecio, con vanidad y con indignación. Mientras que los primeros pensaban en los soldados como auténticos héroes que daban la vida por los demás, los segundos los veían como inútiles que desperdiciaban los escasos recursos de la Humanidad. Los tres amigos veían esto, y Dydak apenas podía retenerse para no arremeter con el caballo a aquellos desagradecidos.

-¿Qué pasa, vais a persuadir a los Titanes con sacrificios de niños? -les gritó una voz de hombre entre la multitud que se había aglomerado para verles.

-Los Titanes comen humanos. ¿Sabías que los humanos tienen la capacidad de pensar? Siendo así, tú no corres ningún peligro de ser devorado. -terció Dydak en un arrebato de enfado.

Aquel desgraciado estuvo un momento asimilando la información, mientras una ola de risas recorría la multitud. Como no respondió de vuelta, Dydak siguió.

-Ya sabía yo que no lo entenderías. Sí, te estoy llamando tonto.

Esta vez las carcajadas fueron mucho mayores. Varios de los soldados del escuadrón, incluido el capitán, soltaron una risotada, mientras la muchedumbre vitoreaba al chico.

El hombre salió al medio de la calle, obligando al escuadrón a parar los caballos.

-¡Oye, mocoso, no...!

Dave, que iba por delante de Dydak, se adelantó, picó espuelas e hizo rampar a su caballo.

-Shhh, quieto -dijo.- Oiga, señor, haga el favor de taparse la cara antes de acercarse a nadie. Puede asustar, ¿sabe?

Otra oleada de risas y otro vitoreo. Haeny casi se cae de su caballo de la risa.

Pero al hombre le acompañaban varios catetos más, que se situaron a su lado formando una línea hostil.

El capitán Waters se adelantó.

-No tenemos toda la noche. ¿Serían tan amables de dejarnos pasar?

-¡Esos mocosos nos han faltado el respeto!

-Da gracias a que sólo ha sido eso. La próxima vez podríamos escuchar con atención -hizo un gesto abarcando al escuadrón- y probar la idea del sacrificio contigo.

Los hombres dieron un paso al frente, pero el capitán hizo una seña y el escuadrón formó en cuña. Los chicos se situaron en el centro.

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⏰ Última actualización: Apr 09, 2015 ⏰

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