0. No te preocupes, no hay duda, tu don, no es algo inutil

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"Todos pueden decir lo que quieran, pero él era un humano. La gente comenzó a hablar como si fuera un dios. ¡No era un dios, era un hombre! Un hombre con muchos sueños y muchas fallas". Bjorn de Vikingos (La Serie de Televisión)

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Katsuki Bakugo no es catalogado como un hombre sentimental o siquiera empático, es arisco y brusco, tan honesto que duele y con un carácter atroz, que suele intimidar, aun así, a sus treinta y cinco años podría decirse que tiene una vida plena, es el Héroe Numero Dos, está casado con el hombre que ama desde hace quince años, estabilidad económica, un físico envidiable y una familia que lo ama y lo acepta tal y como es; no podría pedir más ¿Verdad? Claro que puede, porque la mitad de aquellos logros son falsos, porque no tiene una familia, ya no, porque aunque es un gran héroe jamás logro ser el más grande, porque aunque tiene físico envidiable su salud emocional es inestable, porque aunque tiene dinero suficiente para vivir tres vidas en total comodidad, sus posesiones materiales no logran llenar el vacío que cada uno de sus seres querido va dejando en su ser, porque en una cama de hospital a sus espaldas, su pareja agoniza a la espera de su gran amor para despedirse, está de más decir que él no es esa persona, no, esa persona viene corriendo por el pasillo, con su traje de héroe rasgado y maltrecho, con moretones y rasguños esparcidos por su cuerpo y el retro demacrado en preocupación, todo producto de la reciente batalla librada contra uno de los villanos de turno, esa misma persona que tiene la decencia de lucir apenado mientras se para junto a la puerta que los separa de su esposo, sabe que aun si debe luchar contra él, esa persona entrara, pero él no quiere luchar, está cansado de hacerlo, muy cansado.

- Kacchan – escucha que le llama, en su tono hay una suplía implícita que le revuelve el estomago

- Entra de una puta vez, Deku – le responde y aun con su autorización lo ve titubear, su sangre hierve de coraje lo que provoco que se levante de un salto de su incomodo asiento, lo ve ponerse en guardia, sin embargo el rubio no le ataca, comienza a caminar por el pasillo sin dirigirle siquiera una mirada, lo único que el peliverde puede oír que le dice es – no es la primera vez que soy el segundo en algo, así que deja tu estúpida lastima para alguien que la necesite y ve con el idiota de Shoto de una jodida vez...

- ¿Tú lo sabias...? – le pregunta Izuku deteniendo su marcha al ascensor

- ¿Me estas jodiendo? – le espeta con incredulidad mientras gira sobre sí mismo regresando los pasos que había dado en dirección a la salida, lo toma de las solapas de traje y lo acerca a su rostro – ¿Qué si sabía que te revolcabas con mi esposo cuando les daba la espalda? ¿Qué si sabía que el estúpido mitad-mitad es tan cobarde que ni siquiera fue capaz de enfrentarme? ¿Eso quieres saber? – susurró fúrico tratando de contenerse para no provocar un escándalo que pudiera perjudicarlos - ¿Eres estúpido? Claro que lo sé, ese bastardo jamás pudo ocultarme nada.

- Kacchan, yo lo siento... - intento disculparse, sin embargo, el rubio lo aventó con el suelo, impidiendo su monologo.

- No me vengas con tus estupideces... claro que no lo sientes – se dio la vuelta para retomar su camino – nadie puede lamentar el amar y ser correspondido... - sus palabras estaban llenas de una fragilidad impropia de él y sin embargo eran totalmente ciertas – ahora ve y has tu puto trabajo como Héroe Número Uno y salva el alma del imbécil con el que me case... - y se retiró del lugar.

No volteo a ver una sola vez atrás, llego a la recepción del hospital, marco su salida y se dispuso a seguir realizando su trabajo como héroe, o al menos eso supusieron todos los periodistas y civiles que esperaban noticias de su amado héroe agonizante a las afueras del hospital, tachándolo en el proceso de un fraudulento usurpador, de un mentiroso y de un insensible que no era capaz de permanecer al lado de la persona que decía amar; pero eso es algo de lo que Katsuki Bakugo decidió no darse cuenta cuando se marchó de ahí sin decir una palabra, totalmente serio y con las últimas palabras de Shoto grabadas a fuego en su mente, impidiéndole pensar en otra cosa que no fuera alejarse de ese lugar.

¿Oportunidad o Condena?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora