—Pruebe esto, Povar.—Povar, ¿está bien esta receta?
—Povar, unos clientes han pedido hablar con el chef.
—Se nos ha acabado el aceita de avellanas.
—Povar.
—Povar, ¿ha terminado con la masa?
—Povar.
Sus oídos zumbaban.
—¡Silencio!
Ese desgarrador y grave grito había consumido a la cocina en un eterno silencio. La música y el barullo de afuera taparon la exclamación en el restaurante, quedando solo mudos a los camareros que entraban en ese momento. Todos mantenían la respiración al ver a Volkov cerrar los ojos con fuerza y tomar una larga bocanada de aire. Luego, clavando su vista en la mezcla que tenía entre sus manos, abre la boca para sentenciar.
—Todos, vuelvan a su trabajo—ordena con dureza.
La cocina vuelve a ponerse en movimiento, esta vez entre murmuraos mezclados con los sonidos provenientes de los materiales. Mira a su derecha, encontrando a uno de los chefs novatos esperando con la cabeza gacha.
—¿Qué? —Interroga.
—Necesito la masa que está haciendo, los Pelmeni tienen que salir ya.
Viktor suspira mirando lo que tiene entre las manos. En silencio, termina de prepararla y luego se hace a un lado limpiándose las manos de herida en su delantal azul pastel.
—Adelante—indica, yéndose a otro lado para mirar los pedidos.
Llevaban desde hacía dos horas cocinando sin parar. Una de las empresas más importantes habían hecho una gran reserva en aquel reputado restaurante. Todo debía salir perfecto, y así era cómo estaba yendo.
—Povar—llama alguien a sus espaldas.
Era Michelle, su primera empleada y segunda chef al cargo. Le importaba poco el carácter del ruso, sabía cómo tratar con él.
—Prueba esto—extiende la cuchara de madera.
El hombre se inclina para probarlo, soplando antes de hacerlo. Finalmente, degusta el sabor murándole directo a los ojos.
—¿Está bien?
—Sí, ¿es para la salsa de caviar?
—Así es.
—Que no tarde en salir—es lo último que le dice antes de voltearse e ir a ojear las hojas en la entrada.
El tiempo transcurre, salen los segundos platos, los postres y las bebidas después de esos. Los cocineros relajan sus hombros, los camareros corren de un lado hacia otro, llevando sus bandejas con agilidad.
—Povar, quieren ver al chef—le informa un mesero, asombrándose por las puertas.
—Ve, aquí solo queda limpiar—indica Michelle, dándole un pequeño empujón.
Este mira la cocina, viendo a sus empleados dejar todo en orden. Se deshace de su delantal y lo cuelga en su respectivo lugar. Así, sale de allí en dirección a la gran mesa que habían preparado.
—Buenas noches, señores—saluda al llegar.
—¡Pero mira a quien tenemos aquí! —Dice el jefe de la empresa, sentado en uno de los extremos, golpeando su baja espalda desde la silla—¡Todo ha estado delicioso!
—Muchas gracias—asiente el soviético.
—¡Ese cóctel azul con guindillas estaba tremendo!
—¿Y la merluza con avellanas? ¡Nunca había probado algo tan bueno!
Halagos y agradecimientos más tarde, Volkov vuelve a entrar en su cocina. Parece que había estado allí fuera un largo rato conversando con aquellos empresarios. Todos parecen haber terminado, pero lo que más llama la atención del de cabellera plateada es verles absortos mirando una pantalla.
—¡Povar! ¡Venga a ver esto! —Exclama uno de ellos.
El nombrado avanza con curiosidad, y todos le dejan un lado. Entonces, Volkov descubre lo que están viendo. La pantalla de un iPad se ilumina, con la imagen de lo que parece ser una revista. No tarda en reconocer de cuál se trata. Frunce el ceño, tomando el aparato de las manos de alguien. Vuelve a la página principal, y comprueba si era lo que él creía. Mira la portada de la revista, no había duda alguna.
—Baje a la sección de crítica—indica un chico, asomándose para también leerla.
Este hace lo indicado. Comienza a leer sin relajar su expresión.
—¡Menudo...! —Exclama Michelle al terminar de leer.Viktor, en cambio, relee las frases que más le han llamado la atención. «Apenas pude terminar el plato completo» «[...] no debería ser tan arrogante, su cocina no es tan buena como dicen».
¿Quién había sido ese tipo?
—Mira los comentarios—uno de los cocineros baja la pantalla.
—"A mí si me pareció bueno cuando fui. Tal vez me quedé con la opinión de la mayoría y no lo disfruté, tienes razón."
—"Tenía una reserva el fin de semana siguiente, ahora no sé si cancelarla."
—"Nunca he visto al chef, pero si es tan arrogante como describes no me gustaría hacerlo xd"
—¡Vaya panda de idiotas! —Bufa el mismo cocinero.
Todos esperan la reacción del ruso, pero este simplemente le da el iPad a su dueño. Suspira, colocándose recto.
—¿Desde cuando una mala crítica nos va a afectar? Da igual que sea de una revista famosa o no, ignórenlo—habla con seriedad, echándoles un vistazo.
—¡El Povar tiene razón! Terminemos todo esto y acabemos por hoy—la segunda encargada da dos fuertes palmadas al aire, movilizando así a todo el personal.
Pero, por alguna razón, Viktor tenía una corazonada de quién podría ser ese crítico.
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Plato de cinco estrellas. |Volkacio AU|
Roman pour AdolescentsUn cocinero, un crítico culinario y una revista problemática. ¿Qué podría salir bien de ahí? ·····CANCELADA·····