Parte 2

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Mis mejillas estaban rojas de tanto llorar y me inundó un cansancio repentino, sin embargo me distrajo un maullido asustadizo. Mi mirada viajó por todo el lugar, hasta que encontré al felino, me acerqué y observé al pequeño peludo atrapado en una bolsa.

─Listo pequeño─. el felino comenzó a ronronear y lo alcé.

─Pelusa allí estás ─. una agitada voz se oyó a mis espaldas. ─Hola, veo que encontraste a Pelusa ─. Asentí y se lo entregué

Por un momento pensé que el día podía mejorar, pero me equivoqué. Asimismo, me alegro de que el peludito tenga un hogar. Saludé con la cabeza y metí mis manos en los bolsillos del buzo gris que traía puesto para irme del lugar. Todavía necesitaba tomar aire fresco y despejar mi mente. 

─¿Cómo te llamas? ─. Oí detrás de mi

Me voltee para mirarlo a los ojos ─Katie ¿y tú? ─. 

─Soy Nathan ─.se acercó a mi, tanto que nuestras zapatillas podían tocarse, provocando que mi cabeza se inclinara hacia arriba por la diferencia de altura que ambos tenemos. ─ un gusto Katie─. estiró su mano hacia mi y la estreché. Éste me mostro una sonrisa, bastante encantadora por cierto, le devolví el gesto con pocas ganas. No me encontraba de ánimos. 

─Lo mismo digo ─. Apenas termine de hablar me interrumpió

─Tienes la cara un poco colorada─. se acercó a mi rostro y atrajo su mano para tocar mi frente

─Creo que estas siendo un poco atrevido, ¿no crees? ─. me alejé antes que me tocara

─Si, tal vez. Lo siento ─. Me miró un poco ¿dolido?

─No pasa nada, tengo que irme. Gusto en conocerlos ─. Toqué la pequeña cabeza de Pelusa y me alejé de ellos.

A decir verdad, Nathan me pareció raro pero fue tierno que se preocupara, aún así que vergüenza que me halla visto con estas fachas.

Estaba tan hundida en mis pensamientos, que llegue a casa sin darme cuenta.

─Puede que pienses que estoy loco, ¿pero puedo invitarte a salir? ─. Una repentina voz hizo sobresaltarme.

Giré y lo vi demasiado tranquilo y con el felino en brazos.

─Confirmo, estás un poco loco ─. Reí tímidamente. ─ No hace falta que me invites a salir por obligación ─.

─¿Por qué piensas que estoy obligado?─. Respondió repentinamente serio. Siento que la cagué

─Por qué salvé a tu gatito, supongo ─. baje mi mirada a mis pies, por alguna razón su mirada me intimidaba. ─ De igual forma, no tienes que hacerlo ─. Susurré

Su acción me tomó por sorpresa y en un cerrar de ojos nos encontrábamos corriendo junto a un gatito asustado. Nos detuvimos para descansar y por pura casualidad habíamos llegado a una cafetería.

─Yo invito─. me entrego a Pelusa un momento. ─ ¿Qué te gusta?─.

Dudé un poco y luego respondí. ─ Un americano, por favor ─. sonreí tímida mientras jugaba con unas de las orejas del pequeño peludo. 

Entro al local, mientras que yo busqué un lugar para sentarnos. A los pocos minutos salió con dos vasos de plástico y se sentó en frente de mi. Conversamos un poco pero ya era tarde y debía volver a casa.

Nathan me acompañó a casa y nos despedimos con un choque de manos, no voy a negar que me encontraba un poco incomoda, no por su presencia sino porque no sabía como tratarlo. En fin, me ayudó a olvidarme de mis problemas aunque sea por un rato.

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