Prólogo.

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Viernes 23 de Julio, 2021. 

Salí exhausta de una larga jornada de trabajo, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. La oscuridad se cernía sobre la ciudad, envolviendo las calles en su manto nocturno. Mi mente divagaba entre el estrés laboral y los asuntos familiares que me esperaban en casa. Sin embargo, un destello fugaz se coló entre mis pensamientos, recordándome la noticia impactante que había presenciado en la televisión esa misma mañana.

"Mujer encontrada sin vida en la piscina de su casa", resonaba la voz del presentador en mi cabeza. El relato apuntaba hacia un aparente suicidio, pero las circunstancias enigmáticas que lo rodeaban dejaban un halo de incertidumbre en el aire. Un escalofrío recorrió mi espalda de repente, como si una corriente de electricidad hubiera surcado mi piel. Sentí la necesidad urgente de apartar ese perturbador pensamiento de mi mente, de dejarlo en el olvido.

Continué mi camino, pasando frente a un pequeño establecimiento. El cartel iluminado del Seven Eleven llamaba mi atención, invitándome a entrar. "¿Por qué no comprar unos dulces?", pensé. Mi hija adoraba los dulces, y la idea de ver su sonrisa al recibir una pequeña sorpresa me reconfortaba el corazón. Sin pensarlo más, decidí entrar para hacer algunas compras y regresar a casa con mi pequeña sorpresa en mano.

Mientras buscaba entre las estanterías los dulces que sabía que le gustaban, una presencia llamó mi atención. Un chico de tez pálida ingresó a la tienda con una mirada profunda e inquietante. Sus ojos parecían contener secretos y emociones ocultas. Por un instante, sentí la necesidad de estudiarlo detenidamente, de descubrir qué había detrás de esa mirada misteriosa. Sin embargo, recordé el escalofrío que me había sacudido momentos antes y decidí apartar mis pensamientos de aquel extraño chico.

El recuerdo de la mujer fallecida en las noticias seguía asediando mi mente. ¿Por qué no podía deshacerme de esa imagen? ¿Qué era lo que me inquietaba tanto? ¿Sería su juventud, la aparente certeza de un suicidio o algo más siniestro que acechaba entre las sombras?  Y entonces, noté algo perturbador. El chico de mirada profunda me observaba fijamente. El aire parecía densificarse a su alrededor mientras mis pensamientos se agolpaban en mi cabeza, preguntándome qué debería hacer en esa situación.

El instinto maternal prevaleció. Mi hija, mi mayor tesoro, era mi razón de ser. No podía permitir que el miedo y la inquietud se apoderaran de mí sin haber tomado las precauciones necesarias. Tomé la decisión de retirarme discretamente, tratando de ocultar mi inquietud tras una máscara de indiferencia. Giré la cabeza levemente para echar un último vistazo al enigmático joven, quien aún permanecía de pie frente a los refrigeradores, sin apartar la mirada de mí. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal, pero no me detuve a analizarlo.

Caminé apresuradamente, con pensamientos turbios inundando mi mente. ¿Quién era ese sujeto extraño y qué conexión tenía con la mujer fallecida? ¿Acaso existía alguna relación entre ellos? Mientras buscaba respuestas, una sensación extraña invadió mi ser. Una opresión en el pecho me dificultaba respirar, como si el aire se hubiera vuelto espeso y asfixiante. En un instante, mis pensamientos se desvanecieron, dejando solo el grito atrapado en mi garganta. Alguien me estaba asfixiando, podía sentir su aliento helado rozando mi piel, susurros ininteligibles se perdían en mis oídos. Antes de poder comprender lo que sucedía, la oscuridad se apoderó de mi conciencia.

Y así, todo terminó en un instante.

Conociendo a mi asesino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora