Parte 1

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Jadeaba, manteniendo el ritmo del trote en la banda de la máquina del gimnasio. Su cuerpo ejercitándose mecánicamente, mientras su mente viajaba hacia aquella noche, cuando reportaron una extraña criatura marina en la oscuridad de la playa.

No lo podría olvidar...

Llovía.

Se había adelantado corriendo sobre la arena, linterna en mano, dejando al Dr. Jeager y a los demás atrás. Había enfocado con la luz el torso desnudo de un joven desmayado en la orilla, inconsciente. Se inclinó para tomarle el pulso.

Respiraba.

¿Era esto lo que habían reportado? ¿Habían cometido un error, o les estaban jugando una especie de broma?

Movió la linterna para examinar el resto de su cuerpo. El aliento quedó atrapado en su garganta. La mitad del joven era una larga cola y aleta caudal, parcialmente alcanzadas por el vaivén de las olas.

Jadeó. Ojos azules brillando con fascinación. El pulso fuera de control, no podía escuchar nada que no fueran los latidos de su propio corazón.

Así había comenzado todo... con fascinación, pero se había estado convirtiendo en algo más con el pasar de los años.

Mike bromeaba en el Centro de Investigación" refiriéndose al tritón como "la Sirenita de Erwin".

Le había entregado cada segundo de sus días a observarlo. Mirar en el monitor como ocasionalmente salía a la superficie.

El tritón era arisco, y ante la menor presencia de un ser humano se volvía a sumergir. Esta actitud impredecible, estaba enloqueciendo a Erwin a un nivel obsesivo.

¿Lograría alguien interactuar con él? Los miembros del equipo de investigación estaban frustados. Pasada la novedad del hallazgo, con el tiempo la presencia del tritón no era muy diferente a la de cualquier otra criatura marina.

Para Niel, no era más que un monstruo. Para el Dr. Jeager y la mayoría de la opinión pública, solo un pez muy particular.

La teoría de que se podría lograr interactuar con él, como si fuera otra especie de ser humano, se había desvanecido.

Pero Erwin no se daría por vencido.

Después de unos minutos bajó de la trotadora automática, se limpió el sudor con una toalla.

La pantalla de su móvil se iluminó anunciando un nuevo mensaje.

Marie: dijiste que vendrías hoy.

Parpadeó. Miró la hora. Había olvidado su cita con ella... otra vez.

Erwin: Lo siento. Te compensaré luego.

Enviado.

Sabía que se enojaría. Pero no podía evitarlo.

Tomó una ducha rápida para frotar el sudor de su cuerpo. Se vistió, pasando los brazos por su bata de laboratorio.

Caminó hacia el elevador, se detuvo un momento tentado por la máquina expendedora, sacó una taza de café y una barra de chocolate, luego retomó su camino hacia el elevador.

Al salir se dirigió a la cabina de observación y tomó asiento frente a uno de los monitores que enfocaban hacia la piscina.

Tomó su café pacientemente. Pasaron los minutos, luego un par de horas, cambió su postura en la silla varias veces para poder tolerarlo.

Se frotó los ojos, ardían, exhaustos.

En un parpadeo la pantalla mostró a la criatura asomando la mitad de su cuerpo, sosteniéndose de la orilla de la piscina. Su aleta en el aire, moviéndose de un lado a otro.

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