Capítulo dos.

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No sé cuánto tiempo he estado inconsciente, pero cuando abro los ojos un dolor punzante se apodera de mi cabeza y la escasa luz hace que me esfuerce más de lo normal para tratar de ver algo.

—¿Liz?

Digo en voz baja, pero ella no responde.

—¡Carajo, Alicia! ¿Dónde estás?

La voz sale un poco más fuerte de mi garganta pero sigo sin obtener una respuesta.

El dolor se intensifica cuando alguien enciende la luz de la habitación. Parpadeo unos segundos para que mi vista se acople y me quedo helada cuando veo a la chica tumbada frente de mi.

Es Alicia. Una muy malherida e inconsciente Alicia Price está justo frente a mi. Está con el rostro casi desfigurado de tantos golpes, su hermoso rostro ahora yacía lleno de suciedad y sangre.

Intento correr hacia ella, pero fallo al darme cuenta de que estoy atada con las manos en la espalda a una estaca gigante de madera.

—¿Qué carajo le hicieron?

Mi voz sale débil, y una sonora carcajada resuena en algún lado de la habitación.

—¡¿Por qué la dañaron, maldita sea?! ¡Ella no tiene nada que ver en esto!

Oigo unos maderos crujir y unas pisadas acercarse por mi costado.

—Sabes lo que dicen, Amelia. Tienes que cuidar con quién te juntas, y esta chica, definitivamente no supo escoger bien a sus amistades.

El tipo suelta otra risotada y siento como mi sangre comienza a hervir en mis venas.

—Déjala que se vaya. Me quieres a mi, ¿no es así?

—Mmh, sí, supongo.

—¿Mía?

Al oír la débil voz de mi mejor amiga, mi vista rápido salta hacia ella.

—¿Liz? Todo va a estar bien, ¿de acuerdo? Tranquila.

Le digo con la voz más dulce que me sale, cuando la veo asentir, aún atontada, le dirijo una mirada furiosa al tipo, quien se ha puesto frente a mi pero debido a que lleva un pasamontañas no puedo ver su rostro.

—Déjame ir con ella.

Le ordeno y él me mira con suficiencia, como si estuviera tratando con una puta loca. Luego, lo veo caminar lentamente hacia ella y poniéndose en cuclillas para estar a su altura.

—¿Con ella?

La señala con la cabeza. Mi sangre se hela al ver su jodida sonrisa.

—No la lastimes...te lo suplico.

—Que graciosa situación, ruegas más por su vida que por la tuya.

Él lleva su mano al cabello de Liz y lo empuña, para hacer su cabeza hacia un lado, provocando que mi amiga suelte un grito de dolor.

—¡POR FAVOR, POR FAVOR! ¡NO LA LASTIMES!

—Pero si a ella le gusta, ¿no es así, linda?

Liz comienza a sollozar y mi alma se parte en varios pedazos. Una persona como ella, no merecía esto...y yo la he metido en todo este infierno al ser su amiga. Ahora veo que me equivoqué al pensar que mi pasado no me perseguiría.

—Ya déjala tranquila, hijo de puta.

El hombre gira lentamente hacia mi, pero sin moverse de lugar.

—¿Qué has dicho?

La comisura derecha de sus labios se alza hacia arriba y un escalofrío me recorre el cuerpo entero cuando vuelve a empuñar el cabello de Liz y la jala con fuerza hacia abajo, golpeandola con el piso de concreto.

La Princesa de la Mafia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora