1.

152 15 0
                                    


Tenía amigos, el chico canadiense sabía que tenía varios amigos con los que salir, para compartir unas copas, para jugar sus deportes favoritos, para hacer música, para ir a conciertos, para matar el tiempo, pero tenía un hueco en el pecho que no podía llenarse con esos ratos agradables nunca más, podría ser un quisquilloso, pero simplemente ya no se sentía contento.

Llegó un punto en que el alcohol y los cigarrillos tampoco llegaban a aminorar el vacío, la borrachera y el sabor desagradable en su boca no eran suficientes, escribir sus pensamientos oscuros y llenos de odio contra su vida y la sociedad en forma de rimas se convirtió en una actividad apática, los ritmos que creaba dejaron de sonar como música para transformarse en ruido, en estética molesta que a pesar de agradar a los demás no le hacía cambiar de opinión de que fuera una completa basura.

Con el baile sucedió lo mismo, su cuerpo inexplicablemente cansado era incapaz de realizar los ejercicios que solía amar tanto, el tener que concentrarse en los pasos que se iban incorporando por el coreógrafo y por los cuales él permanecería concentrado y así poder dominarlos con talento suficiente para ser felicitado y animado a inscribirse en concursos de baile junto a su equipo y juntos saborear la victoria y gozar el dolor de los músculos sobre exigidos que en el momento de la presentación no se dio cuenta que desgarró.

No sabe porque se siente así, tan disperso y desinteresado de la vida, no sabe cuándo perdió sus sueños y el interés en cosas que solía amar y gustarle tanto, o quizás lo hace, pero simplemente se niega a aceptarlo aún.

 Su carente ánimo solo le permite mirar con agrado el paisaje sentado en soledad en el juego infantil del carrusel de fierros oxidados y con pintura cayendo en pedazos, ahí, por sí mismo disfrutando el olor de la mañana, fresco y carente de sonido, una simple actividad más que se acompañaba con latas de cerveza barata y la amargura de un hombre joven.

Siente de pronto como el carrusel se mueve provocando que la lata caiga de su mano y sus brazos se aferren al juego infantil para no caer, escucha una risa melodiosa a sus espaldas y se voltea a ver cuando la atracción pierde el movimiento. Observa al integrante más intrigante de su grupo de amigos que sonríe abiertamente como si estuviera pasando por el mejor momento de su vida.

Cuando la risa cesa de su cuerpo, sin perder su buen humor finalmente habla—Es muy temprano para beber alcohol, hyung —Dice el intruso frunciendo los labios tiernamente, lleno de ánimos para después ir a tomar asiento a su lado, estirando sus piernas huesudas cubiertas en un pantalón negro desgastado y dejando descansar su peso en sus brazos. Una mueca calmada adorna su cara aniñada y la sonrisa se ensancha cuando se ven a los ojos.

Por favor, quédate a mi lado

—Para beber no hay horarios, Jaemin—Responde, profundamente sorprendido de no haberse molestado con el otro por hacerlo arrojar su bebida que ahora está a unos cuantos pasos de donde se encuentran descansando, con una mancha oscura sobre la superficie, el líquido escurrió fuera del contenedor y había sido absorbido casi de inmediato por la tierra. Notó a su amigo cambiar su atención a la lata que estaba siendo la protagonista del punto de visión del más viejo de los dos.

—Lo siento por eso, aun así no suena muy saludable.

—¿Qué haces por aquí? —Preguntó de vuelta hurgando en sus bolsillos para sacar la cajetilla de cigarrillos junto con el encendedor.

—Iba de camino hacia alguna parte, pero te vi aquí—Respondió viendo a sus zapatos, hace tiempo que el muchacho de ojos grandes y delineados con largas pestañas se había distanciado de ellos, estaba ocupado, les solía decir a todos despreocupadamente. Mark creía que era extraño a pesar de que desaparecer era una actividad común para el de cabello castaño.

El rostro tranquilo se quebró ligeramente en Jaemin, el viento meció su cabello oscuro y esa pequeña acción que pudo ser desapercibida para cualquiera se volvió dolorosamente melancólica para el músico que le miraba con atención—¿Te gustaría ir a la playa, hyung? Tengo ganas de ir a escalar rocas—Habló Jaemin antes de que pudiera cuestionarlo.

—Es peligroso.

—No si lo haces con cuidado—Argumentó sonriente colocándose de pie y tirando de su brazo de paso. El canadiense no se hizo de rogar y comenzó a seguir al animado hombre más delgado.

Odiaba la playa.

「Yo quería bailar en tu pulso」

Se quedó sobre las rocas mirando el mar, las olas que rompen cerca de él como si quisieran atraparlo y ahogarlo en un abrazo húmedo y letal, mira hacia donde se supondría que estaría la figura de Jaemin, con una sonrisa grande e infantil de labios partidos, exponiéndose a las gotas salinas impulsadas por el impacto provocado por las fuerzas del viento sobre las aguas y el choque de las olas contra en las rocas, riendo y mirándole con esos ojos empequeñecidos por sonreír, él le diría "¡Mark hyung! ¡Acerquémonos un poco más!" y el músico negaría con la cabeza ante ese descarado temerario que buscaría la forma de sacar alguna fotografía genial y él se acercaría junto a ese chico molesto por ser incapaz de negarse a sus tonterías.

「Pero ahora no puedo

Todavía recuerda ese día, cuando se encontraron en el parque y el chiquillo lo arrastró hasta la playa temprano por la mañana, recuerda lo reconfortante de su compañía, el armonioso sonido de su risa, lo helado de sus manos y el frío de sus labios.

Ahora no había nada.

"Quédate" -【Markmin - Mark/Jaemin】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora