Feuillemort ⨾ Sooshu

3. Ukiyo

[ Nota: Primero, quiero agradecer por el apoyo que la historia ha estado recibiendo y quienes hayan sido pacientes por otra actualización. Enfrento una vida ocupada, por lo que no fue hasta este momento que pude inspirarme de la forma correcta. Segundo e importante, el capítulo es dinámico, pues cuenta con canciones que me ayudaron al desglose de ideas y ambiente. Recomiendo que escuchen con auriculares para mejor experiencia. ¡Disfruten! ]

—Creo que se vería mejor con algún vestido de brillos y ajustado, así toda su figura queda moldeada como si los mismos ángeles la estuvieran esculpiendo cada que camina o baila —las palabras de la castaña hicieron que los ojos de So Yeon brillaran más que nunca, pues si algo compartían en común era la pasión por la moda. La rubia simplemente asentía, le parecía fascinante la idea e incitó a su persona a buscar más en su abundante armario, además, ante lo proclamado por Yuqi, se le hacía más fácil dirigirse a la sección más atrevida de sus colecciones. 

Shu Hua estaba en una esquina del armario, a su lado izquierdo había un espejo de pie y verse recostada de la pared obligó que tomara mejor postura. Al final de cuentas, terminó colocándose frente al cristal y sus ojos se perdían en el reflejo de estos, era como si iniciara un viaje hasta poder ver su alma. Sentía su piel ponerse fría, cada parte de su cuerpo era recorrido con toques eléctricos hasta transformarse en corrientes que viajaron a su vista. La pelinegra llevó su mano derecha hasta la mejilla del mismo lado, comenzó a acariciar lentamente aquella hasta ligeramente iniciar a rascarse hasta sentir que rasgó un poco su piel con sus uñas. No se quejó de ardor, no arrugó su rostro, permaneció idéntica a una muñeca de porcelana mientras el rasguño dejaba lucir su sangre, brillante, pero oscura como la misma noche. Deslizó su mano hasta dejarla a su costado como la opuesta, para después caminar hacia la rubia, ésta última llevaba en cada mano un vestido distinto para que la pálida eligiera. 

—¿Qué le ha pasado a tu rostro? —pregunta Yeon, frunciendo su ceño algo extrañada y Hua solo negó con su cabeza a modo de que ignorara aquello—. Bueno, estas son las opciones que tengo para que escojas bajo tu preferencia y lo que sugirió Yuqi. Tengo éste negro con brillos plateados, es escotado, ajustado... el rojo es el mismo, pero sin brillo, es más un vino mate. Creo que van perfectamente con tu tono de piel. Si no te gustan puedes buscar a tu gusto, pero por favor elige algo atrevido. El punto es que puedas deslumbrar, para cosas conservadoras tienes todos los días de tu vida. Hoy estamos en una misión. 

Shu Hua estaba con los ojos clavados en ambos vestidos, ¿cuál elegir? Se acercó a la rubia para después darse media vuelta, sabía que creó en ella cierta ilusión de que escogería bajo lo que ambas tenían planeado para sí. Pasó la punta de su lengua por su labio inferior, humedeciendo aquel para así mirar a Yuqi de pies a cabeza; la misma estaba de espaldas, buscando alguna prenda para su persona. Levantó un poco la quijada, como si quisiera demostrar autoridad, caminó hasta una zona de ropa entre los matices de azul que pudieran existir. Tomó un vestido azul índigo bastante oscuro, con escote cuadrado sin mangas. Se volteó a mirar a So Yeon, mostrando su elección y ésta con una sonrisa le señaló el vestidor para que se cambiara de ropa. 

La de cabellos largos y oscuros se adentró al pequeño cubículo para su transformación. Se deshizo de sus prendas para después tener un momento de admiración totalmente desnuda. Estaba estática observándose, pero no duró tanto, en ese entonces comenzó a subirse el vestido de sus pies hasta su pecho. Acomodó cada parte que quedo arrugada, e incluso, tuvo que acomodar mejor sus senos ante lo apretado que le quedaba. Sin duda alguna el vestido le hacía un enorme favor a la figura de la pálida, pues marcaba demás cada pieza de su anatomía. La prenda a penas llevaba a la mitad de sus muslos, por lo que quedaba en exceso de corto. Al sentirse lista, salió del vestidor y las dos chicas no estaban, por lo que le hizo tomar iniciativa en elegir unos tacones color vino, una cadena en oro con una perla y arregló un poco sus cabellos sueltos.