Primera parte

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¡Luego, Brasil!

El inicio de esta obra comienza algo inusual, una frase que representa tanto y es tan contradictoria, que inevitablemente, leemos dos veces para terminar de procesar lo que leímos:

"Érase una vez una prostituta llamada María"

Mi primera impresión fue, la que creo yo, es la que esperaba el autor al escribirla, y la protagonista al idearla, una confusión que incluso Coelho denota. "Es la mejor manera de empezar una novela para niños" concuerdo totalmente, mientras esa frase es para niños la palabra prostituta es obligatoriamente del mundo de los adultos.

Con estas líneas el autor quiso ilustrar lo que todas las personas tuvimos alguna vez en nuestras vidas, el ensueño de estar en un cuento de hadas.

No estaba alejado de la realidad.

María es una niña virgen e inocente de un pueblo pequeño de Brasil, totalmente común, juega, crece, sueña. La pequeña niña sueña con príncipes, castillos, bodas de blanco con velos infinitos, hijos perfectos, un esposo perfecto, en la casa perfecta, vida perfecta... por desgracia la vida no es tan sencilla y soñar no tan costoso. Esta niña María era tan normal que podría ser cualquier niña, la hija de alguna vecina, una prima, una sobrina, una amiga, o solo una niña que veas pasar a lo largo por el camino. No tiene nada que la diferencie de las demás.

Con padres de oficio común, los cuales no pueden reparar en lujos. Lo justo y necesario para vivir.

María tuvo amores pasajeros recién llegó a la pre-adolescencia. Pero destaquemos sólo dos;

El primero le enseñó que la cobardía solo logra hacerte sufrir por no poseer lo que tanto se anhela, por miedo.

Entonces María empezó a reprimir el miedo, a arriesgarse (de paso aprendió, que con la menstruación no se goza pero se vive)

El segundo, a las quince primaveras, puso en práctica todo lo que aprendió con su primer amor fallido, no fue cobarde, no tuvo miedo. Pero seguía siendo inocente, inocencia que fue mal recibida.

Entonces María empezó a dar besos (esta vez con la boca abierta), y sobre todo entendió que las novelas son pura mentira. Juró no volverse a enamorar.

Con malas experiencias dejo de soñar que cualquier chico podría ser su príncipe y se concentró en divertirse y "darse placer ella misma" puesto que había conocido lo que era la masturbación.

Tuvo novios

Tuvo sexo

Tuvo fiestas

Tuvo su escuela

Luego termino con sus novios, odió el sexo, dejó las fiestas, la escuela terminó

A estas alturas María ya era una adulta joven en busca de un trabajo y aun con la esperanza de cumplir su sueño (ésta vez sin los príncipes y los castillos). Trabajó en una tienda de tejidos. María era hermosa, guapa, misteriosa y con un aire melancólico que atraía a los hombres inevitablemente, y su jefe no fue la excepción.

Él se enamoró de ella y ella lo usó a él.

Comisiones, horas extras bien remuneradas, buenos tratos. Ahorró y viajó contrario a la voluntad de su jefe que se negaba a soltarla aunque sea una semana. Pero María no era conocida por hacer lo que los demás querían.

Llegó a río de Janeiro, sin conocer a nadie, sola, pero con energía y predisposición a disfrutar el paisaje de cualquier manera posible. Ahí conoció a un importante empresario artístico suizo, el cual se dedicó a enamorarla para que aceptara el trabajo que le ofrecía en un escaso español.

"Bonita, empleo, dólar"

¿Quién no querría aceptar una propuesta con esas palabras incluidas?

María aceptó, con imágenes de Europa en la cabeza, iría a Ginebra.

Imagínense eso, María debió haber sentido un gran gozo, era mejor que sus sueños, una estrella brasileña. Siento gran empatía con María, a mis dieciséis años claro que fantaseo con ser una estrella, ganar dinero, encontrar una pareja perfecta, que me ame, poderle dar una vida cómoda a mi madre y mis hermanas menores. No soy la primera, tampoco la última.

María fue víctima de sus sueños.

Y usando un vestido de esperanza, un gorro de sueños, zapatos de decisión y un abrigo... por el frío, subió a ese avión despidiéndose de su país con un:

-Hasta luego.

(Personalmente me gusta más un "luego" sin adornos)

Once minutos- Paulo Cohelo/ ensayoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora