𝐁𝐀𝐁𝐘 𝐇𝐎𝐓𝐋𝐈𝐍𝐄 ©

O n e

—¿Y qué le dijiste? —Le preguntó la rubia.

—Agh, le dije que estaría bien una cita, pero no creo, Lola. Se me hace que es el típico chico que busca solo tener relaciones íntimas con una mujer y luego dejarla. —Quejó la de pelo castaño.

—Pss, no creo, él te lo pidió, ¿no?, haz la prueba y ya verás qué clase de chico es. —Aconsejó.

—... Tienes razón, amiga. Lo intentaré, pero verás que yo te lo dije.

—Ya veremos, ja, ja.

Ambas soltaron unas risas y volvieron a estar en silencio. La radio sonaba música pop, y había bastante gente en el local. A Lola se le hacía muy tranquilo el lugar, y le encantaba pasar los días con Tina vendiendo ropa.

A pesar de que el salario no era el mejor, les bastaba a las dos con lo que tenían. La coneja no sentía ninguna vergüenza con respecto a eso; es sólo que, sus padres eran millonarios, y bueno, pasar de eso a esto fue un cambio muy drástico, pero no le afectó mucho.

Su vida era tranquila y alegre, y usualmente salía a pasear los fines de semana con su bicicleta.

—Oh, sí. Bugs me dijo que nos reunamos a comer algo en el LulúDonald nuevo, y que tiene algo para contarnos. —Informó Tina.

—Oh, okey. —A Lola no le gustó mucho la idea, va, ninguna idea que contaba con Bugs en ella le gustaba. No le tomó importancia, quizás habría encontrado novia y quizás por fin sus deseos de que se dejen de juntar se cumplirían.

Sólo rodó los ojos, sentía que era muy estúpido. Decidió no darle más bolilla y siguió con su trabajo.

No era que le cae mal, o que está enamorada de él ni eso. Bueno, estuvo, pero fue hace unos cuatro años. 
Estuvieron de pareja los dos, y duraron poco. Lola no se lo aguantaba para nada. Y cuando comenzaba a saber más de él, se le hacía un tipo muy raro, así que decidió dejarlo.
Y bueno sí, no le caía bien del todo.

Tenía costumbres muy extrañas e incómodas, hasta le llegó a intimidar. 

En fin, Bugs era un rarito para ella.

La hora de irse llegó, y ambas amigas cerraron todo el local para agarrar sus bicicletas e ir a donde Bugs les pidió que fueran.

Tina amaba este momento del día, no compartía el mismo gusto de Lola por su trabajo. Las dos iban en bicicleta mientras sus cabellos largos se movían con el viento.

La de cabello castaño alzó sus brazos al cielo, mientras pedaleaba.

Respiró profundamente. —... ¡Aah!, ¡es genial salir del trabajo!, ¡me siento tan libre! —Lola rió ante el acto de su amiga.