Prólogo

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Los personajes de The Abadoned Empress de Jeong Yuna


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La persona en cuestión vestía de un elegante color oscuro como la noche, contrastando con el distinguible tono verde de su cabello. Era muy hermoso, salvo por la seca expresión de su rostro al entregarle un frasco con forma de gota de lluvia que contenía liquido parecido a la sangre.

Al recibirlo en sus manos, él habló un poco, una voz que nunca llegó a sus oído, ella asintió a sus palabras, viéndolo irse y perderse en la oscuridad.

Ella lo sabía, su trabajo estaba hecho. Antes de imitar el actuar de él, se tomó un instante más a admirar el inusual frasquito en sus manos, era como una bella joya exótica. Sonrió tristemente, apretándolo contra su pecho, respiró profundo y con un simple giro, retiro la tapa en la botella, inclino la botella en sus labios, bebiendo de un solo tragó su contenido.

Era dulce y reconfortante, seguramente así era como se sentía la felicidad, porque lo ha olvidado.

Al terminar de beberlo, arrojo el frasquito a un lado, rompiéndolo rápidamente con su pie.

El frió de la noche se mostró con su aliento exhalado, lentamente empezó a caminar delatando su falta de energía y entrega. Sus ojos, una vez brillantes y repletos de alegría, se enfriaron y amargaron, apenas lo suficiente para mostrar que existía una vida que la obligaba a continuar en movimiento.

Finalmente sus pasos la condujeron hasta el lago, donde la luna no se reflejaba por las nubes ocultándola, lentamente paseo su vista por el lugar, deteniéndose en la banca de piedra diligentemente tallada con algunos adornos en forma de rosas y sus tallos de espinas. La lluvia inicio, el agua fría humedeció sus ropas, pegándolas a su cuerpo, ella no hizo el intento ni de correr, ni buscar refugio, esperaba que las gotas puras y heladas se llevaran el dolor de su corazón.

Se sentía miserable. Con su rostro empapado, nadie vería las lágrimas que lloraba y caían de su rostro.

—"¿Cómo termine así?" —Se preguntó, mirando el cielo.

El chapoteo producido por los pasos le advirtieron de un visitante. Bajando su rostro y girando el cuello, se encontró con la figura familiar de <<ese hombre.>> Barbas blancas, cabellos bien peinado, un traje negro y morado elegante y a su lado un sirviente sosteniendo una sombrilla, sin importarle terminar mojado. A dos o tres pasos por detrás de él, le acompañaban varios hombres en blancos y húmedos uniformes.

—"¡Ah!" —Tuvo una resolución inesperada, abriendo sus ojos y obsequiándoles una dulce y vacía sonrisa. —"Es cierto... solo quería libertad."

El silencioso intercambio de miradas, puso nerviosos a aquellos que solo fungían de acompañantes y se mantenían ajenos al asunto principal. Seguido por su mayordomo el hombre de barba blanca y elegante porte se encamino a la mujer que seguía bajo la lluvia. Sin un atisbo de caballerosidad, como ceder el paraguas, comenzó a hablar con ella.

Ese hombre, que para ella no era sino su verdugo primario, se jacto felizmente, disfrutando del sabor envolvente de la victoria, señalando lo inútil de su existencia al no ser de más utilidad dado el cumplimiento de todos y cada uno de sus objetivos. Estaba tan envuelto en su auto satisfacción que no le importaba ser cruel.

Ella lo odiaba con cada fibra de su ser, de la misma manera en que se odiaba a ella por ser tan estúpida e ingenua.

—"Al final, solo me trato como una mera herramienta."

Su cruel risa la estremeció.

Ella quien sería amada, se convirtió en una pequeña ave silvestre atrapada en una hermosa jaula dorada. Sus ojos comenzaron a nublarse, el cuerpo a pesarle y todo daba vueltas en su cabeza. Los efectos del veneno resultará más rápido de lo esperado. Noto por un mero instante el rostro sorprendido del mayordomo y una leve ceja alzada del otro.

Escuchó las alteradas voces de aquellos que se quedaron atrás.

Sin cuidado alguno, su cuerpo cayó contra el suelo. Dolía y ardía, la sangre emergió desde el interior de su cuerpo en una tos constante, bloqueando sus pulmones y garganta, dificultándosele el respirar. La rapidez de sus latidos bloquearon sus oídos.

Con el inicio de las alucinaciones, su vida terminaría por fin. Sonrió una vez más, alzando la mirada al hombre que se retiraba junto al mayordomo.

La lluvia resultando ser su única compañera. La frialdad y humedad eran más cálidas y reconfortantes que cualquier manta suave y tibia o cama acolchada.

—Si... t-tan... s-solo... pudie-pudiera... regre...

Alzó su mano al cielo, sus ojos se cerraron y sin completar su deseo, su mano cayó a un costado. La vida por la que tanto luchó había dejado su cuerpo, de la misma manera, que lo hicieron aquellos quienes prometieron estar a su lado.


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Hola, espero que les guste esta historia que esta entre lo canon y fanfiction de esta polémica y entretenida historia 

Quiero agradecer especialmente a la autora del fanfic "Sin amor" SM-Grape por ayudarme siempre con la escritura de este prologo 



La oda a la emperatriz abandonadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora